'Guillermo Tell': cine épico con lectura política en plena Europa en tensión
Nick Hamm dirige esta leyenda medieval, de hace más de siete siglos que resuena hoy con una intensidad sorprendente
Crítica de 'Guillermo Tell' (***): La entereza de la manzana ante la flecha

«Si queremos la paz, preparémonos para la guerra». No es una declaración de un presidente, ni una consigna de campaña en esta Europa tensa y en pleno rearme del 2025, sino una línea pronunciada por un personaje de 'Guillermo Tell', la nueva película ... dirigida por el británico Nick Hamm que llega a los cines españoles este 4 de abril. Sin embargo, podría perfectamente haber sido una frase pronunciada esta mañana en Bruselas, Ginebra o Londres. Esa es, tal vez, una de las claves de su potencia: esta leyenda medieval, ambientada hace más de siete siglos, resuena hoy con una intensidad sorprendente.
«El contexto de la historia es medieval, sí, pero lo que realmente me interesaba era su eco contemporáneo», ha explicado el propio Hamm, para quien «la historia es sorprendentemente contemporánea; muestra cómo la resistencia política es vital, pero no ignora el coste colateral y emocional que resulta de ella».
'Guillermo Tell'es una superproducción internacional protagonizada por Claes Bang, conocido por 'The Square', junto a un sólido reparto en el que destacan Connor Swindells ('Sex Education'), Ellie Bamber ('Animales nocturnos'), Golshifteh Farahani ('Tyler Rake'), Jonah Hauer-King ('La sirenita') y Rafe Spall ('Men in Black'), además de las participaciones especiales de dos gigantes de la interpretación: Jonathan Pryce ('Juego de tronos') y Ben Kingsley ('Shutter Island').
La película sitúa su acción en la Suiza del año 1307, un territorio sometido al dominio austríaco. La opresión, la injusticia y la ocupación forman el telón de fondo de una historia que gira en torno a un hombre aparentemente ordinario, Guillermo Tell, que se ve obligado a tomar decisiones extraordinarias. El guión evita simplificaciones heroicas y ofrece una mirada densa, moralmente compleja, sobre los dilemas de quien decide alzarse contra el poder establecido, y no se construye como una oda al combate, sino como una meditación sobre el precio de las decisiones. Y de las acciones.
Sin entrar en detalles que arruinen la experiencia del espectador, la narrativa pone el foco en los valores universales que la leyenda representa: el coraje, el deber, el amor por los hijos y la defensa de la dignidad humana. Hamm no cae en la tentación de glorificar la violencia, sino que se interesa por el conflicto interno del protagonista, su resistencia, sus pérdidas y las consecuencias de sus elecciones. El resultado es una cinta visualmente poderosa, y emocionalmente íntima.
¿Una historia real?
Ahora bien, ¿quién fue realmente Guillermo Tell? ¿Existió de verdad este arquero que se negó a inclinarse ante la autoridad, y que se convirtió en símbolo de libertad? La respuesta sigue dividiendo a historiadores, mitólogos y estudiosos de la identidad suiza. La figura de Tell aparece por primera vez en unas crónicas de mediados del siglo XV, más de cien años después de los supuestos hechos. Según la leyenda, fue un maestro ballestero que, tras negarse a rendir homenaje al sombrero imperial de Gessler, fue obligado a disparar una flecha a una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo, una historia que guarda similitudes importantes con otras leyendas europeas, como la del arquero danés Toko o el islandés Egil.
Lo cierto es que no hay evidencia documental que pruebe su existencia histórica, pero tampoco hay duda de que su figura ha sido decisiva en la construcción de la identidad nacional suiza, ya que Tell es uno de esos personajes que se sitúan en el umbral entre el mito fundacional y el ideal colectivo. Y su historia ha trascendido fronteras.
Su figura fue inmortalizada en 1804 por el dramaturgo alemán Friedrich Schiller, cuya obra teatral 'Wilhelm Tell' convirtió al personaje en un símbolo del espíritu de resistencia ilustrada. A partir de ella, el italiano Gioachino Rossini compuso en 1829 su célebre ópera 'Guillermo Tell', cuya obertura ha sido utilizada durante décadas en el cine, la televisión y la cultura popular como sinónimo de heroísmo, aunque muchas veces también de forma irónica o caricaturesca.
En el cine, la historia ha tenido varias adaptaciones, aunque ninguna con la escala y la ambición de la versión de Nick Hamm, que confesó que «es una historia que siempre me ha fascinado, no sólo porque nunca se le ha otorgado el estatus cultural que merece, sino también porque nunca se ha llevado a cabo en el cine moderno».
Una película muda sobre el personaje, dirigida por Rudolf Dworsky y Rudolf Walther-Fein, vio la luz en 1923, y le siguieron otras versiones europeas a lo largo del siglo XX, sobre todo en Suiza, Alemania e Italia. También ha habido series de televisión, como la producida en los años 80 en Reino Unido, que mostraba una versión más juvenil y aventurera del mito. Sin embargo, el personaje nunca había tenido un tratamiento cinematográfico moderno, con lenguaje visual actual, estrellas de renombre y una narrativa emocional adaptada a los dilemas del siglo XXI, un vacío que Hamm supo captar, y después llenar, con una película que respeta la tradición pero no teme cuestionarla. Tell, en su versión, es más humano que legendario; no es un superhombre, sino un ciudadano enfrentado al dilema eterno entre someterse o resistir, representado en una película que se mueve entre el cine épico y la discusión política.
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