Barrio Húmedo

Luis de Paz es un ingeniero que, tras años de trabajo en importantes empresas, ha decidido dedicarse a la hostelería. Y lo ha hecho trayendo a Madrid una embajada de su León natal en forma de taberna a la que le ha puesto un nombre inequívoco, Barrio Húmedo, en homenaje a la popular zona de vinos. Abrió el pasado mes de enero justo enfrente de El Retiro, en esa calle de abundante oferta hostelera que es Menéndez Pelayo. «Taberna española con alma leonesa» la define su propietario. Y en efecto es más una taberna que un restaurante.

El comedor sembrado de mesas altas (sin mantel) y además una barra, inutilizada estos días por las restricciones. También dispone de una pequeña terraza en la calle. Pude visitar esta casa pocos días antes del cierre de marzo y ya me causó una buena impresión, impresión que incluso ha mejorado en una segunda visita estos días tras subsanarse algunos fallos propios del rodaje inicial. El local de Barrio Húmedo no dispone de salida de humos, inconveniente que De Paz ha resuelto apostando por una amplia lista de platos fríos, aunque sin renunciar a los calientes, que preparan en unos hornos especiales. Por eso las excelentes chacinas leonesas tienen un gran protagonismo. Cecina con indicación geográfica protegida (15 €), chorizo picante (11) o el salchichón de Coladilla (11) son algunas de ellas, todas perfectamente seleccionadas. También en ese apartado aparece la lengua de vaca curada (12). En la primera etapa la hacían con un alioli gratinado, pero resultaba demasiado pesada. Ahora han optado por acompañarla con una vinagreta que le va muy bien, aunque no estaría mal rebajarle la cantidad de sal porque la lengua ya es salada de por sí. También leoneses los estupendos pimientos del Bierzo que van junto a una sardina ahumada (14), una combinación algo pesada. Para remarcar ese aire de León, la ensaladilla rusa (12) se llama cazurra y se le incorpora congrio, uno de los pescados más populares de la gastronomía de aquella provincia. La nuestra llega demasiado fría a la mesa, pese a lo cual está buena. También los escabeches son propios de tierras leonesas. Siempre tienen alguno. Pruebo el de presa ibérica (12), bastante equilibrado. No se pierdan las patatas revolconas con pulpo (16), uno de los mejores platos de la carta, ni el notable bacalao al ajoarriero maragato (16), bien cargado de pimentón. De postre, recomendable la tarta de queso de Valdeón (4,50), mientras que la manzana reineta del Bierzo en compota con miel y helado de violeta no aporta gran cosa. En línea con la comida, destacada presencia de vinos leoneses (el abuelo del propietario tuvo un almacén de vinos en León), a los que se añade una cuidada oferta de champanes que se puede ver en una pizarra.

No cierra (excepto 25 de diciembre y 1 de enero). Terraza.