El pequeño campamento militar (hoy ciudad) desde el que los Reyes Católicos arrancaron el Imperio español

El doctor en Historia José Soto Chica habla pausado y sereno, como hace siempre. Aunque se atisba ese punto de emoción que da a todo español recorrer su tierra natal. «Yo jugaba por estas calles de pequeño». Sonríe. Para él, la ciudad de Santa Fe tiene un color especial. Porque los futuros Reyes Católicos la levantaron en 1491 a la sombra de la Alhambra para cercar al último sultán de Al-Ándalus; porque fue la capital del reino durante casi dos años y porque fue en ella donde se firmaron la rendición de Granada y las Capitulaciones con Colón. Pero también porque fue el epicentro desde el que España se convirtió en un imperio global. «Desde aquí se completó el orbe», sentencia.

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Y eso, le pese a quien le pese. «También hay una placa similar –Km. 0 del Descubrimiento– en Palos de la Frontera, el puerto desde el que partió Colón…». Nuestro comentario ataca a la espinilla, pero el experto no se achanta. «Las carabelas se dotaron, se prepararon y partieron desde allí gracias a una orden real firmada entre estos muros. El primer paso del camino a América se dio aquí. Por eso, este año inauguramos la I edición del Festival de Literatura Histórica de Santa Fe; para explicar al mundo la importancia de esta ciudad», responde con su perenne sonrisa. Aceptamos la derrota.

Hoy, los organizadores y colaboradores de este festival nos narran el pasado de Santa Fe; mascarón de proa de sus majestades católicas durante la recta final de la Reconquista. Aunque, como toda buena historia, hay que retroceder algunas páginas del calendario para hallar su origen: hasta abril de 1491, cuando Fernando abandonó Sevilla al frente de sus ejércitos con el objetivo en mente de rendir Granada. Que vaya que lo había intentado el monarca durante una década, pero nunca con tanto ahínco. «En esta ocasión, ordenó construir una ciudad para enviar un mensaje dentro y fuera de la península. A Boabdil le decía que aquella no iba a ser una guerra más, que no se irían hasta vencer; a las potencias europeas y al Imperio otomano, que su poder no tardaría en proyectarse hacia el exterior», desvela Soto Chica.

Don Fernando seleccionó el enclave con mimo: un cruce de caminos entre Jaén, Sevilla y Málaga a menos de dos decenas de kilómetros de la Alhambra. Pero Roma no se hizo en un día, y primero tocó aposentar sus barbas y las de sus 50,000 hombres en un campamento provisional: el Real. Así lo confirma un hombre que ha dedicado su vida a estudiar la urbe: Jesús Bienvenido Ruiz Godoy. En 'El patrimonio histórico artístico de Santa Fe (I)', el doctor en Historia del Arte destruye mitos y apuntala verdades sobre este tema: «Los archivos demuestran que las obras empezaron el 26 de abril, pero se había planteado mucho antes, Una carta de octubre de 1490 ya apercibía a Sevilla de que sumara gentes a la construcción».

Ruiz atesora un torrente de datos; buena parte de ellos, misivas en las que los monarcas solicitaban a las poblaciones colindantes un ejército de artesanos para colaborar en la tarea. Desde carpinteros, hasta tapiadores y muleros. Todos ellos comenzaron la construcción alrededor de cuatro puertas que, todavía hoy, resisten el paso del tiempo, Cada una, orientada hacia un punto cardinal. «Existen muchos mitos sobre el proceso. El más extendido afirma que se edificó en solo 80 días, pero tardó mucho más. El segundo dice que los Reyes Católicos comenzaron a levantarla después de un incendio en el Real el 14 de julio. No fue así. Este simplemente aceleró el proceso», completa.

Durante el paseo, Soto Chica nos muestra el lugar exacto al que se mudaron los monarcas tras el incendio: el mismo corazón de la urbe. «Santa Fe fue la máxima expresión del ideal renacentista de los Reyes Católicos, los dirigentes con la corte más moderna de su tiempo. En ese marco mental recuperaron el plano hipodámico como prototipo de ciudad ideal», explica. «¿Hipodámico?», preguntamos. El concepto nos suena a chino. «¡Claro!». El experto señala la calzada. «Los grandes filósofos clásicos consideraban que la urbe perfecta debía contar con calles rectas que se cruzaran entre sí y desembocaran en una plaza de armas central». El resultado fue equivalente a un campamento romano, de esos con 'pilum' y 'gladius'.

Aquella ciudad perfecta, corrobora Ruiz, se ensayó en Santa Fe y sirvió como modelo para las nuevas capitales que se llevaron, años después, al Nuevo Mundo: «No se suele explicar, pero España contaba con los mejores ingenieros de la época. Algunos de ellos como Ramiro López, cuyos diseños de baluartes se usaron primero en Francia, y luego en las Américas». Soto Chica firma debajo de las palabras de su colega; para él, su ciudad natal fue una suerte de «laboratorio de pruebas» que se exportó al otro lado del Atlántico. «Estaban inaugurando una nueva era. Anhelaban recoger el testigo de ese Imperio romano que había perecido en Constantinopla y ser los nuevos adalides de la Cristiandad», finaliza.

