CrÍTica De:
'Oposición', de Sara Mesa: vuelva usted mañana
Narrativa
La autora recoge en su última novela el testigo de Larra, sabedora de lo extendido que está en la sociedad capitalista este 'modus vivendi'
Otras críticas del autor

En los inicios de la literatura regeneracionista, Mariano José Larra, acertó a darnos no solo una expresión que se ha hecho coloquial, sino también con el artículo de costumbres que le sirvió de título, 'Vuelva usted mañana', la soberbia sátira de uno de los ... males de los que se ve aquejadas las sociedades burguesas: el funcionariado urbano y las prácticas abusivas de su poder sobre la ciudadanía.
La clase funcionarial, como lo hizo luego Galdós en su novela 'Miau', a cuyo principal personaje, Ramón Villamil, encamina al suicidio, se ha hecho representativa de la moral acomodaticia e hipócrita en que se refugió una clase social en crecimiento.
NOVELA
'Oposición'

- Autora Sara Mesa
- Editorial Anagrama
- Año 2025
- Páginas 223
- Precio 18,90
Sara Mesa recoge en su novela 'Oposición', este testigo regeneracionista, sabedora de lo muy extendido que se encuentra en la sociedad capitalista urbana de hoy, el recurso al 'modus vivendi' de hacer oposiciones a algún puesto en la Administración, recurso casi único que los universitarios recién salidos de sus grados y másteres tienen para conseguir la independencia económica que les saque de la precariedad. Miles de jóvenes como la protagonista de la novela que al final se ofrece como Sara Villalba Villalba, aspiran cada año de tener un puesto fijo mediante una oposición que les permita plaza o al menos nutrir las listas de interinos para alcanzarla luego.
En ese proceso entra Sara, si bien la oposición, con sus peldaños y su preparación, a la que le insta su compañera de negociado Beni, y también Teresa y por supuesto también su madre, ocupa solo un lugar final, con un desenlace no esperado de la trama. Antes se sitúa el verdadero sentido de esta, que es mostrar desde dentro, la vaciedad y prácticas de naturaleza falsa de lo que conocemos como Administración.
El desenlace aboca a esta novela a un idealismo algo naif, a la postre tranquilizador. La denuncia queda hecha
La novela, si quisiéramos ser fieles a la verdad de su trama, podía haber recibido el título de 'Funcionaria', pues no trata de reflejar el mundo de angustias que sufren en su casa o con sus parejas, los miles y miles de opositores a jueces, notarios, profesores, sino que la atención está centrada en los que aspiran a ser administrativos de la Función pública, pues ese funcionariado es el que a Sara Mesa le ha interesado retratar, dado que el protagonista central es el mundo de la Administración al que Sara Villalba quiere pertenecer, aceptando un puesto (se intuye en la novela que por recomendación) de sustituta en el negociado de un organismo ubicado en un edificio de oficinas enorme, mastodóntico, donde miles de personas apenas si intercambian pequeñeces de un laberinto de expedientes e impresos (ya con programas de internet) del que lo importante es la apariencia de una utilidad que la novela va mostrando falaz, profundamente falsa e hipócrita.
Las páginas que dedica a los cambios de denominación de cada acción son memorables. Vuelve a demostrar Sara Mesa que es buena escritora en una opción que en cierto modo ya había ensayado en algunas de sus novelas anteriores a 'Cicatriz', especialmente 'Cuatro por cuatro' como en 'El trepanador de cerebros': los espacios cerrados, sin salida, un microcosmos piramidal (uno de los dibujos que la novela ofrece tiene esa forma de pirámide) en que se halla el ascenso, el mítico lugar de la escalada de peldaños.
La Administración se rige por peldaños en espacios casi incomunicados, del que la protagonista pasa días sin que nadie se comunique con ella, y sin llegar a saber cuál es su función, pues quienes han de ser sus instructores, especialmente su jefa, la 'eficaz' Teresa, están demasiado ocupados para decírselo. Sara Mesa ha pautado de modo muy eficaz este día a día de su protagonista y en especial su buena voluntad, que llega a compartir con dos de sus compañeras (Sabina y Beni).
Con la primera inicia una relación abruptamente interrumpida. Por un momento, en la segunda mitad de la novela, en los silencios y ocultaciones de los deseos íntimos de su protagonista, parecía emerger la que siempre había sido la mejor opción estilística de Sara Mesa, decir lo que no se ve, sin que parezca decirlo. Ocurren en las mejores veinte páginas de la novela, que finalmente decide entregar a un idealista final de heroína pura, cuando quizá la novela, para ser auténticamente critica, habría pedido que se culminara en la sumisión de Sara, como tantas, y tantos descreídos que se limitan a fichar, cumplir expedientes, y esperar la nómina que llega puntual al final incluso del mes anterior a primero de mes.
Tanto el proceso del expediente vivido por Sara, como el desenlace abocan esta novela a un idealismo algo naif, a la postre tranquilizador. La denuncia queda hecha, siglo y medio después de la de Larra.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete