Aula de Cultura de ABC
«Baroja es un ser tan libre que molestaba antes y molesta ahora. No es de ningún grupo»
Familiares y expertos en la obra barojiana destacan la vigencia de sus libros el día de su 150 aniversario

Contaba Miguel Delibes que, en una visita que le hizo a Pío Baroja, cuando este calzaba boina y recibía en su casa a todo aquel que le quisiera dar conversación hasta la hora de cenar –«tíos simpáticos y tíos pesados y entre todos formaban una tertulia»–, discutieron porque el autor vasco no se creía que la primera edición de 'La sombra del ciprés es alargada' hubiera vendido 5.000 ejemplares en poco menos de dos meses. Baroja era ya viejo, aunque «muy alejado de la imagen de oso feroz con que solían presentarle», y no iba a vivir mucho más en esa España en la que se empezaba a comprar libros. «Que no, que no, qué me va a decir usted a mí, que llevo cincuenta años en el oficio», decía Baroja. «Es que han comenzado a leer las mujeres, don Pío», le dijo Delibes. «Ah, si se han puesto a leer 'esas', entonces no digo nada».
En ese medio siglo de oficio, Baroja firmó obras tan relevantes para la literatura española como 'El árbol de la ciencia' o 'Camino de perfección', escribió ensayos y también artículos en prensa. Se definía como «un hombre humilde y errante» y «un fauno reumático que ha leído un poco a Kant». Miembro de la Real Academia Española, Baroja es una figura clave para entender la generación del 98; es uno de esos tres autores, junto a Azorín y Ramiro de Maeztu, que abrieron esta nueva corriente literaria. Tuvo lectores numerosos, aunque no fueron multitud, y su nombre incluso llegó a sonar para el Nobel. Nombrado recientemente hijo adoptivo de Madrid, porque en la capital escribió la mayoría de sus libros, este miércoles se han cumplido 150 años de su nacimiento entre homenajes, como el que le dispensó el Aula de Cultura de ABC en el Círculo de Bellas Artes.
«Era hipercrítico, pero no agresivo ni hostil, tampoco era una persona hosca ni misógina, como se decía»
Carmen Caro
Escritora, sobrina nieta de Baroja
«Hacemos esta edición con una emoción especial», dijo Carlos Aganzo, director del Aula de Cultura. «Podemos celebrar el día con los miembros de su familia y con sus seguidores y estudiosos. Un verdadero lujo». Le acompañaban en la mesa Soledad Puértolas, escritora y miembro de la Real Academia Española, que dedicó su tesina a Baroja; Iñaki Ezquerra, escritor, crítico y fundador del Foro de Ermua, y dos sobrinos nietos: Pío Caro-Baroja y Carmen Caro, también escritores.
Carmen, la primera en intervenir en la tertulia, recordó la imagen familiar de Baroja, que nada tenía que ver esa fama de «hostil o agresiva», tampoco de «misógina» que muchos han tenido de él. «El tío Julio, su discípulo intelectual más directo en la familia, decía que era complaciente y risueño. Claro que era hipercrítico, pero lo que se contaba en casa no tenía nada que ver con lo que se decía en la calle». En ese sentido, Pío Caro-Baroja apuntó que se han repetido demasiados lugares comunes sobre el escritor: «Estamos hartos de tópicos. Hemos tenido que escuchar muchísimas cosas sin fundamento alguno. En época de Franco, fue un refugio para la gente progresista, porque reflejaba el anticlericarismo; y con la democracia se le ha tildado de todo lo contrario».
«Fue una bocanada de espíritu libre. Se permitió decir absolutamente lo que pensaba»
Soledad Puértolas
Escritora y miembro de la RAE
Pese a esa radicalidad que sin duda tuvo a la hora de escribir, porque «decía lo que pensaba», siempre «sin imponernos una visión», dijo Puértolas: «Desde luego debía de ser una persona afable y risueña, porque «hay mucha ternura en él, en su manera de tratar a los personajes». Tanto en los varones como en las mujeres. Como resumió Puértolas, Baroja «fue una bocanada de espíritu libre» en su momento: «Se permitió decir absolutamente lo que pensaba. Es un ser tan libre que molestaba antes y sigue molestando ahora. Porque no responde a ningún grupo, no es portavoz de nadie. Su obra supuso el modelo de un tipo de novela mucho más individualista, fuera de prejuicios». Un tipo de escritura «actualísima», según Ezquerra, Baroja «conecta con la tradición de Estados Unidos, donde siempre ha habido una generación de novelistas que reflejaban la sociedad, como Fitzgerald, Roth o Wolfe».
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Baroja es, y en esto coincidieron todos, un escritor absolutamente moderno. «La modernidad hoy se puede definir en que suene a verdad, pero no a imposición -señaló Puértolas-. Pocos escritores españoles. Lo tiene Cervantes y lo tiene Baroja».
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