El Papa prepara recortes en el Vaticano y pide a los cardenales que busquen recursos externos
El IOR, el banco vaticano, ha reducido sus ingresos a la mitad y la colecta del óbolo de San Pedro ha bajado en ocho millones desde 2011
El Papa pone la gestión de las finanzas del Vaticano en manos de dos españoles

El Papa Francisco ha sorprendido a los cardenales con una carta en la que comunica que tiene intención de retomar la reforma financiera de la Santa Sede y les pide que se aprieten el cinturón para dar ejemplo. Con tono grave les escribe que « ... nos enfrentamos a decisiones estratégicas que debemos tomar con gran responsabilidad, porque estamos llamados a asegurar el futuro de la misión». Algunos la han leído como la petición de un último esfuerzo para evitar recortes, y otros como el anuncio de inminentes medidas tajantes para sanear las cuentas.
Tradicionalmente el Vaticano ha prestado especial atención a sus arcas, pues la autonomía financiera del Papa sostiene su libertad de decisión. Sin embargo, hoy las cuentas de la Santa Sede son uno de los problemas más graves que están sobre la mesa del Papa, y todas las posibles soluciones que ha aplicado hasta ahora no han resuelto la cuestión y han provocado malestar entre sus colaboradores. Por ejemplo, el aumento de los alquileres a eclesiásticos, o el traslado de departamentos a edificios no alquilables, para ofrecer esos espacios a embajadas o instituciones religiosas que paguen un alquiler.
Según publica el diario italiano 'La Repubblica', el último balance de la Santa Sede recoge 1.236 millones de gastos y 1.152 millones de ingresos. Significa que ha cerrado sus cuentas de 2023 con un déficit de 83 millones de euros, cifra que podría haber sido mucho mayor si no fuera por la buena marcha de las rentas inmobiliarias y los primeros efectos de los recortes internos. En 2021, el déficit fue milagrosamente de 3,3 millones de euros.
En la carta de Francisco al colegio de cardenales, con fecha del lunes 16 de septiembre, les anuncia que tiene intención «de abordar de nuevo de modo especial uno de los temas que más han caracterizado las reuniones anteriores al Cónclave: la reforma económica de la Santa Sede».
Destaca que entre los logros en ese ámbito, ya se ha adquirido «una mayor conciencia de que los recursos económicos al servicio de la misión son limitados y deben ser gestionados con rigor y seriedad, de modo que no se desperdicien los esfuerzos de quienes han contribuido al patrimonio de la Santa Sede». Y por eso, solicita «un esfuerzo adicional para que el 'déficit cero' no sea sólo un objetivo teórico, sino una meta realmente alcanzable». «Es un deber de todos», apunta.
A continuación se refiere a tres ámbitos en los que actuará previsiblemente: búsqueda de financiación externa, recortes y solidaridad con los organismos deficitarios. Primero, solicita a «cada institución (de la Santa Sede) un esfuerzo para encontrar recursos externos para su misión», o sea, que busque fuentes de financiación alternativas. Por si acaso, les recuerda de pasada las «políticas éticas» para evitar la tentación del dinero fácil.
En cuanto a la «reducción de costes», «debemos dar ejemplo concreto para que nuestro servicio se lleve a cabo con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo y seleccionando bien nuestras prioridades, favoreciendo la colaboración y las sinergias», escribe a los cardenales. Se trata de evitar duplicidades internas y saber compartir recursos.
El tercer ámbito es una llamada a que los cardenales o las Iglesias con mayores posibilidades se ocupen los gastos de las más pobres. Francisco pone el ejemplo de «la solidaridad en las buenas familias», donde «quienes se encuentran en una buena situación económica acuden en ayuda de los más necesitados». Es el caso de algunas instituciones de la Iglesia católica de Alemania, que sostiene a numerosas diócesis de América Latina. Traducido al lenguaje vaticano, dice que «los organismos con superávit deberían ayudar a cubrir el déficit general. Esto significa preocuparse por el bien de nuestra comunidad, actuando con generosidad, en el sentido evangélico del término, como requisito previo para pedir generosidad a los de fuera».
«En conclusión, os pido que acojáis este mensaje con valentía y espíritu de servicio, y que apoyéis las reformas en curso con convicción, lealtad y generosidad, aportando vuestros conocimientos y experiencia al proceso de reforma», les despide.
Duras medidas de ajuste
Teóricamente el Papa dirige estas palabras sólo a sus cardenales, pero haber hecho pública la carta significa que no se refiere sólo a ellos. Dentro del Vaticano se considera como un gesto de apoyo público a las duras medidas emprendidas por el secretario para la Economía, el español Maximino Caballero, principal responsable de la política financiera y económica de la Santa Sede.
El balance de 2023 no ha sido publicado, pero se sabe que el agujero de las finanzas vaticanas lo provocan los sueldos de sus 3.000 empleados, las pensiones de los jubilados y la financiación de sus medios de comunicación. Algunas partidas de ingresos han aumentado, basta pensar que las rentas inmobiliarias le han dado un beneficio de 45,9 millones de euros, pero la inflación y el aumento de precios por el encarecimiento energético han pesado mucho más. No son los únicos problemas. El banco vaticano o IOR está obteniendo peores resultados que en el pasado -en 2014 obtuvo 69,3 millones de beneficios, y en 2023, 30,6 millones-, y el Vaticano recibe menos donativos: en 2011 las diócesis enviaron a la colecta de la fiesta de san Pedro 56,13 millones de euros y en 2023, 48,4 millones. La buena noticia es que parece que los donativos tocaron fondo en 2020 con 44,4, y desde entonces están remontando.
Los últimos datos detallados sobre gastos que ha publicado el Vaticano son de 2021, cuando explicó que un 25% se refieren a «difusión del mensaje del Papa», es decir, a sus medios de comunicación; un 22% a la ayuda a Iglesias en dificultad; y un 20% a la actividad diplomática.
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«Considero que con la carta, el Papa solicita la colaboración de todos para reducir gastos y evitar extras innecesarios para poder cuadrar las cuentas», confía a ABC un empleado de la Santa Sede. «Nos está pidiendo que revisemos las partidas de gasto sin imponer ninguna medida. Pide que trabajemos juntos todos para evitar medidas drásticas», añade con optimismo. En Roma, la misiva no ha tenido una lectura unívoca. Hay quien la ve como una preventiva toma de distancias ante un nuevo escándalo financiero. El tiempo dirá.
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