ARTE
Los espacios habitables de Jorge Pardo
MADRID
Primera individual en Elba Benítez de este creador, que retoma la cuestión política, filosófica y vital de la hospitalidad
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Aunque Jorge Pardo (1963) declare que «las obras de arte son reales, no cuestiones filosóficas», queda la pregunta de qué sea tal realidad y eso, de forma aberrante o borgiana, nos puede llevar a la especularidad abismal. Ciertamente, este artista de gran reconocimiento ... internacional, busca situar al espectador en un espacio físico y hasta sensual, ornamental, sin complejo de culpa, radicalmente estético.
Podría afirmarse, con tono elogioso, que es deliberadamente superficial, sabedor de que eso supone pensar estratos y pieles. La lógica que desarrolla tiene que ver con la sensación más que con el sentido, con la reubicación tras la 'ostranenie' tematizada por Shklovsky que retoma George Stolz en el inteligente texto que ha preparado para la muestra en la galería Elba Benítez.
Este creador no se regodea en la 'inquietante extrañeza' freudiana; al contrario, sus instalaciones y todas sus obras son hospitalarias, sensuales, ajenas a cualquier deriva gótica. Recuerdo el entusiasmo que suscitó la intervención que hizo Pardo en la entrada, cafetería y librería del Dia Center for de Arts de Nueva York, con esas baldosas de brillantes colores que parecían dejar de lado cualquier estética de lo traumático, justamente cuando poco tiempo después el mundo estaría marcado por el atentado en las Torres Gemelas.
En la galería madrileña, Pardo nos recibe con un suelo cubierto de piezas cerámicas en un simpático 'puzzle' multicolor, mientras, en otra sala, un conjunto de lámparas comparten espacio con una serie de cuadros en los que infinidad de líneas hechizan la mirada. Sentimos inevitablemente el impulso de acercarnos a la superficie 'pictórica' para tratar de comprender cómo se ha hecho eso, fascinados por el ornamento hiperbólico.



Este creador ha sido capaz de trazar líneas de fuga creativas más allá de la rigidez de las disciplinas. En ningún caso se pliega a la ortodoxia modernista, ni cae en el mero eclecticismo posmoderno. Su imaginario se desplaza con desenvoltura de lo arquitectónico al diseño, materializando brillantes proyectos públicos.
En 2007 creó para Elba Benítez la instalación permanente Gran Vía 67 en un apartamento y ahora, en la que es su primera muestra en la galería, vuelve a mostrar interés en generar lugares que podemos habitar. En cierto sentido, Pardo retoma la cuestión política, filosófica y vital de la hospitalidad.

Jorge Pardo
Galería Elba Benítez. Madrid. C/ San Lorenzo, 11. Hasta el 30 de abril. Cuatroestrellas.
Cuando en muchos lugares del mundo se recrudece el odio al extranjero, el arte puede acoger, sin caer en perogrulladas, invitándonos a dibujar líneas que permita entrecruzarnos sin violencia, siguiendo el rastro de una posible vida bella.
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