La oposición a Laporta regresa de sus vacaciones

Por su parte el presidente ha soltado el rumor en la redes sociales, a través de sus cuentas empleadas -un día escribiremos la cantidad de dinero que Laporta carga a las cuentas del club para pagar a los tuiteros que le hacen la propaganda-, que dado el éxito deportivo del primer equipo, y que tal vez a final de año se pueda jugar algún partido en el Camp Nou, se está planteando adelantar las elecciones a 2025.

Víctor Font no es el único candidato que tendrá enfrente. Joan Camprubí, nieto del expresidente Agustí Montal, quiere también presentarse y cuenta con el apoyo de otro expresidente, Sandro Rosell. Este verano han almorzado juntos en el Ampurdán. Camprubí será la cara visible y todo el mundo sabrá que Rosell le apoya. Ambos cuentan con el apoyo del empresario gerundense Jordi Roche, expresidente del Girona y de la Federación Catalana de Fútbol. Roche es un tipo serio, respetado, competente en sus negocios y que sabe de fútbol, pero poco conocido entre el barcelonismo y que no siempre ha tenido el mejor gusto para asociarse. Si llegan a las elecciones con opciones de ganar, se presentarán, y si van flojos intentarán unirse a Font, con la mediación del sempiterno Evarist Murtra. De todos modos Font ha advertido a quien quiera acompañarle que en su candidatura, quien manda es él.

Otro Font quiere ser candidato a través de la plataforma Som Barça, organizada alrededor de Ricard Font, expresidente de Ferrocarriles de la Generalitat. Él y sus amigos forman parte del entorno de lo que fue Convergència y ahora es Junts conocido como «sector negocis». Mucha afectación, mucho «espacio reflexivo», mucho lacito amarillo para al final vivir de lo público o de lo heredado: y muchas veces de la más innoble mezcla de ambos. Otro oportunista considerable, Marc Ciria, se asoma a la carrera como ya hizo en 2015, aunque esta vez con la esperanza de tener más ojo que entonces para elegir al caballo ganador, porque hace nueve años eligió a Laporta y fue arrasado por Bartomeu. Ciria no cree en nada más que en su afán de notoriedad, y sólo el día del desfile de las cosas sin ninguna importancia por el parón de selecciones podía obtener tantas líneas de atención en un periódico de información general.

Sin ninguna organización, ninguna planificación ni haber puesto todavía ninguna denuncia al presidente por sus múltiples irregularidades, esta es la oposición a un Laporta que con razón actúa sin miedo y a cara descubierta, y con total sensación de impunidad, para llevar el club al colapso y venderlo al mejor postor. Puede muy bien ser que, en su narcisismo y holgazanería, tan fieros adversarios todavía no hayan acabado de decir si se presentan o no cuando la ya la democracia ni exista en el club y todo lo que quede por preguntar es cómo se dice Barça en árabe.