Ecos del mar: los últimos días de la pesca tradicional en Asturias
Un viaje al corazón de una industria que lucha por sobrevivir en tiempos modernos
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Esa noche cerrada en el estuario de la ría de Avilés (Asturias) trae consigo un silencio interrumpido solo por el rítmico ruido del motor del barco Siempre María, que rompe las olas mientras navega rumbo al caladero del cañón de Avilés. No hace muchos años, ... el Siempre María iría escoltado por centenares de embarcaciones pesqueras dirigiéndose a faenar, pero hoy en día es una de las pocas que sigue activa en una industria tradicional que vive sus últimos días.

En el puente de mando, solo iluminado por las luces del radar, está Julio Valdés Garay, el último patrón del Siempre María. Navega con la seguridad de un hombre nacido en el mar, perteneciente a una tradición familiar de pescadores. Julio vive por y para el mar y su familia. Mientras transmite su posición e informa a las autoridades de su plan de trabajo diario, el resto de la tripulación del Siempre María, compuesta por cuatro marineros, se afana por preparar el cebo y los aparejos del palangre. La pesca con palangre es un arte considerado tradicional y consiste en desplegar una línea de la que cuelgan miles de anzuelos. Puede ser palangre de superficie o de fondo, dependiendo de la profundidad a la que se coloquen los anzuelos. Es un método de pesca selectivo que se utiliza para capturar especies como la merluza, el virrey o el besugo, entre otros.

Hoy día, apenas unos pocos cientos de barcos aún faenan en estas aguas siguiendo las técnicas de pesca tradicionales. Cada vez es más difícil encontrar hombres y mujeres que quieran trabajar en este arte, y no es raro que más de la mitad de los componentes de las tripulaciones sean extranjeros. Además, la falta de ayudas y de incentivos para este tipo de pesca artesanal, junto con la nefasta gestión política, ha logrado convertir el sector de la pesca en un colectivo muy dividido en el que cada cual hace la guerra por su cuenta.
Jorge es de Perú y lleva dos años faenando en el Siempre María. Se ha enganchado al mar y se ha convertido en un experto marinero, pero, al igual que Jacinto, Carlos y Josep, todos ellos componentes de la tripulación, son conscientes de que son los últimos de una saga condenada a desaparecer.

Una realidad que nos obliga a reflexionar sobre la pérdida que implica la desaparición de un sector tan arraigado en la cultura de nuestras costas y nuestra cultura gastronómica.
Productos como la merluza de pincho, el virrey, la palometa roja, el besugo y muchos otros, que han estado siempre presentes en nuestros mercados y en nuestras mesas en fechas señaladas, se convertirán en productos de lujo e inaccesibles para la gran mayoría de los bolsillos de la sociedad española. Estamos siendo testigos de los últimos días de esta forma de vida, de una relación íntima y personal con el mar que ha definido no solo una economía, sino también una cultura, un lenguaje y una forma de ser en el mundo.

Como las mareas, el tiempo de cambio es inevitable, y la era de embarcaciones como el Siempre María quedará relegada a las sombras de la modernidad y las prácticas industriales.
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