El nuevo golpe de 'La casa de papel': Berlín se prepara para asaltar Sevilla
El regreso de la inesperada y exitosa precuela del fenómeno de Netflix cambia París por la ciudad hispalense, donde ya ruedan Pedro Alonso, Tristán Ulloa e Inma Cuesta
Pedro Alonso: «El éxito de 'La casa de papel' puede arrasar al más pintado»

Hay algo mágico en un rodaje. El tiempo pasa diferente, y hay una especie de línea intangible que corta una especie de cordón policial con una cinta de rayas rojas y blancas, que separa lo real de lo que es puro decorado, que remueve el ... albero, aunque nadie lo pise si no está orquestado. En el Patio de Banderas de Sevilla, una de las localizaciones de la ciudad hispalense donde se graba la segunda temporada de 'Berlín', la inesperada y exitosa precuela de 'La casa de papel', hay gente que camina como en un anuncio, despacio y muchas veces, y en los ángulos muertos, entre carpas, se respiran prisas y se corre de un lado a otro, montando y desmontando. Es febrero cerca del Alcázar y la ciudad andaluza tiene tantas colas como monumentos porque el turista ya no conoce de temporadas altas o bajas. Quizás también eso sea por el cambio climático. Hace frío a la sombra pero, cuando no hay, cuesta mirar al sol a la cara.
Pedro Alonso, el alter ego del título del fenómeno de Netflix, parece inmune a todo menos a la temperatura, a pesar de estar en el sur y ser gallego. Cuando rueda se transforma en Andrés de Fonollosa, se sienta con la pierna cruzada frente a su escudero Tristán Ulloa en una mesa con un mantel de cuadros vichy, acicalado con su traje de lino blanco roto, y agita meticulosamente los pies con mocasines de ante granate; cuando se apagan las cámaras, muda el gesto. Se pone un abrigo negro, acolchado. Se levanta, cierra los ojos y habla para sí, repitiéndose el texto, quizás, o recordando alguna frase de ese 'Fausto' de Goethe que lleva en el bolsillo de la chaqueta, con el marcador casi por el final, junto a un cuaderno con varios rotuladores y garabatos. «Yo lo llamo el muñeco porque está siempre tan bien plantado y tan bien peinado…», dice Inma Cuesta, Candela, «el fuego» que le robará el sueño al David Copperfield de guante blanco en este segundo asalto. «Se ha asomado al balcón y ha salido el sol, esa es la metáfora de su personaje», responde el actor vigués, seductor, todavía metido en su papel de galán con la nueva incorporación de la serie, en la que también estarán Marta Nieto y José Luis García Pérez.
Los rodajes, para algunos, son casi un ritual. El de Pedro Alonso pasa por taparse la boca con las manos, como rezando o pensando, antes de cada ensayo. Hace un aspaviento, algo amanerado, con la mano. Lo repite. Y otra más. Cierra los ojos y masculla un lenguaje secreto. Se sienta, con las manos colgando entre las piernas. Le maquillan y le peinan. Y ya está listo para mirar y que Inma Cuesta no pueda apartarle la mirada. «Vamos a ir a por ellos», le espeta con cara de rabia a Ulloa mientras se abanica con la carta del local ficticio en la mano, como tramando el plan que van a llevar a cabo. Un plan del que, por cierto, nada saben todavía. «Hemos leído solo cuatro guiones», se excusa Alonso. Y Ulloa, que «sigue siendo el Ciutti de Don Juan, el Sancho del Quijote», bromea con su compatriota por la estilosa verónica: «Se ha hecho un gallego total, hablando de cosas sin decir absolutamente nada».

La claqueta anuncia el tempo. Escena 17, tomas 1 y 2. Acaban de empezar a grabar en Sevilla, orilla abajo del Guadalquivir, por la Plaza de España y por el barrio de Santa Cruz, pero pasarán también por Madrid y San Sebastián, que simularán ser la ciudad andaluza. Habrá tópicos, anticipan, pero no Sanfermines como en 'Misión Imposible'. «Es una serie que tiene una aspiración internacional y no dejas de vender algo sublimado. Hay algo aquí de ópera, de mitología también. Mitología pulp o como se diga. O sea, realmente es una sinfonía que va un punto y pico por encima de la realidad casi siempre», describe, metido en su registro romántico, Alonso.
