parrillada mixta
Posverdad y preverdad
La prefabricación de los 'realities' iguala a Jorge Javier con Zhang Yimou
Beatriz Pérez-Aranda y la paradiña
Carvajal, Gibraltar y las nuevas mordazas

Aún pendiente de calificación por género e ideología, categorías sociales que han sustituido ya a la tradicional clasificación por edad –aquello de los dos rombos, los menores acompañados y cosas peores–, no estamos en condiciones de pronunciarnos sobre la catadura moral del nuevo espacio de ... Jorge Javier Vázquez, profesional al que debemos la tipificación de 'Sálvame' como un programa de rojos y maricones. A la espera de que Vázquez se pronuncie sobre la naturaleza del público objetivo de su 'Diario', nos queda para ir tirando y escribiendo la reveladora secuencia que en el estreno del programa mostraba, hasta que la cortaron, cómo un par de invitados ensayaban su espontaneidad, valga la paradoja, en un escenario secundario y tutelado, con apuntador. «Quitamos ya –intervino el presentador– el sonido del búnker».
Vivimos tiempos revueltos, más que el agua del Sena. La autodeterminación de género y el sesgo político sustituyen a la edad en los carnés de identidad, y la preverdad reemplaza a una posverdad de la que casi nadie habla ya. Los 'realities' se prefabrican sobre plano y guión y las ceremonias inaugurales de los Juegos Olímpicos son una mezcla de secuencias pregrabadas y conexiones en directo, una combinación de pre y posverdades a medias que solo la lluvia, la que cayó en París, la que desembocó en el río, puede desenmascarar y dejar con el culo al aire. El hallazgo se atribuye a Zhang Yimou, realizador de la magna presentación de los Juegos de Pekín, superproducción cuyas trampas y cartones, propias de un régimen como el chino, han servido de modelo para posteriores retransmisiones en falso directo. Casi todo puede ser mentira en un tiempo en que la posverdad, agua pasada, aguas fecales, viene a ser una simple distorsión a posteriori, relectura interesada de lo ya ocurrido. La preverdad, en cambio, es más difícil de detectar. Gato por liebre, a la francesa o la cantonesa, según la receta tradicional que como buen chino Zhang Yimou copió de las retransmisiones del concierto de Año Nuevo de Viena, con números intercalados de danza grabados sabe Dios cuándo y protagonizados por parejas heteronormativas, quizá rojos y maricones, pero sin tipificar.
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