Perdigones de plata
La frontera
Unos verdaderos españoles, incluso en tierras de mezquitas, necesitan su buen jamón
Saliva de madre
Proyecto de momia
La frontera no es sino la vaporosa línea que fertiliza los negocios de los contrabandistas de antaño como Zalacaín el aventurero. La frontera emerge para que los violentos mercenarios de 'Meridiano de sangre' crucen esa raya para violar las leyes del universo mientras asesinan ... a diestra y siniestra. La frontera representa el feraz terreno para la prosa de un Pierre Mac Orlan que luego nos narra las dichas y desdichas de una tropa que es el canto de la tripulación. La frontera es la patria angosta del forajido de leyenda.
«Anda, amigo, toma, para que te bebas unos cuantos tés a la menta…». Esa frase forma parte de mi infancia. Cuando desde Tánger marchábamos a Ceuta de fin de semana, mi padre deslizaba un culebroso billete de diez dírhams en el bolsillo del mostachudo aduanero marroquí. Admiraba la frescura paterna al derramar esa dádiva con una naturalidad absoluta. Porque convenía armarse de paciencia en aquella frontera entre Ceuta y Marruecos. Podías esperar, incluso incorporando la regalía, dos o tres horas. Los retrasos nunca obedecían a motivos concretos y jamás los entendí. Supongo que los setenta eran así, o sea un tanto descalabrados. Lo mejor que sucedió en aquella frontera lo protagonizó una española audaz. Lo suyo supuso un chispazo genial. Ya saben ustedes que los productos porcinos no gozan de buena fama entre los mahometanos. Pero claro, unos verdaderos españoles, incluso en tierras de mezquitas, necesitan su ración de buen jamoncete. Así pues, aquella mujer, tras comprar un señor jamón, lo envolvió entre paños infantiles, lo colocó sobre su regazo y, cuando de regreso a Tánger el aduanero acercó su hocico, le soltó: «Oiga, usted perdone, pero no me despierte al bebé ahora que por fin lo he dormido». El aduanero, muy cortés, retrocedió de inmediato. Aquella anécdota se celebró ampliamente en el seno de la colonia española. Y la mujer, qué derroche de imaginación, era mi madre. De momento, cuando enchufen las fronteras en Cataluña, creo que no tendremos problemas con el jamón. De momento.
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