CrÍtica de:
'En movimiento': La rueda sigue girando para Julio Le Parc
Madrid
Tras más de dos décadas de ausencia en nuestra escena artística, Albarrán Bourdais rescata a este referente del Cinetismo
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La rueda de bicicleta incrustada sardónicamente por Duchamp en un taburete continúa girando como un fetiche capaz de hipnotizar a los desencantados. Movimiento, en última instancia, sin sentido. Ese fetichizado 'ready-made' gravitaba en el 'Manifiesto amarillo' de Vasarely publicado con ocasión ... de la exposición 'Le mouvement' en la galería Denis René en 1955.
Aunque se califica a Julio Le Parc como un pionero del arte cinético y del Op-art, en realidad, cuando él llegó a París la tendencia ya estaba circulando. Lo que se había puesto a dar vueltas no era otra cosa que el antiguo deseo de que el arte tuviera un movimiento propio, acelerado con las proclamas futuristas y elevado graciosamente por creadores como Calder o experimentadores como László Moholy-Nagy con su 'Modulador de luz' (1935).
La reaparición en Madrid de Julio Le Parc, tras más de dos décadas de ausencia, permite una somera revaluación de lo que fue el Cinetismo y, especialmente, de las dinámicas del arte en los años setenta parisinos que fueron revisados en una interesante cita en el MNCARS (2018), comisariada por Serge Guilbaut.
La época computacional
Esos años en los que Le Parc fue modulando lo que había aprendido de Fontana con su afán de generar espacios virtuales y dinámicos, son también en los que el Existencialismo y la fenomenología fueron desbancados por la sistematización estructuralista, pero sobre todo cuando, como apunta Pamela M. Lee, se inició la «época computacional».
Este artista nacido en Mendoza recibió, de forma inesperada, el Gran Premio de la Bienal de Venecia en 1966. El movimiento cinético cobraba el máximo impulso y Le Parc fundaba con unos colegas el Groupe de Recherche d'Art Visuel, con el que realizó las acciones públicas de 'Un día en la calle' el 19 de abril de 1966: caminaron sobre baldosas blandas e inestables, pincharon globos, animaron al público a participar... Aunque esta movilización de los 'cinéticos' derivó hacia la rebeldía de Mayo del 68, conviene tener presente que sus parámetros eran más rígidos y formalistas que los de los situacionistas con los que fueron en direcciones antagónicas.



Las espectaculares piezas de la exposición de Le Parc en la galería Albarrán Bourdais permiten revisar los pliegues y manierismos de un creador que lleva proponiendo desde hace seis largas décadas espacios más interactivos que participativos en los que se produce una singular incertidumbre visual. Frente a sus obras experimentamos una desorientación gozosa, ingresamos en el vértigo, movilizamos la mirada. Se trata, tal y como advirtiera Umberto Eco, de unas obras «abiertas», de unos procesos plásticos que seducen con el ingreso en lo virtual.
Cuando cosechó la mayor fortuna crítica, Le Parc decidió utilizar una moneda al aire para decidir si aceptaría la invitación a exponer en el Museo de Arte Moderno de París. Aquel juego le salió mal en 1972, pero, tras años de ostracismo, recibió un merecido homenaje en el Palais de Tokyo en 2013. El público respondió entusiasmado a la canonización de este maestro del Cinetismo. Sus especulaciones vertiginosas y esas materializaciones de lo laberíntico hacen que me anime a citar a Borges: «Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres».

Julio Le Parc
'En movimiento'. Galería Albarrán Bourdais. Madrid. C/ Barquillo ,13. Hasta el 26 de abril. Cuatro estrellas.
Le Parc, con anómala energía creativa, nonagenario, multiplica sus espacios virtuales, moviliza el ornamento, expande ambientes de 'optimismo', recuerda que la geometría puede ser sensual, insiste en impulsar la rueda de bicicleta en otro giro que es el mismo de siempre.
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