ANTOLOGÍA DEL RECUADRO
Las caminatas del cementerio
Publicado el 13 de septiembre de 1989
Siento amargarles la mañana. Toco madera con ustedes, toco hierro, que soy de aquí y sé cómo, lagarto, lagarto, en Sevilla estos temas dan así como un repeluco por cuerpo, un míedo...
—Miedo, no. Pánico...
Siento amargarles la mañana, pero voy a hacerles caer ... en ta cuenta de una observación que quizá se habrán hecho y que hasta ahora nadie ha formulado. ¿Ustedes se han dado cuenta de las caminatas que hay que darse en esta Sevilla cuando se va a algún entierro al cementerio? Y como cada día es más extendida la costumbre de ir hasta el cementerio (donde antes sólo llegaban los parientes muy allegados, en coches de caballos y tras el carro de los plumeros negros), pues cada día son más los sevillanos que se tienen que pegar unas caminatas inmensas por dentro del cementerio, que ya entierran en el mismo San Jerónimo. Quien va de acompañante, pase. Pero a quien se le ha muerto alguien, ustedes me dirán con el cuerpecito que va, el alma por la boca.
—Ea, menos mal que ya hemos llegado al Cristo de Susillo...
—Pues esto no es ná. Ahora tenemos que llegar lo menos hasta San Jerónimo...
A ustedes le dicen que tienen que ir andando detrás de un coche de La Nueva desde La Macarena hasta el cementerio y se lo piensan dos veces. Bueno, pues esto es lo que hay que hacer en cualquier entierro en Sevilla, pegarse lo menos sus buenos dos o tres kilómetros andando dentro del cementerio. De momento las personas mayores no pueden acompañar a sus seres queridos, porque teniendo las piernas como las tienen los pobrecitos, ustedes me dirán.
—No, que van a un entierro y el próximo es el de ellos, los pobres...
El caso es que se llega al Cristo de Susillo y allí no ha hecho más que empezar la caminata. Llevas ya un buen rato andando, y uno que va a la vera tuya te hace observar a la izquierda:
—Mira, ya hemos dejado atrás el puente dé San Jerónimo...
—No, que llegamos a San Jerónimo andando...
—A San Jerónimo y a Los Rosales, no es grande esto... Que nos esperen muchos años aquí los pobrecitos para otra caminata de éstas...
Y venga andar y andar. Cuando hace buen tiempo, bueno está. Pero la gente no se muere con buen tiempo. La gente se muere en enero, o en pleno verano, o cuando más llueve de marzo, imagínense, hasta San Jerónimo por los charcos. ¿Usted se ha fijado cómo trae los zapatos quien viene de un en- tierro en invierno? Es como la feria, pero en barro y en media pulmonía:
—Anda Manolo, tómate una copa de coñac, que si no, la semana que viene estamos dándonos otra caminata para llevarte a tí...
—¿Y por qué no te llevamos mejor a tí, María?
Humildemente pienso que esto también es Sevilla, y que de esto también se debe ocupar el Ayuntamiento. Y una solución debe haber para evitar estos sofocones a las criaturitas en tan malito trance. Entrar los coches más arriba, nó sé... Que piense el concejal de Cementerios, que para eso cobra. Pero algo tendrán.que hacer sino quieren que este invierno de cada entierro salgan cien más, entre medias pulmonías y caladuras hasta los huesos de los tres kilómetros de caminata del Cristo de Susillo a San Jerónimo.
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