Soto Chica solo acaba de arrancar. Mientras esquivamos a los cientos y cientos de personas que recorren el centro urbano –Santa Fe recuerda estos días las Capitulaciones con mil actividades y un mercado medieval– saca del zurrón la inmensa retahíla de historia que atesora esta ciudad. «¿Sabías que fue capital de España?». La pregunta nos pilla a desmano, pero el buen profesor acude al rescate: «Por entonces la capital estaba donde estaban los reyes. Es lógico: a ellos les seguía todo el aparato de Gobierno. Y, desde abril de 1491 hasta mayo de 1492, fue aquí, en estas calles que pisamos, donde se debatió sobre política internacional y nacional y dónde se dirimió el destino de España».

Por eso se firmaron en esta urbe documentos clave para la historia de la península. Así nos lo narra nuestro buen 'cicerone' mientras abrimos la puerta del Instituto de América, donde nos aguarda Luisa Roger Corral, técnico del Archivo Municipal. Por sus manos han pasado todo tipo de informes y papeles de época. De hecho, nos muestra con mimo el primer libro de Acuerdos de Cabildo de la urbe, fechado en 1577. En sus almacenes no están las Capitulaciones, eso es responsabilidad de otras instituciones, pero las conoce al dedillo: «En ellas se pusieron las condiciones entre la Monarquía y Colón para el descubrimiento. El marino pedía muchos privilegios. Entre ellos, el título de Almirante de las mares océanas». Tras rechazar unas pocas y aceptar otras tantas, Isabel y Fernando iniciaron el proceso de unir el mundo.

Esta ha sido nuestra última parada. Roger nos despide mientras Soto Chica se prepara para presentar la primera conferencia del festival. Aunque tenemos unos minutos para una pregunta más: ¿Qué pasó con Santa Fe tras de la marcha de los reyes en 1492? «Se hizo un repartimiento de tierras entre los vecinos; las autoridades les entregaron privilegios a cambio de que vinieran a la urbe. Fue poblada por cristianos viejos y antiguos soldados con órdenes de reaccionar ante un posible levantamiento morisco en Granda», explica.

Poco a poco, con el paso de las décadas, perdió su antigua preponderancia ante la colosal Granada. Vuelve la duda… ¿Recuperará su vieja gloria esta ciudad? Y Soto Chica vuelve a sonreir: «Para eso estamos nosotros aquí».

La bella y coqueta Santa Fe se ha puesto el traje de fiesta este fin de semana para acoger la primera edición del Festival de Literatura Histórica; una de las muchas que se replicarán en los próximos años, según han admitido a ABC sus organizadores.

El congreso se ha celebrado del 17 al 21 de abril en el Instituto de América de Santa Fe –levantado sobre el mismo suelo en el que se asentaron los Reyes Católicos a finales del siglo XV– y ha contado con la participación de una veintena de escritores, periodistas, historiadores y editores. Todos ellos, con un objetivo en mente: demostrar a golpe de conferencia la importancia de esta ciudad en la historia. Porque, como han explicado muchos de ellos, la urbe fue uno de los focos que alumbró el paso de la Edad Media a la Moderna en la península.

El festival arrancó el viernes con un pregón de José Soto Chica. Al doctor en Historia le siguió un vídeo de 'Academia Play', uno de los canales de historia en español con más seguidores en YouTube, en el que se explicaba el origen de la ciudad y el porqué, con Santa Fe, el mundo comenzó a ser global.

«El pequeño pueblo granadino de Santa Fe expandió los horizontes geográficos y culturales de Europa. Desde Santa Fe se culmina la restauración de la España perdida y se establecen, gracias a las capitulaciones con Colón, las bases para una red global de comercio e intercambio cultural. No somos conscientes de lo importante que fue Santa Fe, no solo para España, sino también para Europa y el mundo. Santa Fe es el kilómetro cero de la modernidad y la globalización. España, como han apuntado muchos autores, gracias al ideal de Reconquista (y a sus dinámicas) acaba expandiéndose por el mundo, ensancha el orbe, el famoso 'plus ultra'. La Reconquista no termina en Granada. Donde realmente cuaja ese ideal imperial –Iñigo de Mendoza hablaba de 'afán imperialista'– gestado tras la Guerra de Granada no es en África con Pedro de Estopiñán, sino en su proyección en América», afirma a ABC Javier Rubio Donzé, el responsable del canal 'Academia Play'.

Y de ahí, al viernes, día en el que el escritor Jordi Serra i Fabra rompió el hielo con una charla coloquio en la que se analizó su obra. Y no es para menos, ya que este autor, especializado en novela infantil y juvenil, atesora decenas de libros a sus espaldas como 'Kafka y la muñeca viajera', 'Yo, Elisa' o 'El asesinato del profesor de matemáticas'. Todo ello fue acompañado de otras tantas presentaciones, talleres infantiles, proyecciones y mesas redondas relacionadas con la novela, la historia de la región y la cultura en general.

En los días posteriores, una infinidad de profesionales de la historia analizaron la situación en la que se halla la divulgación de nuestro pasado o el devenir y los límites de la novela basada en hechos reales.