¿Y los Ferrero Rocher, Isabel?
Los balcones en Sol ya no cotizan tanto porque todo se resuelve con una conexión de Jenni Hermoso
Ramón García, Ana Mena y Jenni Hermoso, en las campanadas de RTVE 2024

La vida es eso que pasa entre suspiro y suspiro. O lo que tarda en volver a cantar Mariah Carey. Es decir, casi nada. Dice Hobsbawm que la tradición es un invento, pero ya cuesta imaginar una Navidad sin la cantante vestida de mamá Noel. ... La vida también es ir creando nuevos recuerdos, mal que pesen.
Porque, sobra decirlo, las cosas no son como eran. Antes, y según se mire de esto ya hace mucho, la Navidad era la zambomba y no el móvil; era los catálogos de papel y las cartas a los Reyes, no la pelea de gallos de las marcas, de dulces o de embutido, que se reparten la nostalgia y se disputan el minuto de anuncios más lacrimógeno. ¿Dónde quedó el 'Hola, soy Edu'? Ya nadie sabe quién era ese chico... Y a Macaulay Culkin, por lo que sea, nadie le hubiera dejado solo en casa.
Antes, decía, Navidad era volver a casa. La familia. Mi abuela solía ponerme a bailar 'Querida Concha' en una silla. Ahora que vivimos en la era de la sobreprotección y que ella y Concha Velasco ya no están, quizás incluso la ocurrencia sería considerada un riesgo o, quizás, apropiación cultural por tocar las palmas, yo que soy gallega. Qué tiempos.
Los balcones en Sol ya no cotizan tanto porque todo se resuelve con una conexión de Jenni Hermoso. Navidad ya no es cuando lo marque el calendario sino cuando lo diga Abel Caballero, incapaz de llevar el AVE a Vigo pero empecinado en palidecer a Nueva York en cuanto a luces. ¿Que en el puente de diciembre va más gente a Madrid que a Vigo? Sujétame el cubata. Ya saben: «Very welcome everybody».
No es que antes fuéramos más originales, porque siempre hemos sido animales de costumbres. Dame una rutina y me comeré el mundo. Pero es que ahora todo es artificio, no hay nada si apartas las luces, los brillos y los colores, ni siquiera un triste mensaje moralizante. Frente a la volatilidad del tiempo, eso sí, nos queda ella, Isabel Preysler, la que permanece. La escuchas en su 'reality' navideño de Disney+, pero quien te mira es una réplica de plástico de lo que fue algún día. Nos vende la Preysler cuánto sufre en estas fechas, lo poco que le gusta la Nochebuena a pesar de todo lo que ha hecho ella por la tradición. ¿Dónde quedaron los Ferrero Rocher, Isabel? Ni el lujo es lo que era; pero queda ver sufrir a los ricos.
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