LA falacia de la descolonización
Operación necrófila
Los experimentos populistas con las instituciones culturales, archivos, bibliotecas y museos, terminan siempre en su destrucción
'El imperio que nunca se marchó de América?, por César Cervera
¿De qué son los museos?, por Javier Moscoso
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Fue el 17 de julio de 2010 cuando el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías concluyó al fin uno de sus grandes proyectos de Estado, consistente en la apertura del sarcófago de Simón Bolívar. Los venezolanos respiraron aliviados ante semejante ejercicio poderoso y notaron ... en seguida, como dicen en Caracas, aquella misma tarde, una mejora de su calidad de vida. El comandante llanero, rodeado de científicos revestidos de trajes blancos asépticos, una premonición tropical de las escenas quirúrgicas de la futura era covid, descubrió ensimismado que el padre fundador de Venezuela había poseído un cuerpo mortal. Más bien bajo de estatura, saturado el cuerpo de sustancias mercuriales que entonces emponzoñaban a los militares en campaña, pues las prescribían para la curación de fiebres tercianas y males inconfesables, quedó retratado para beneficio de la humanidad. En tres dimensiones y en digital. Tal como fue. ¿O como dicen que fue? Bastante blanco de piel, francamente, para disgusto del entonces jefe revolucionario. No sabemos si los restos bolivarianos siguen donde estuvieron durante más de un siglo. Patrimonio desaparecido. Lo que sí sabemos es que este delirio populista del chavismo, modelo de políticas culturales actuales en ambas orillas del Atlántico, quién se lo iba a decir a Don Hugo, basadas en falsificar el pasado (si prefieren deconstruir, o los más recientes «descolonizar» o «resignificar», allá ustedes), ha destruido el patrimonio de Venezuela, tal y como lo habíamos conocido –y disfrutado–.
Conquistador mestizo
La autopista Francisco Fajardo, que permitía cruzar Caracas como un rayo, ya no se llama así. Como a la momia del libertador, la han resignificado. Fue un conquistador mestizo, de madre indígena y padre español, así que un día dejó de gustarle a la suprema autoridad. Ahora uno no encuentra la antigua vía rápida, porque se llama «Gran cacique Guaicaipuro jefe de jefes» y así es imposible acordarse. Otro ejemplo. Antes sabíamos dónde estaban los papeles del precursor de la independencia hispanoamericana Francisco de Miranda, custodiados con devoción por la Academia nacional de la historia venezolana, otra institución maravillosa reducida actualmente a la miseria. Se los llevaron donde Chávez dijo y no se supo más. Otra terrible pérdida patrimonial.
Otro anacronismo lamentable se vincula con la acusación de prácticas de «colonialismo» o «imperialismo»
Los experimentos populistas con las instituciones culturales, archivos, bibliotecas y museos, terminan siempre en su destrucción. Cualquier abuso resignificador sobre el patrimonio representa un acto de iconoclasmo que conlleva responsabilidades legales diversas. España ha firmado todos los convenios de la UNESCO, OEI, OEA, Consejo europeo y similares habidos y por haber sobre protección y resguardo de los bienes públicos que custodian (la palabra es importante). En no pocas ocasiones constitutivos, además, de paisajes culturales declarados patrimonio de la humanidad. Es decir, intocables. No deja de ser irónico que el proyecto actual de ampliación del Museo del Prado se base en la recreación del salón de reinos tal y como estaba en el siglo XVII. Es decir, en volver a contemplar sus obras maestras tal y como lo hizo Felipe IV, incluso cuadros de batallas gloriosas como 'La rendición de Bahía (Brasil)' de Juan Bautista Maíno (1634). La cantidad de anacronismos tóxicos derivados de esta actitud «revisionista», resulta tan insostenible como el supuesto ejemplo de «buenas prácticas» museísticas invocado.
Nada menos que Bélgica, el país cuyo colonialismo decimonónico genocida en África inspiró la mejor novela de todos los tiempos sobre el asunto, la terrible 'El corazón de las tinieblas' de Joseph Conrad (1899). ¿Algunas consideraciones vinculadas a las culturas hispanas globales? Para empezar, cuando ya existían España y el imperio español, ni siquiera existían los museos, un invento del siglo ilustrado. Otro anacronismo lamentable se vincula con la acusación de prácticas de «colonialismo» o »imperialismo«. Ambos términos fueron inventados a fines del siglo XIX y por pensadores británicos. Cuando el imperio español ya había pasado a la historia. El historiador y jurista argentino Ricardo Levene tituló uno de sus libros 'España no tuvo colonias'. No se puede extirpar lo que nunca ha existido.
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