La vida a la inglesa (e inédita) de Julio Camba
Renacimiento recoge en 'Viviendo a la inglesa' más de medio centenar de crónicas que el periodista publicó entre 1910 y 1912, durante su primera corresponsalía en Londres
La vuelta al mundo con Julio Camba y sus benditos refritos

A su llegada como corresponsal a Londres, en diciembre de 1910, Julio Camba escribió que a todos los españoles les convenía pasar una temporada en la capital británica, «como un baño tibio para darle elasticidad a los músculos y calmar los nervios». Él decía ... que se encontraba bien allí. «Nosotros debiéramos venir aquí, a esta bruma de Londres, que calmaría nuestra imaginación y ennegrecería nuestras camisas, obligándonos a bañarnos y a mudarnos por lo menos dos veces al día». A Londres fue Camba también a consolidarse como corresponsal, como ese plumilla viajero que, seis décadas después de su muerte, figura entre los grandes de la historia del periodismo patrio. Y sin embargo estas crónicas londinenses aún no habían sido publicadas en forma de libro.
Esto es lo que dice Ricardo Álamo, que en 'Viviendo a la inglesa' (Renacimiento) ha reunido 69 artículos que Camba escribió entre diciembre de 1910 y marzo de 1912. La mayoría se publicaron en la primera página del diario 'El Mundo' y bajo un epígrafe que comparte título con la antología. «Hasta ahora ninguno de ellos había sido editado en las distintas obras exentas que a Julio Camba le fueron publicando a lo largo de su vida. Tampoco están incluidos en sus obras completas. Asimismo, no se tiene noticia de que alguna vez hayan formado parte de las diversas antologías y recopilaciones de sus artículos y crónicas que han visto la luz en los últimos años».
'Viviendo a la inglesa'

- Autor Julio Camba
- Edición Ricardo Álamo
- Editorial Renacimiento
- Número de páginas 240
- Precio 19,90 euros
Se trata, desde luego, de un hallazgo, si tenemos en cuenta que en la última década se han publicado no menos de treinta reediciones y recuperaciones del periodista gallego. La 'fiebre Camba' se olvidó de unas crónicas escritas en un periodo clave, en aquellos primeros años en los que dejó de ser un «periodista político eficaz pero previsible», en palabras de Pedro Ignacio López, para «lograr un nuevo estilo de crónica» como corresponsal. Su estreno fue en Constantinopla, en 1908, cuatro meses en los que empezó a dar forma a esos artículos a caballo entre la crónica y el comentario jocoso, que primaban lo costumbrista, o lo anecdótico, sobre los grandes acontecimientos políticos.
Camba perfeccionó el estilo en París, su segundo destino, donde pasó catorce meses con una acogida magnífica, y de allí se marchó a Londres. «No estamos en Constantinopla, sino en Londres, en un andén de la estación Victoria. El empleado asía mi maleta dando gritos, y entonces yo también me puse a gritar. Como yo soy español, gritaba mucho más que él, y, al fin, él se calló. Estos ingleses se convencen en seguida de que no es posible entenderse vociferando en dos lenguas distintas. Los franceses, en cambio, gritan como energúmenos. Los italianos también», escribió en su artículo de presentación como corresponsal. Ahí estaba el Camba viajero e irónico.
A Londres llegó Camba sin saber inglés. Le gustaba hacer ostentación de no saber el idioma, y llegó a dedicarle un artículo a esta cuestión, pero lo cierto es que su propósito fue siempre integrarse en la vida londinense. Frecuentó los bares para no ser un bicho raro y leyó la prensa local para informarse. Y así llegó a conclusiones como que en Londres no había manera de vivir si no se tiene constantemente dinero en el bolsillo, que el pueblo inglés es el más reaccionario del mundo o que las fiestas de Navidad son interminables: «Hoy, día 27, las tiendas continúan cerradas y las calles desiertas. Londres, todo Londres, está dentro de casa comiendo pavo, bebiendo whisky y cantando salmos».
Camba fue testigo de acontecimientos como la proclamación del Rey Jorge V y de la Reina María de Teck o del robo de la Gioconda. «Yo la conocí en sus buenos tiempos, antes de que le pusieran un cristal, que, como se ve, no ha servido para guardarla. Siempre que me encontraba sin dinero me iba al Louvre, que estaba muy caliente. Con dinero en el bolsillo, no iba nunca, y no por falta de entusiasmo artístico, sino porque, pudiendo entrar en un café o en un teatro, eso de ir al Louvre me parecía una tacañería», publicó. También escribió sobre la supuesta elegancia británica, que para él era inexistente, o sobre el peso de las huelgas generales: «Inglaterra es un pueblo que no podría vivir sin trabajar».
Esta fue la primera etapa de Camba como corresponsal en Londres, ciudad a la que regresó posteriormente para otros periódicos: 'La Tribuna', 'El Sol', 'Ahora' y, por supuesto, ABC. Estos artículos más maduros son los que sí han salido en libros como 'Londres' (1916) o 'Crónicas de viajes', pero para entonces ya se había convertido en un especialista en «resaltar hiperbólicamente las diferencias entre las fisionomías de las naciones», según Ricardo Álamo. «Retrató la de los británicos siendo fiel a su estilo, es decir, haciendo aún más notoria la caricatura de un pueblo ya de por sí muy pero que muy caricaturesco».
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