Fútbol sala
Terremoto reglamentario en la liga española: saques de banda con la mano o con el pie
Real Federación Española de Fútbol
Los jugadores podrán elegir de qué manera ponen el balón en juego, en una regla que solo aplicará el futsal español a modo de prueba
Monchi Carosini, de las zapatillas a la bata blanca

Como todo deporte el fútbol sala ha evolucionado y ha cambiado notablemente en las últimas décadas. Lo ha hecho hacia un deporte mucho más físico, con jugadores que son auténticos atletas; mucho más táctico, con los protagonistas encorsetados por los sistemas de entrenadores reacios al riesgo; y con reglas que fueron alterando su espíritu fundacional, que pretendía cimentar el juego en el espectáculo, premiando la habilidad y el atrevimiento de los deportistas.
Cuando el fútbol sala alcanzó su primera edad dorada en España, allá por los años 90, abarrotando pabellones por todo el país y ofreciendo partidos épicos de marcadores abultados, las reglas eran bien distintas. Los porteros no podían salir y tocar el balón fuera de su área, los característicos saques de meta con la mano no podían atravesar la línea de medio campo sin botar antes en campo propio, y se sacaba de banda o desde el córner con la mano. Estas normas, unidas a la protección de los jugones con el bonus de cinco faltas que enviaba la sexta y consecutivas al punto de doble penalti, crearon la identidad de este deporte, haciéndolo tremendamente dinámico y muy divertido de ver.
Aquellas reglas obligaban a todos los equipos, punteros y humildes, a saber sacar la pelota jugada. También dificultaban la labor de los porteros, pero engordaban los marcadores y favorecían las alternativas durante los partidos. Y daban muchas más opciones a la hora de poner la pelota en juego desde las bandas o las esquinas.
Del vértigo al ajedrez
Pero entonces llegó la FIFA para acoger al fútbol sala bajo su ala. Aportó seguridad económica a un deporte que sufría mucho en ese aspecto, pero poco a poco introdujo una serie de cambios que, unidos a la proliferación de jugadores cada vez más atléticos y técnicos cada vez más intervencionistas y exigentes, transformó su esencia.
El objetivo del organismo rector del fútbol mundial era igualar a los países donde se comenzaba a practicar este deporte con sus tradicionales dominadores. Y en buena medida lo consiguió, pero como algunos técnicos reconocen y critican pasados los años, lo hizo igualando a todos por abajo e impidiendo que los nuevos practicantes se esforzaran en lograr la excelencia que países como Brasil o España habían alcanzado.
Todos comenzaron a trabajar a fondo y exprimir las nuevas reglas y las líneas marcadas por los de arriba. El saque de banda con el pie, la posibilidad de que los porteros pudieran salir de su área para jugar cinco segundos en su propio campo o sin límite de tiempo en el contrario, el uso del portero-jugador y, por supuesto, la permisividad en los contactos. Sin duda la más flagrante de las contradicciones, pues en las últimas décadas ha supuesto la desprotección de las grandes figuras ante el poderío de las defensas.
Incluso así Brasil o España siguieron ganando, jugadores como el brasileño Falcao o el portugués Ricardinho siguieron asombrando al mundo, pero cada vez con mayor dificultad. Se abrió el abanico de los títulos a otros países, como Argentina o Portugal, últimos campeones del mundo, y brillaron otros jugadores como Ferrao o Pito, pero el juego se resintió notablemente.
Del vertiginoso fútbol sala de hace décadas se pasó a un deporte mucho más rígido, con jugadas prefabricadas y defensas casi imposibles de superar. De partidos que propiciaban un sobresalto tras otro se pasó a auténticas partidas de ajedrez, que también tienen su mérito pero suponen una traición en toda regla a lo que fue el fútbol sala en sus inicios. Lo que en la práctica ha provocado una pérdida de interés de los aficionados y la consecuente caída de las audiencias. Una losa para un deporte que en su día llegó a discutir el segundo escalón de las audiencias al baloncesto.
Vuelta a los orígenes
Ya sea por las señales de alarma denunciadas por los expertos o por los demoledores datos de audiencia el fútbol sala finalmente parece reaccionar, y para tratar de cambiar la tendencia ha apostado por introducir novedades. O más bien por regresar a los orígenes. Así, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) propuso a la FIFA cambiar tres reglas a modo de experimento: que el jugador pueda decidir si saca de banda con el pie o con la mano, que el saque del portero no pueda atravesar el centro del campo sin que el balón bote antes y que las tarjetas amarillas al banquillo se consideren faltas acumulativas.
Las dos últimas propuestas todavía no han recibido la aprobación de la FIFA para poder ser efectivas, pero sí lo ha hecho la primera, que podrá verse ya esta temporada en la liga española. Así, cuando un jugador tenga que poner la pelota en juego desde la banda tendrá la libertad de decidir si lo hace con el pie, como en los últimos años, o con la mano. Será curioso comprobar cuál de las dos formas es finalmente la más elegida, pues los nostálgicos de los primeros tiempos de este deporte siempre han defendido que el saque con la mano aumentaría el número de goles y también su espectacularidad.
El cambio se ha comunicado de forma oficial en la primera reunión técnica con los clubes y jugadores, previa al inicio de la liga, que han mantenido en los árbitros de Primera y Segunda en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde estos se encuentran concentrados para pasar las pruebas físicas.
Durante la reunión, presencial y telemática y que contó con la asistencia de José Miguel Monje, presidente del Comité Nacional de Fútbol Sala (CNFS), se repasaron distintos aspectos sobre la interpretación de las reglas, así como la incorporación de estas nuevas reglas de cara al cercano inicio de la temporada 2024/25.

Los árbitros mantienen esta reunión cada campaña para invitar a todos los participantes a presentar sus aportaciones y poner en común todas las propuestas que ayuden al desarrollo del fútbol sala y a una mejor convivencia de todos los protagonistas implicados en los partidos.
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