CRÍTICA DE:
'Azúcar', de Ulbe Bosma: dulce perdición
ENsayo
El historiador neerlandés aborda con rigor la historia de un producto de la naturaleza devenido en lujo, tesoro y adicción
Otras críticas del autor

Somos herederos y representantes de la globalización, aunque sus múltiples efectos e influencias cotidianas nos puedan pasar desapercibidos. ¿Podríamos vivir sin chocolate, seda, tomate, o sin el ahora denostado azúcar? Como dirían en México, donde saben tanto del asunto, 'ni modo'.
Este libro magnífico ... del gran historiador holandés Ulbe Bosma —cómo se agradece que no sea obra de aficionados improvisados, dietistas milagreros, espiritistas o pseudocientíficos— aborda el tema como corresponde. Con un punto de vista capaz de valorar el milagro, el riesgo y la experiencia humana, peligrosa y fascinante, de un producto de la naturaleza devenido en lujo, tesoro y adicción.
ENSAYO
'Azúcar. Una historia de la civilización humana'

- Autor Ulme Bosma
- Editorial Ariel
- Año 2025
- Páginas 488
- Precio 24,90 euros
Es un libro de historia de verdad, aborda la enorme complejidad del tema y la traduce como corresponde a horizontes de experiencia culturales. Así, proporciona innumerables sorpresas. El autor, sin esconder en absoluto una posición ética hostil a la actuación reciente de grandes corporaciones de la industria azucarera, avanzada de un capitalismo depredador, llega a conclusiones que, para algunos, resultarán sorprendentes.
Ha sido el proteccionismo, la implicación del capitalismo industrial con los Estados, lo que ha producido distorsiones, efectos nefastos, hambrunas y desaparición de armoniosas comunidades campesinas —ahí quizás el utopismo le ha nublado un tanto la mirada—. En un juicio bien argumentado, que atraviesa como una flecha la narrativa del libro, señala: «La historia del azúcar demuestra una y otra vez cómo el capitalismo industrial ha prosperado gracias a los Estados, sobre todo a través de rígidos aranceles y generosas subvenciones a la exportación» (p. 389).
En 1900 había ascendido a 5,1. En 1990 llegamos a veinte kilogramos por habitante y año
Cifras, datos y referencias explican nuestra afición multiplicada a la ingesta de azúcar. En 1850 el consumo per cápita planetario era de 1,8 kilos. En 1900 había ascendido a 5,1. En 1990 llegamos a veinte kilogramos por habitante y año. Necesitamos usar nuestra imaginación histórica para pensar que, no hace tanto, el azúcar era un lujo. El gusto por lo dulce de la humanidad se concretaba en ciertas islas de consumo, regionales y sociales. Las poderosas industrias azucareras corporativas, angloamericanas en lugar destacado, convirtieron su producto principal 'en petróleo'.
La metáfora, no por recurrente, es menos efectiva, pues se trata de una mercancía clave con valor añadido inmenso. A modo de pequeños ensayos narrativos (las extensas notas se pueden consultar gracias a un código QR y un enlace) los catorce capítulos combinan temas y cronologías. Los primeros desvelan la difusión de la caña de azúcar, desde la India hacia Asia central, China, Japón y Taiwan, el Mediterráneo, España y el imperio hispano-portugués de los Felipes en las Américas y Asia.
Con la expansión ultramarina holandesa, que copia de los portugueses elementos fundamentales, la primera globalización azucarera, basada en la presencia de maestros cualificados, el capital necesario para levantar ingenios, la explotación brutal de los esclavos en plantaciones tropicales como las del oriente brasileño y la colusión entre compañías de comercio ultramarino y gobiernos, abre paso a un auge conectado.
En la segunda parte, hechos determinantes en los últimos siglos, el desarrollo del azúcar de remolacha, sacarina o jarabe de maíz, alumbran una conclusión tan provisional como evidente. La sobreproducción, la sobreexplotación y el consumo excesivo de azúcar, exponen los alcances y los límites de una relación de amor y odio.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete