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Cinco centrales eléctricas de Asturias que son monumentos del patrimonio industrial

El arquitecto y artista Joaquín Vaquero Palacios creó entre los años 40 y 70 cinco centrales eléctricas realmente imponentes en el Principado

Asturias minera: las 'catedrales' del carbón, el acero y la electricidad

Vista general del interior de la central hidráulica de Proaza cedida
Manuel Muñiz Menéndez

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En las construcciones industriales, lo artístico suele quedar ausente u ocupar un papel menor. La belleza de estos lugares a menudo depende del entorno o es secundaria a las consideraciones prácticas. Pero a lo largo de cuatro décadas, entre 1946 a 1978, una saga familiar en la que se unían ingeniería, arquitectura, escultura y pintura creó en Asturias cinco centrales eléctricas en las que el arte ocupó en todo momento un lugar central.

El autor máximo de estos cinco monumentos fue el arquitecto y pintor Vaquero Palacios, pero la saga familiar comenzó con su padre, Narciso Hernández Vaquero, ingeniero abulense y cofundador de Hidroeléctrica del Cantábrico, quien decidió construir un gran embalse en Grandas de Salime, en uno de los valles más agrestes del occidente asturiano. Don Narciso decidió encargarle la construcción de la correspondiente central hidroeléctrica a su hijo, quien pidió ayuda a su propio retoño, Joaquín Vaquero Turcios, también arquitecto, pintor y escultor.

La obra de la central de Grandas de Salime llevó casi diez años, de 1946 a 1955, y el resultado quizá sea el más espectacular de todos. Vaquero Palacios dejó claro que lo que quería era hacer un diseño completo, desde lo más monumental hasta los detalles más pequeños, desde la fachada hasta el mobiliario o los mandos de la sala de control. Todo está cargado de simbolismo, como el bajorrelieve sobre la entrada, que representa el ciclo por el que el agua da lugar a la energía. O las barandillas de las escaleras, que imitan cables de cobre. Pero el corazón de esta catedral es la sala de turbinas, un inmenso espacio atravesado de lado a lado por dos murales pintados por Vaquero Palacios y Vaquero Turcios. Uno, casi abstracto, evoca una chispa eléctrica. El otro, realista, cuenta la historia de la central: la llegada de Narciso H. Vaquero al valle, la construcción, el pueblo que quedó bajo las aguas de la presa, los obreros y los ingenieros trabajando juntos, los transformadores generando electricidad... Un gran retablo que no pudieron completar hasta años más tarde, ya que inicialmente el régimen franquista no le dejó incluir los retratos de Einstein, Planck, Freud y Picasso como homenajes al genio creador.

El triunfo que fue la central de Salime permitió que sólo un año después empezase a trabajar en la de Belmonte de Miranda. Esta también impresiona desde antes de acceder al interior, ya que la verja de entrada está 'guardada' por dos inmensas figuras en bajorrelieve, talladas en grandes bloques de hormigón. Dentro, consiguió que un edificio excavado en la roca pareciese lleno de luz con una serie de falsas ventanas.

Imagen principal - En  la foto superior, la Central Hidráulica de Tanes. Sobre estas líneas, a la izquierda, la central hidráulica de Miranda; a la derecha, la sala de turbinas de la central de Grandas de Salime
Imagen secundaria 1 - En  la foto superior, la Central Hidráulica de Tanes. Sobre estas líneas, a la izquierda, la central hidráulica de Miranda; a la derecha, la sala de turbinas de la central de Grandas de Salime
Imagen secundaria 2 - En  la foto superior, la Central Hidráulica de Tanes. Sobre estas líneas, a la izquierda, la central hidráulica de Miranda; a la derecha, la sala de turbinas de la central de Grandas de Salime
Patrimonio industrial En la foto superior, la Central Hidráulica de Tanes. Sobre estas líneas, a la izquierda, la central hidráulica de Miranda; a la derecha, la sala de turbinas de la central de Grandas de Salime

Ya en los años 60 se construyó la central de Proaza, junto al comienzo de la conocida Senda del Oso. Su exterior de bloques geométricos de hormigón confirma a Vaquero Palacios como uno de los mejores representantes del brutalismo en España. En el interior, la decoración evoluciona hacia la abstracción, aunque también recuerda a los diagramas de circuitos eléctricos. Ese paso a la abstracción también se ve en la fachada de la central de Aboño (a las afueras de Gijón). Esta es la única de estas centrales que no es hidroeléctrica, sino térmica, por lo que Vaquero Palacios pudo dejar su marca en menos espacios.

Pistas

  • Cómo visitarlas. En la actualidad, estas cinco centrales son gestionadas por la compañía eléctrica EDP, que organiza visitas a todas ellas, las cuales se pueden solicitar a través de su página web https://espana.edp.com/es/programa-de-visitas (otras-instalaciones). La mayoría se visitan los miércoles por la mañana. Las excepciones son la de Salime (jueves por la mañana) y la de Miranda, que sólo se visita en verano, en colaboración con el ayuntamiento local.

Aún con más de 70 años seguía trabajando este arquitecto. Entre 1970 y 1978 construyó su última central, en Tanes, al sureste del Principado. En ella volvió a los motivos abstractos, pero además le dio un gran protagonismo a la roca viva, que parece estar intentando entrar a borbotones en la sala de turbinas. Un final espectacular para una serie de proyectos que demostraron que la industria también puede ser bella.

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