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PLANETA CALLEJA

El verdadero motivo por el que Malena Alterio abandonó «La que se avecina»

Calleja convence a la actriz para que se sumerja en unas termas apestosas durante un viaje a la Italia más volcánica

Jesus Calleja y Malena Alterio, en las termas italianas Cuatro

Rubén Ventureira

«¿Cómo definirías este olor?», preguntó Jesús Calleja a Malena Alterio… «Pues entre pedo y… bomba fétida», contestó ella. «Entre pedo y caca», precisó él.

Fue el Planeta Calleja más escatológico que se recuerda. Afortunadamente para el televidente, aún no ha triunfado la tele con «Odorama», que fue aquel sistema que ideó John Waters para que, gracias a unas tarjetas para rascar y oler, sintiésemos su película Polyester también con la nariz.

El baño tuvo lugar en una terma italiana de la que emanaban gases de anhídrido sulfuroso. En palabras del presentador, del que salían «pedorretas». «Es un pu… asco», resumió la actriz, que se mostró muy preocupada por cómo aquel líquido podía afectar «al pelo del chichi». «Yo que pensaba que podía ligar en este viaje con un italiano, y mira dónde me metes», bromeó con Calleja la hija de Héctor Alterio, que lleva tres años de barbecho sentimental tras haber estado quince con pareja.

El pestilente baño fue una de las exigentes pruebas a las que Calleja sometió a su invitada en su periplo por la Italia más volcánica. Subir cuestas de más de un 20% de pendiente en bicicleta, cruzar en kayak aguas pestilentes o ascender a un volcán en activo fueron otras. El volcán en cuestión fue el Estrómboli, que pocos meses antes de la visita de Calleja y su invitada había tenido dos violentas erupciones. El negro paisaje ya le resultó familiar a la actriz, puesto que previamente el presentador la había llevado al Vulcano, también activo y que dio su último gran petardazo en 1888. Fue allí donde el aventurero le explicó que, en su día, una piedra que salió de un volcán en Yellowstone (Estados Unidos) acabó en Alemania tras recorrer 11.000 kilómetros. «Esto es un máster en volcanes», exclamó divertida la que fue Belén en Aquí no hay quien viva .

En las cercanías de la fragua de Vulcano, Malena Alterio repasó su vida desde la cuna. Contaba seis meses en 1974, cuando la prensa argentina publicó una lista de personas de izquierda que no eran del agrado del régimen y cuya vida correría peligro de seguir viviendo en el país. Héctor Alterio, que se encontraba en el Festival de San Sebastián, figuraba en esa relación. Ante la amenaza nada velada, ya no regresó a su país. Se quedó esperando a su familia: Malena, su madre y su hermano Ernesto –también actor– tomaron un avión hacia España. Y hasta hoy. «Soy española, pero nací en Buenos Aires», se define.

Pero también corre sangre italiana por sus venas. Un bisabuelo emigró desde Italia a Argentina en 1910. Un abuelo, hijo del anterior, hizo el viaje inverso para luchar en la I Guerra Mundial, y fue en Italia donde conoció a su abuela. Cruzaron el charco en un barco llamado «Mafalda». En el repaso al árbol genealógico, hubo tiempo de reivindicar al miembro más desconocido de su familia: «Mi mamá es psicoanalista y nos pilota a todos», confesó.

Recordó Malena también sus inicios en el espectáculo. No era una estudiante brillante, y se matriculó en la escuela de Cristina Rota en plan actividad extraescolar. Pero acabó los cuatro años. Y empezó a trabajar, haciendo el payaso –literalmente– en bodas, bautizos, comuniones y fiestas infantiles varias. Con El Palo (2001) fue nominada al Goya a actriz revelación, y luego llegaron sus triunfos en series de éxito como Aquí no hay quien viva o La que se avecina , que abandonó para hacer un Chéjov en el teatro. «Me ofrecieron hacer teatro y ya llevaba mucho tiempo interpretando a Cristina. También es verdad que llevaba mucho tiempo haciendo de Belén. Me apetecía cambiar, hacer otras cosas», reconoció la actriz.

La fama fue otro de los motivos que hicieron a Malena Alterio abandonar Montepinar. «Al principio era muy halagador que la gente te parara y que los fans te pidieran fotos, pero el nivel de popularidad creció tanto que era un poco de película de terror a veces, de no poder caminar por la calle», confesó.

Lo que se avecinaba a medida que ascendían por la falda del volcán Estrómboli y se acercaban a la cima cada vez gustaba menos a la actriz. «El corazón se me sale por la boca», decía mientras una columna de humo salía disparada hacia el cielo.

Después sobrevivió a unas cuentas explosiones descomunales. Y acabó llorando de la emoción ante el impresionante espectáculo de sonido y luz, con la lava salpicando las laderas. Los mejores fuegos artificiales los fabrica la madre naturaleza. «Gracias volcán», acabaron diciendo a dúo, abrazados, en la cima del Estrómboli, allí donde nació el amor entre Ingrid Bergman y Roberto Rossellini .

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