Yolanda y José Félix

Soy partidario de la libertad artística de los creadores, pero mantengo una cierta renuencia cuando los imaginativos ocupan cargos de responsabilidad y pueden causarme daños nada colaterales, sino muy directos. El cuadro exhibido en una exposición puede que no me agrade, pero cuando salgo de la galería no influye en mi vida. En cambio, las encuestas y las estadísticas, sobre las que se asientan medidas administrativas de obligado cumplimiento, sí que me afectan.

A mí que en un ministerio haya una señora que haya descubierto que la masturbación le resulta más placentera que el coito me deja frío, y mi única reacción es acordarme del inteligente Woody Allen, que decía que esa actividad no era otra cosa que hacer el amor con la persona que más quieres y mejor conoces.

El problema es cuando los gustos personales de parte del personal de un ministerio se transforman en adoctrinamiento hacia la población y chocan con otros ministerios. Porque hay unos ocho millones de perros y unos siete millones de niños. Como los perros son más partidarios del coito que de la masturbación, dentro de diez años podemos estar en los doce millones de perros y los cuatro millones de niños, con lo que el plan de pensiones de este señor, que antes de ser ministro era serio, se destroza, a no ser que los dueños de los perros coticen por cada mascota a la Seguridad Social, pero sin que el animal sintiente –sintiéndolo mucho– tenga pensión por jubilarse de perro. Puede parecer divertido, si vives en Alemania, pero si vives en España puedes pensar que esta pandilla de yolandos y josefelixas te machacan. Lo mires a la cara… o al revés.