Son Bunyola
Así es el hotel del millonario Richard Branson en Mallorca: una obsesión que le llevó 25 años conseguir
Son Bunyola fomenta el agroturismo de lujo en una finca con vistas al mar y la montaña dedicada al deporte y el bienestar
Así son las cuatro villas de lujo de Son Bunyola

Esta historia de amor entre Sir Richard Branson y una finca del corazón verde de Mallorca demoró 25 años en concretarse. Comenzó en 1998, cuando el millonario propietario de Virgin quedó prendado de Son Bunyola en una visita a la isla y decidió adquirirla, pensando en abrir un hotel boutique a su medida. Una serie de impedimentos y problemas para conseguir los permisos lo llevó a desistir unos años más tarde. Pero no olvidaba, y en 2015 volvió a hacerse con la propiedad del siglo XVI.
Ocho años -y nuevas trabas con las licencias, una pandemia y una reforma de magnitud- después, consiguió inaugurarlo, en el verano de 2023. Son Bunyola estrena estos días su segunda temporada consagrado como uno de los hoteles-destino de agroturismo más exclusivos y deseados de las Baleares, con 330 hectáreas blindadas para ofrecer privacidad, bienestar y desconexión total a sus huéspedes.
El establecimiento está en plena Sierra de la Tramontana, en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en la parte media de una ladera y rodeado de extensos senderos para recorrer en coche, a pie o en bicicleta (hay de montaña disponibles para los visitantes, tanto manuales como eléctricas), amplios jardines con cítricos, almendros y olivos, además de terrazas para el cultivo de la época árabe y un incipiente viñedo en ellas que es el último proyecto del empresario dueño de más de 360 compañías (nueve de ellas, hoteles en los lugares más exquisitos del mundo) para recuperar la variedad local malvasía blanca.



No es raro encontrárselo allí, pues cuando Branson visita Mallorca no duda en alojarse como un huésped más en alguna de las 27 suites que alberga Son Bunyola en su edificio principal (además cuenta con tres villas privadas de super lujo dentro de la finca), construido en 1936 y decorado al estilo mediterráneo de tonos tierra, materiales naturales, artesanía, piedra y madera.
Hay más rastros del británico en el hotel de cinco estrellas. Por un lado, los numerosos tableros de ajedrez que están por todas partes, atendiendo a una de sus grandes pasiones; y por otro, ya que el magnate entrena varias horas cada día, la importante oferta deportiva y de bienestar que despliega el lugar: desde pistas de tenis y vóley hasta gimnasio, una piscina aclimatada de 28 metros, jacuzzi exterior, cabinas de tratamientos estéticos y un programa de actividades vinculadas al fitness, al yoga (cada mañana, hay una sesión gratuita) y la meditación. Además, el hotel organiza para sus huéspedes diversas actividades y talleres.
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También la gastronomía tiene peso propio gracias a sus dos restaurantes, el de diario, Sa Terrassa, ubicado donde era la antigua capilla de la casa (aún se conserva el altar original), con una gran terraza asomada a las vistas panorámicas y donde por la mañana se sirven unos completos desayunos buffet, y el de temporada y solo cenas, el más gastronómico Sa Tafona, situado en una edificación contigua en la que funcionaba la antigua almazara. Ambos están a cargo de la joven chef argentinoitaliana Brenda Lisiotti, quien basa su propuesta en la cocina local, con gran protagonismo de los productos mallorquines y ecológicos, proveedores locales y recetas que responden al espíritu más auténtico de la isla. De hecho, en la propia finca hay apicultura y una huerta de la que se nutre su despensa.
En Son Bunyola existen dos habitaciones muy especiales, ubicadas en las torres que tiene el edificio principal, una de ellas original de la época medieval. Pero todas sus suites (desde 700 euros la noche, con desayuno) destacan por su amplitud, decoración elegante a la vez que relajada y acogedora, bañera independiente y servicios: desde unas babuchas en invierno o alpargatas mallorquinas de regalo en verano, hasta las bebidas y alimentos que están en la nevera y son todos complementarios.
Para llegar al hotel -miembro del sello Preferred Hotels & Resorts- desde el aeropuerto, ubicado a unos 40 minutos, lo mejor es alquilar un coche o solicitar un transfer. Con él se podrán visitar también los pueblos cercanos, Banyalbufar y Esporles, o las calas y playas de los alrededores.
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