todo irá bien
Una muy luminosa alegría
«La diferencia entre los dos entrenadores, entre las dos ideas futbolísticas, es la más radical del fútbol español»
El Barça, con juego y madurez, hunde al Atlético y se cita con el Madrid en Sevilla
Simeone se jugaba todo lo que le quedaba y Flick el primer título importante. Abril es el mes más cruel, Eliot lo dice, y también el más sensacional para el fútbol. Todo es importante, todo es decisivo. Fútbol vibrante, trascendente, aunque para ... Laporta y la presidenta Ayuso había asuntos más importantes que les mantenían pegados al móvil. El seleccionador Luis de la Fuente, exactamente lo mismo. Cuando los enfocaban hacían como que disimulaban.
El interés tangencial de la noche estuvo en Munuera Montero, que tuvo la personalidad de no expulsar a Azpilicueta pese a que el VAR le sugirió que lo hiciera por una dura entrada sobre Raphinha. A pesar de que a mí, como al VAR, también me pareció más roja que amarilla, un árbitro capaz de mantener su criterio es hoy en día hasta más raro y valioso que un árbitro que acierte. Pese a su valentía, le gritó de todo el Metropolitano cuando se marchó al descanso.
Simeone en chándal gris —un mal presagio para los suyos— gritaba y gesticulaba todo el rato, dando un espectáculo entre lamentable y ridículo. Mucho más discreto, Flick, en su vestimenta y en su manera de conducirse, recibió el primer premio de la noche en forma de gol de Ferran, que no sólo adelantó al equipo sino que dio además la razón al entrenador que lo ha rescatado de lo gafe y el ostracismo. La asistencia de Lamine Yamal, más notable que el propio tanto.
La diferencia entre los dos entrenadores, entre las dos ideas futbolísticas, es la más radical del fútbol español. A la media parte en Bet365, la victoria local se pagaba a 9,5 y la visitante a 1,40. Es la misma diferencia, pero al revés, que más o menos hay entre el sueldo del alemán y el argentino, este último, uno de los técnicos mejor pagados del mundo y con la vitrina de los trofeos más vacía.
La presidenta Ayuso hacía todo el esfuerzo corporal posible para interesarse por el partido pero se le notaba mucho más el esfuerzo que el interés. El Atlético hacía todo lo que podía para marcar pero con poca finura. Y el Barcelona daba la sensación de estar como los padres que se mueren de sueño en el sofá pero aguantan despiertos hasta que llega su hija. Sólo Lamine Yamal era poético, superior en todo lo que hacía. La victoria local se pagaba a 13 en el 65, y la del Barça sólo a 1,36.
No es que el Barça hiciera un gran partido pero lo controló sin esforzarse demasiado. Pasó el que tenía que pasar por méritos futbolísticos, por intereses económicos y por el espectáculo siempre superior de un Barça-Madrid y además en una final.
Simeone continúa siendo el entrenador que mejor cobra cada una de sus pequeñas victorias (grandes no brinda), y no lo digo con desprecio sino con la envidia de no saber negociar tan bien lo mío. Flick se acerca un poco más a la todavía incierta pero intuida gloria de hacer algo memorable en su primera temporada en Barcelona.
Una final de Copa contra el Madrid y en Sevilla es una muy luminosa alegría.
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