De ahogarse en el Estrecho a morir en el Bidasoa
El año pasado siete inmigrantes fallecieron intentando llegar a Francia, tres de ellos se ahogaron en Irún

Tenía 40 años y era de origen subsahariano. Poco más se ha podido saber de la última víctima que se ha cobrado el río Bidasoa , la frontera natural que separa España de Francia en el País Vasco. Según la autopsia, falleció ahogado el ... pasado mes de noviembre cuando intentaba atravesar a nado hasta el país galo.
Aunque nadie ha conseguido saber su nombre, lo más probable es que su historia se parezca a la de Abdoulaye Coulibaly, de 18 años. Natural de Guinea Conakry, dejó su aldea y su familia en 2017 para emprender un viaje de más de cuatro años en los que recorrió más de 5.000 kilómetros. Tras atravesar el continente africano, llegó en patera a las costas de Gran Canaria en mayo de 2021. Su intención era reunirse con su tío en Francia , pero las corrientes del Bidasoa le jugaron una mala pasada y pereció a principios de agosto a escasos metros de lograr su objetivo.
El sueño de Yaya Karamoko, de 28 años y natural de Costa de Marfil, también terminó para siempre tres meses antes, y en esas mismas aguas. Había superado un viaje en patera y un naufragio de tres días, pero el puente que separa Irún, en Guipúzcoa, con Hendaya, en Francia, se convirtió en un muro infranqueable . La policía francesa le interceptó dos veces cuando trataba de entrar caminando en el país galo, y la desesperación le llevó a buscar rutas más arriesgadas. En Irún tuvieron que hacer una colecta para poder enterrarle en un cementerio musulmán cercano.
«Este año ha sido un año duro», explica Josune Mendigutxia, voluntaria de Irungo Harrera Sarea, la red de acogida ciudadana que lleva desde 2018 tratando de ayudar a los inmigrantes que se quedan bloqueados en el municipio. Asegura que tienen constancia de que son muchos los que intentan pasar a nado y por eso sus esfuerzos se encaminan a tratar de evitar nuevas tragedias.
Cada mañana en la plaza del Ayuntamiento de Irún se repite la misma escena. Los inmigrantes recién llegados se sientan en sillas plegables alrededor de una mesa instalada por la red de voluntarios. Durante dos horas les explican dónde están, a dónde pueden recurrir, cuáles son sus derechos o qué vías seguras existen para llegar a Francia . «Insistimos mucho en las que no deben coger», explica Mendigutxia en referencia a los peligros de atravesar a nado.
Esa labor de asesoramiento se complementa con la que se ofrece en el Centro de Atención a Personas Migrantes que tiene Cruz Roja en la localidad, y que funciona las 24 horas del día. Nahia Díaz, responsable autonómica de programas de asilo y atención humanitaria, explica que las alarmas allí se encendieron cuando empezaron a comprobar cómo algunas personas llegaban en busca de ayuda «completamente mojadas». Y desde entonces dedican buena parte de sus esfuerzos a intentar desactivar estos intentos.
Las vías del tren
Aunque las aguas del Bidasoa, un río lleno de corrientes y mucho más peligroso de lo que parece a simple vista , no son el único peligro al que tienen que hacer frente quienes llegan a Irún con intención de cruzar a Francia. Las vías del tren se han convertido en otra trampa mortal de esta ruta. Los voluntarios confirman que se están multiplicando los accidentes ocurridos mientras los inmigrantes intentan huir de la policía a través de las vías del tren. De hecho, la justicia francesa mantiene abierta una investigación para esclarecer el fallecimiento de tres personas en el mes de octubre. Fallecieron en la localidad francesa de San Juan de Luz, a escasos 15 kilómetros de la frontera. El tren les arrolló cuando dormían junto a las vías.
A estas muertes habría que añadir una séptima víctima . Un chico de 21 años y de origen subsahariano se ahorcó hace unos meses junto al polideportivo de Irún. No estaba empadronado en la localidad y tampoco figuraba en los registros de los centros de acogida. Los voluntarios de la red de acogida de Irún están convencidos de que la desesperación le empujó a quitarse la vida.
Son probablemente las historias más trágicas de un drama que el año pasado desbordó por completo los servicios de acogida de este municipio guipuzcoano de unos 62.000 habitantes. «Este recurso (en referencia al centro de acogida de Irún) se abrió en 2018, cuando detectamos que muchos de los inmigrantes que llegaban a Andalucía pedían ser trasladados al País Vasco», explica Díaz. Según datos del Gobierno vasco, ese año la localidad atendió a 5.837 personas en tránsito. Este último año han cerrado atendiendo a 8.115.
Para Iker Barbero, profesor de Derecho de la Universidad del País Vasco e investigador principal del proyecto Transiteus sobre acogida de inmigrantes en la comunidad autónoma, los datos constatan que el paso fronterizo entre Irún y Hendaya se ha consolidado como ruta migratoria . Por eso desde el Gobierno vasco abogan por la creación de corredores de tránsito seguros.
Xabier Legorreta, director de Migración y Asilo del Gobierno vasco, considera que garantizar el «tránsito seguro» de estas personas ayudaría a que evitaran cruzar la frontera a través de vías más arriesgadas. «Además haríamos desaparecer a las mafias que operan en la zona», añade. Al fin y al cabo, explica a ABC, «la mayoría de inmigrantes llegan desde países francófonos y su objetivo es alcanzar suelo francés». Por eso cree que después de atravesar un continente y un océano difícilmente cejarán en su empeño a pocos kilómetros de la frontera.
"Controles por perfil"
Legorreta no duda, además, en señalar directamente a los controles que realiza la policía francesa en la frontera. «Son controles selectivos», denuncia, que comenzaron cuando Francia incrementó el nivel antiterrorista . «Llevamos tiempo reclamando a Europa que deje de mirar a otro lado», lamenta. En realidad, Francia no incumple el tratado de Schengen, en tanto en cuanto el acuerdo permite restablecer controles fronterizos. «Lo que no permite es realizar controles por perfil», puntualiza Barbero.
Aunque la vigilancia de fronteras es competencia del Ministerio del Interior, el Gobierno vasco ha impulsado en los últimos meses la creación de mesas interinstitucionales que permitan dar una respuesta coordinada a un problema que va en aumento . Se ha creado un plan de contingencia que permitiría atender hasta a 400 personas en un día. Sin embargo, todas las fuentes consultadas miran a 2022 con cierta preocupación. Creen que la presión migratoria, lejos de aflojar, irá en aumento. En abril está previsto que se celebren las elecciones presidenciales en Francia, y es previsible que se endurezcan los controles en la frontera. «Esperamos unos meses de ambiente tenso», resume Legorreta.
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