CRÍTICA DE:
'La versión de Judas', de Manuel Moyano: la fiel cualidad de lo maravilloso
NARRATIVA
Vuelve al cuento el escritor cordobés, uno de los mejores de nuestra literatura actual, con su prosa limpia de pedanterías y fino humor
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Después de dieciséis años, desde la publicación de 'El experimento Wolberg', Manuel Moyano (Córdoba, 1963), uno de los mejores cuentistas con que contamos en nuestra literatura actual y que había tenido su momento de gloria con 'El amigo de Kafka' y 'El oro celeste', ... amén del libro antes citado, vuelve al género que le hizo famoso con este 'La versión de Judas'.
'La versión de Judas' cuenta con diez relatos muy lejanos unos a otros en el tiempo, median veinticinco años entre el más antiguo y el más actual pero que no se deja notar, tal es la unidad conceptual y estilística de volumen, y además, tan identificables con su obra anterior, esa estudiada prosa limpia de pedanterías y de falsos estilismos, imbuida además de un fino humor e ironía que es la impronta de una literatura inteligente, lo que en estos tiempos que corren se agradece hasta límites insospechados, tan inteligente y tan consciente de los poderes narrativos por mor de la propia estructura del relato que es capaz de sacrificar lo real a lo verosímil, como aplaudiría su mentor Jorge Luis Borges, practicante asiduo de tal hechicería.
RELATOS
'La versión de Judas'

- Autor Manuel Moyano
- Editorial Talentura
- Año 2024
- Páginas 114
- Precio 15 euros
Hay que decir, sin embargo, que aunque Moyano saltó a la palestra literaria de la mano del cuento, mantiene una relación de igual excelencia con la novela, 'El imperio de Yejorov'; 'La coartada del diablo'; 'La agenda negra'; 'Los reinos de Otrora', así lo atestiguan, al igual que los libros de viajes, su otra obsesión, donde nos topamos con 'La travesía americana', 'Cuadernos de tierra' o 'La frontera interior'.
En estos nuevos relatos nos encontramos, además, ay, la magdalena de Proust, con ese modo de afrontar lo literario donde se le notaba desde luego la impronta borgiana, pero asimismo la de Kafka, y esto no es difícil de dilucidar teniendo en cuenta que algún que otro libro suyo se titula con el nombre del autor de 'El castillo' y, más escondida, la actitud de un Juan José Arreola que como el mexicano tiende al secretismo por pura timidez.
Aunque saltó a la palestra literaria de la mano del cuento, mantiene una relación de igual excelencia con la novela
Lo cotidiano, lo que se nos aparece como la costumbre aparencial, va poco a poco en estas páginas transformándose en algo fantástico que puede adquirir los rasgos de lo monstruoso, incluso lo imposible. Así, ese humor que aparece ya en el primer párrafo de 'Así murió Mamadou': «En aquella guerra sólo hubo una baja. Se llamaba Mamadou, era de raza negra y trabajaba como oficinista en la embajada alemana en Harare, capital de Zimbabue».
O ese desconcierto metafísico en 'La bufanda roja', donde un viajante de comercio se mete en un tren sin destino y del que sólo se puede huir saltando del mismo en marcha; 'La ciudad soñada', por el contrario, posee las cualidades de lo mejor del cuento clásico, ese fervor del mito en que un ciego y su hijo traspasan las columnas de Hércules y se topan con la Atlántida y que recuerdan la pasión y a la vez, la aceptación de lo maravilloso que nos encontramos en 'Las mil y una noches' y que enlaza con la modernidad a través de Lovecraft. Relatos extraordinarios, como el muy borgiano 'El libro' del que sólo puedo dar cuenta, así como de la rara calidad de los restantes. Un hermoso libro y un hermoso retorno.
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