Madrid

Rocacho Plaza

7.5 /10
Precio medio
85€
Dirección
Plaza del Marqués de Salamanca,9
Teléfono
91 914 84 44 Llamar
Web
www.rocachoplaza.com
 Rocacho Plaza
Rocacho Plaza Plaza del Marqués de Salamanca 9,Madrid

No abundan en Madrid capital los buenos asadores de carne. Entre los pocos de interés, Rocacho, que desde su apertura hace cuatro años en la calle Padre Damián ha mostrado un nivel muy notable tanto en la calidad de las carnes como en su tratamiento en las brasas. Poco antes del verano abrió este segundo Rocacho, en la esquina de Ortega y Gasset con la plaza del Marqués de Salamanca, con una oferta muy similar a la de la casa madre, aunque con algo más de informalidad. En un amplio local dividido en varios espacios: la barra, con mesas altas y una carta para el tapeo; el comedor, en el que se exponen los grandes chuleteros que manejan y que cuenta con buenos detalles, manteles incluidos; y tres terrazas, dos abiertas y una cerrada.

Calidad de la materia prima y una carta bastante tradicional de platos sencillos y sin complicaciones son sus señas de identidad, aunque por encima de todo hay dos grandes protagonistas: la parrilla y las carnes de El Capricho. El Capricho, en la localidad leonesa de Jiménez de Jamuz, es uno de los más renombrados restaurantes de carne de España. José Gordon compra bueyes y vacas que luego sacrifica para madurar sus lomos en cámaras propias y servirlos a sus clientes. También las vende por internet y a un número mínimo de otros restaurantes, sólo aquellos que considera que las tratarán adecuadamente. En Madrid únicamente suministra a Rocacho. La reina es la chuleta de buey premium (180 euros kilo), aunque no siempre está disponible.

Más asequibles las chuletas de vaca de trabajo, unas con cuarenta días de maduración (75 kilo) y otras, de sabor más profundo, con noventa días (95 kilo). Notables también el solomillo (49,50) y la entraña (26,50). Atención al ‘steak tartar’, bien de vaca (29,50), bien de buey (39,50). El protagonismo de las carnes es absoluto, pero en la parrilla también se hacen algunos pescados, fundamentalmente rodaballo (34), merluza (29) y rape (30). Por cierto, resulta absurdo vasquizar la palabra asturiana que denomina al rape, pixín, y escribir ‘pitxín’. No es el único sitio donde lo hemos visto.

Importante capítulo de arroces -entre 25 y 38 por persona, siempre para dos-. De capa fina, grano en su punto, sin grasa, fondos potentes y su socarrat. Especialmente bueno el de verduras de temporada y pollo campero. Antes de carnes y arroces se puede empezar con la excelente cecina de El Capricho (30), no siempre bien cortada; buena ensaladilla (16); notables torreznos (12) y anchoas (24), o melosos callos de buey (15). Fallan los ‘bombones de changurro’ (5,50), bastante secos, y unos pimientos del piquillo (9) excesivamente dulces.

Buen capítulo de postres, con una original versión del tiramisú (10) que se monta en la mesa y una rica torrija (9). No está a la altura la tarta fina de manzana (10), requemada por los bordes y cruda, hecha con prisas. La bodega es tan tradicional como la comida, pero suficiente. La sala la atiende un equipo muy profesional y especialmente amable.