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Pesadilla en la cocina

Los empleados de un restaurante se rebelan contra Chicote

«Pesadilla en la cocina» acudió a «A la parrilla», en Badajoz, para intentar solucionar los serios problemas de organización que tenían en cocinas

Alberto Chicote ante los ataques del restaurante «A la parrilla» ATRESMEDIA

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Este jueves, «Pesadilla en la cocina» se dirigía hasta Badajoz capital para atender «A la parrilla» , un céntrico local que, a pesar de llevar más de medio siglo abierto para los pacenses, se ha quedado desierto de un tiempo a esta parte. Según Toni , el dueño del local, todo cambió en el momento en el que su madre se retiró de la cocina, teniendo que incorporar a dos nuevas personas al restaurante: Herme , esposa de Toni y jefa de cocina, y Sonia , la cocinera.

A la llegada de Chicote , Toni le estuvo explicando la situación por la que pasaba el establecimiento, especialmente desde 2007, momento en el que su madre decidió dejar las cocinas de «A la parrilla». Para probar los platos de la carta, el chef escogió algunas de las especialidades de la casa: unas patatas bravas «de bote» , un bacalao a la nata que podría llamarse «estropajo a la nata» y, entre otras cosas, unas croquetas que «no se rompen ¡Son indestructibles!» .

A Sonia los comentarios del chef no le sentaron nada bien. «Hay mucha gente pasando hambre , y esos platos se los comían de buen gusto. Y él los desprecia. Pues no me parece», comenzó diciendo, antes de empezar a atacar directamente al cocinero que había acudido a su rescate. «Lo que me diga el Chicote me la bufa» , comentó en «Pesadilla en la cocina» .

Al momento de bajar a las cocinas, Chicote no encontró demasiada suciedad, aunque se topó con un horno estropeado que era necesario para los platos de la carta y una cucaracha corriendo por la cocina. La cocinera, cruzada con el chef, aseguró que «los bichos tienen derecho a vivir también» , y mientras inspeccionaba las cámaras frigoríficas le espetó que «guapo no eres, la verdad» . Y el primer servicio no iba a ser nada sencillo.

La falta de organización marcó la salida de platos, llegando al punto hasta que los comensales aplaudían cuando les llegaba algo de lo encargado. El dueño del local se escudaba en que «capacidad de mando no tengo», y era incapaz de hacerse con las riendas del cocinado. Mientras, en la sala, la tensión saltaba por los aires, y el camarero Juanfran le dedicó un «vete a tomar por culo» a Chicote , que se convirtió en el objetivo de las críticas del equipo del restaurante. «La gente de Badajoz está sin civilizar», continuó diciendo Sonia, y todo porque los clientes no pedían los platos que más interesaban sacar desde cocinas.

Al día siguiente, Chicote intentó mostrarle que hay una solución para el local, pero pasa por admitir los problemas , aceptar las críticas y trabajar en pos por el bien del establecimiento. Para ello, el segundo servicio bajo la vigilancia de Chicote sería fundamental: los clientes tendrán dos tarjetones, uno verde y otro rojo, y dependiendo de la experiencia valoren el servicio del que disfrutaron.

Según iban llegando los clientes, se les entregó las tarjetas. Pero, nada más empezar el cocinado, empezó la tensión. Sonia empezó de nuevo a cometer errores al preparar los pedidos, y ante las críticas del chef de «Pesadilla en la cocina» , empezó a buscar excusas para no asumir su responsabilidad. «Chicote me toca los cojones. Parece una mosca cojonera que me orea. Me desalinea todos los chacras. Es machacante», sentenció.

«La actitud en la cocina no es la más idónea. Ya hemos visto como se pone Sonia y no escucha ni razona», comentó Toni, mientras que la cocinera sentenció el tema con un «no voy a cambiar por nada ni por nadie» . Además, Herme, encargada de la parrilla, no acertaba con los puntos de la carne. «Esto no acaba bien ni aunque aparezca San Gabriel», dijo Chicote al ver que el segundo servicio no iba a servir para que el equipo de «A la parrilla» reaccionara.

Al finalizar el servicio, Chicote comprobó que se habían entregado siete tarjetas verdes, frente a las infinitas más rojas. «Me molestas. No me hace especial ilusión que me tengas que enseñar nada» , continuó diciendo Sonia, totalmente cruzada con el cocinero.

Para intentar enmendar la situación del local, quiso que Toni reaccionara para poder coger las riendas del establecimiento. Para ello, se citó con el dueño y su madre para que recordara los felices momentos que pasó en «A la parrilla» junto a ella, que recobrara las ganas para luchar por el establecimiento.

Para la reapertura, el equipo de «Pesadilla en la cocina» realizó una reforma completa del local, aunque manteniendo sus señas de identidad. Y, para un comienzo nuevo basado en el exitoso pasado, el programa le cambió el nombre al local por «Casa Cacenebo» , el nombre original del local que se mantuvo hasta la jubilación de la madre de Toni.

Solo fue entonces cuando Sonia parecía haberse relajado con el chef. «Ha merecido la pena», comentó la cocinera. Además, la carta también se había modificado de arriba a abajo. Esta estaba basada en productos locales de Extremadura, simplificando además muchas de las elaboraciones, facilitando la labor en cocinas. «Son mariconaditas, pero a mi también me apetecen de vez en cuando», continuó Sonia, mostrando que, aunque algo más amistosa, seguía teniendo cierta inquina hacia el chef de «Pesadilla en la cocina» .

En el momento de la reapertura, debían enfrentarse a un gran reto, especialmente no haber logrado ningún avance en los días previos . El equipo de «Casa Cacenebo» estaba muy motivado, pero tenían que conseguir un servicio perfecto. Pero el restaurante no se había preparado del momento: no habían comprado pan para dar a los clientes y en cocina no se sabían cómo preparar la nueva carta .

De hecho, incluso, aunque pensaban haberse aprendido los platos, se equivocaban a la hora de preparar las recetas, algo que provocaba que los platos tardaran mucho en salir a sala. Al final, Toni se metió en cocinas para intentar ordenar el caos que tenían en cocina, buscando que se ocuparan de preparar los platos en vez de ver qué había salido y qué no. De hecho, hasta Sonia tenía una nueva actitu d que facilitó que el servicio fuera funcionando.

Los clientes no se quejaban y se marchaban con un buen sabor de boca del nuevo local. A pesar del mal funcionamiento del primer momento, consiguieron salvar la reapertura gracias a que Toni se puso al frente del comandero, un gesto que mostró que había aprendido la lección. ¿Conseguirá sobrevivir este restaurante atendido por «Pesadilla en la cocina»? Habrá que esperar para comprobarlo.

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