Por encima de la realidad voló también el debut en solitario de Berlín, un personaje que murió en la segunda temporada del fenómeno 'La casa de papel' y que, tras el final de la serie, ha tenido una segunda oportunidad con la precuela que se estrenó hace dos años y se convirtió en el tercer título en español en el ranking de lo más visto en habla no inglesa de Netflix. Un hito. La renovación vino rodada. «No cualquiera podría haber dicho que íbamos a sobrevivir a la primera con un cambio de género tan razonado pero tan peligroso», explica el protagonista, que volverá a contar con el resto de la banda que asaltó París con una comedia romántica y ahora aspira a «virar» al lado oscuro, «con más rock and roll». «Hay una conciencia de que lo que se está haciendo es un entretenimiento puro y duro, pero con una excelencia y un plus. El hecho de ser entretenimiento no tiene que tener un tipo de connotación menor, todo lo contrario», apunta Ulloa. El éxito y sus misterios…
–Quiero creer un poco en la magia. Hay algo de magia que acompaña a la… –prueba, de nuevo, Alonso.
–Hay una ausencia de complejos también que siempre hemos tenido que abordar en determinadas dimensiones o determinados géneros. Y cuando estábamos haciendo la primera temporada, tenía la sensación de estar haciendo una película de Spielberg todo el rato. Y luego ves los personajes, la cámara que se acerca, y estos movimientos tan reconocibles en las grandes producciones de cine de aventuras, de toda la vida y, de repente, tienes la sensación de estar haciendo 'Los Goonies'. Sí, 'Los Goonies'.
–Sí. Y luego siempre con un punto de... con un plus de cierta locura mediterránea.
La magia.
El robo, un misterio
Del robo que preparan en esta segunda temporada, que tendrá ocho capítulos y se rodará en unos nueve meses, todavía no hay ninguna pista, solo una certeza: «Todo lo que sale está documentado técnicamente. Los guionistas siempre hacen un trabajo de mucha documentación para que técnicamente el plan sea posible, Álex [Pina, el creador] para eso es muy obsesivo, hasta que no encajan todas las piezas no le vale». Y Ulloa, que destierra las comparaciones con El Profesor de 'La casa de papel' que tantos han querido ver en su personaje, sigue empeñado en desmentir lo que Belarra le dijo a Rajoy sobre la gracia de los gallegos: «Da mucho miedo que los guionistas tengan esas cabecitas».
«Preparados para rodar, señores. Esto no da para más. Estaba todo perfecto en el ensayo, está todo perfecto para rodar», grita, a viva voz, un técnico.
El plan, cualquiera que sea, lo maquinan en el Patio de Banderas próximo al Alcázar sevillano. Dos pares de extras toman un vino y una caña en las mesas de al lado. Como si no fuera deporte nacional en España lo de cotillear a quien sea, sobre todo si están cerca, Tristán Ulloa y Pedro Alonso, ajenos, traman algo como hacen los expertos, a susurros y con cara de saber algo. «Vamos a ir a por…», suelta Berlín. Y ríe, con esa risa suya entre elegante y malvada. No se ve pero, al parecer, Inma Cuesta tira en ese momento ropa desde el balcón de la que supuestamente es su casa. Ulloa se levanta. Y Berlín mira embelesado al edificio amarillo y blanco, al de los geranios y las buganvillas y los trajes de flamenca colgados, alcanzado de pronto por una chispa del fuego del personaje de Cuesta.
«Mucho más lento, pero como tres veces más lento», dice alguien detrás de un monitor. «Tu mirada, Pedro, está bien, esa transición es bonita», le anima.
Y Pedro Alonso, Alonso de Fonollosa, Berlín, mantiene la mirada, solo que no mira a la actriz, mira a la cámara. La magia.
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