La definición de la RAE de 'mamitis' obvia la evidencia científica
La Academia ha introducido este nuevo concepto que ha definido como 'excesivo apego a la madre'

Hasta hace no mucho, una de las definiciones de gallego, según la Real Academia Española (RAE), era 'tonto' (falto de entendimiento o razón). Fue en 2009 cuando la entidad rectificó en su versión web tras numerosas críticas. Sin embargo, no fue hasta el año 2013, cuando salió la vigésimo tercera edición del diccionario, cuando se rectificó.
Está claro que la RAE puede cometer errores. Y hay quienes consideran que la Academia no ha acertado con la definición de mamitis, término recién incorporado en el Diccionario junto a otras novedades como micromachismo, conspiranoico, portuñol… Y es que, según la entidad, mamitis es el 'excesivo apego a la madre'.
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, declaró que el término 'mamitis' no se debe a ninguna cuestión de género. «Hemos incorporado 'mamitis' y no 'papitis', pero no es que consideremos que una cosa existe y otra no: 'mamitis' está documentada y 'papitis' no», indicó.
Sin embargo, la mamitis no existe. Científicamente, no hay nada al respecto. «El sufijo 'itis' se ha utilizado para formar palabras relacionadas con la enfermedad, por tanto, asociar madre con este sufijo me parece peyorativo, innecesario y muy desafortunado porque no se tiene en cuenta la evidencia científica», apunta Marina Ribas Ortiz, psicóloga sanitaria y perinatal. La experta recuerda que está ya demostrado como «las criaturas necesitan el cuerpo materno» en momentos tan importantes como son el piel con piel, la lactancia o el colecho así como a la hora de portear. Pero la presencia materna es también clave en su papel de «sostén emocional».
«Nuestra infancia, especialmente los primeros años -recalca la experta perinatal-, pasan por el cuerpo materno». Ribas, además, recuerda que los estudios del neonatólogo Nils Bergman evidencian por qué es tan especial esa relación madre bebé: «Él mismo dice que 'nada tiene sentido en la vida de un recién nacido si no es desde el punto de vista del cuerpo materno'. Por tanto, patologizar algo que es saludable y tiene un sostén científico creo que cae por su propio peso».
En la misma línea se posiciona Ibone Olza, médico especialista en psiquiatría infantil, juvenil y perinatal. «La definición de la RAE recoge y refleja la percepción social de que se puede querer 'demasiado' a un bebé o que un bebé puede querer demasiado a su madre. Parecido a la connotación negativa que tiene el verbo enmadrar...Eso es erróneo y merece la pena insistir en ello».
Diferenciando criterios
La clave de la mal llamada mamitis está en conceptos tan investigados y con evidencia científica como son el apego seguro y el vínculo temprano, que explican esa diada madre bebé y cómo influye en el desarrollo de los menores.
«La relación temprana entre la madre y su bebé y entre este y su madre ha sido objeto de estudio desde hace muchas décadas... pero se empezaron a estudiar partiendo de los trabajos del psicólogo inglés John Bowlby», recuerdan Gracia Lasheras Pérez, Verónica Martínez Borba, Borja Ferré Sender y Jorge Osma en el capítulo 'Vínculo en la etapa perinatal: diagnóstico, evaluación e intervención' del libro 'Psicología perinatal en entornos de salud' (Pirámide).
La teoría de Bowlby se basa en la existencia de cuatro sistemas de conductas que se relacionan entre sí y en los que se incluye el apego, que «describe los sentimientos y conductas del bebé hacia su madre y/o cuidador principal». Existen tres tipos: el seguro (el más eficaz), inseguro-evitativo y el inseguro-ambivalente.
Por otro lado, el término vínculo temprano se caracteriza por «la forma en que la mujer desarrolla experiencias subjetivas que cristalizarán en este sentimiento de vinculación», señalan los autores, y tiene que ver con bases genéticas y ambientales. Desde el momento en el que la mujer se queda embarazada, se producen cambios cerebrales que protegen el vínculo y el cerebro se activa para estar atento a las llamadas del recién nacido. «En su primer año de vida tras el parto, el bebé está sometido a una evolución crítica en todas las áreas de desarrollo que intervienen en la interacción con su madre -detallan los autores-. El vínculo temprano es un agente regulador que utiliza la respuesta emocional para la maduración del cerebro».
Queda claro, por tanto, que el vínculo entre madre y bebé es una cuestión biológica cuyo objetivo es asegurar los cuidados y necesidades. De hecho, esta vinculación afectiva, ya sea positiva o negativa, tiene innumerables consecuencias: la evidencia científica ha demostrado que los menores criados con ese vínculo y apego seguro son niños con resultados positivos en las funciones fisiológicas o en la reactividad temperamental. En caso contrario, se ha demostrado que los niños crecen con mayores alteraciones, como con problemas de conducta, porque esa falta de vínculo influye en su desarrollo cerebral.
Apego como elemento protector futuro
Es evidente que «los bebés necesitan ese amor materno», afirma Olza. «Su cerebro se desarrolla en esa relación amorosa y cuando protestan reclamando el abrazo materno es señal de que están construyendo un vínculo saludable y no lo contrario», insiste la médico.
Por tanto, ¿a qué viene dicha acepción? Para Marina Ribas, «existe una necesidad adulta de patologizar comportamientos que son normales y adaptativos en las criaturas, cuyas necesidades pasan por el cuerpo de la madre. La experta recuerda en que «Nunca hay un exceso de apego. ¡Ojalá todas las criaturas gozaran del mismo! El apego es necesario y es salud. De hecho, es la base de la salud mental». Por eso, Ibone Olza añade: «A los profesionales de la salud mental del lactante nos preocupa lo contrario, es decir, los bebés que han dejado de reclamar a la madre. ¡Eso sí que debería alarmar al entorno!».
Hablar de mamitis se ha convertido en una forma de juzgar a las madres. «Está muy extendido poner el foco en ellas, en juzgar los estilos de apego saludables, en desnaturalizarlo o invalidar lo que realmente son necesidades biológicas», comenta Ribas. «Desgraciadamente -reseña- lo que está muy extendido es el patriarcado y las consecuencias de todo esto las estamos sufriendo las madres y las criaturas».
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Al final, tal y como recuerda la especialista en psicología perinatal, no es lo mismo hablar de 'mamitis' que de 'papitis' porque «igualar la función materna de gestar, parir, lactar, maternar... no es posible por cuestiones puramente biológicas. Las criaturas necesitan el cuerpo de su madre y es sanísimo que ocurra así porque genera un impacto muy positivo tanto en la madre como en el bebé. Proteger este apego supone velar por nuestra salud mental futura», concluye.
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