Blancanieves muerde la manzana envenenada de lo woke
Disney aplaca la falta de ideas originales con el enésimo remake de acción real de uno de sus clásicos, que estrena este viernes cebado de polémicas
Las críticas de la semana por Oti R. Marchante: 'Los aitas', 'La chica de la aguja' y 'Misericordia'

Cuando Walt Disney adaptó el cuento de los hermanos Grimm, suavizó la venganza del príncipe de 'Blancanieves', que ordenaba a la madrastra bailar hasta morir sobre unos zapatos de hierro candente, porque el castigo, hasta para una bruja, era desproporcionado. En la nueva versión de la actual Disney ... , ya con el padre del ratón engullido por una compañía que ha cambiado el cine familiar tradicional por los superhéroes y ahora aplaca la falta de ideas originales con remakes de acción real de sus clásicos, el príncipe ya no es príncipe sino ladrón, los enanos (casi todos) están hechos con CGI y la discapacidad se cura. Eso sí, la villana a la que interpreta Gal Gadot, aun siendo la más bella del reino, muere de forma igualmente cruel, convertida en piedra y desintegrada. En su empeño por modernizar el clásico, 'Blancanieves', que se estrena este viernes en cines, se olvida de actualizar la historia de amor, en la que el hombre, sea de sangre azul o roja, salva a la princesa con un beso mientras duerme. Sin consentimiento ni nada. Muerde la manzana envenenada de lo woke y termina siendo, mal que pese, una versión todavía más antigua en muchos aspectos que la película de 1937.
'Blancanieves' replica la historia pero se desprende en el título de '... y los siete enanitos' del que fue el primer largometraje animado de la franquicia en esa vocación por adaptar algunos aspectos a las nuevas sensibilidades en lo que ha sido una mina de problemas desde casi el principio. Costó más de 270 millones de dólares pero su estreno ha llegado con menos relumbrón del que se espera de un éxito, cebado por las polémicas constantes desde que se anunció la adaptación de la que se considera un hito en la historia de la animación. La primera piedra en el zapato, y la más incómoda, ha sido su protagonista, Rachel Zegler, cuya ascendencia colombiana obligó a modificar la trama: ya no se llama Blancanieves porque su piel sea tan nívea como la de un cadáver sino porque nació en medio de una tormenta de nieve, contratiempo que, como metáfora, la curtió para enfrentarse a cualquier contingencia menos a un enamoramiento exprés y a un beso inesperado. Empoderada, pero no mucho.
El talento vocal de Zegler brilla en 'Waiting on a wish', nueva canción que incluye esta revisión del clásico que no olvida la icónica 'Ay ho', pero cada vez que la actriz habla fuera de escena sube el pan. Acérrima defensora propalestina, muchos han querido ver en sus críticas a los ataques en Gaza una velada enemistad con la coprotagonista, Gal Gadot, que sirvió en las Fuerzas de Defensa de Israel. En una de sus primeras entrevistas tras obtener el papel, quiso demostrar que su Blancanieves no es la modosita princesa del cuento de hadas asegurando que «la película original es extremadamente anticuada en lo que respecta a la idea que se tiene de las mujeres en los roles de poder. Aquí ella no se enamorará, sino que se convertirá en la líder que siempre quiso ser». O también: «La original se centra mucho en su historia de amor con un chico que literalmente la está acosando. Un poco raro. Así que aquí haremos otra cosa. Quizá recortemos al príncipe de la película, ¿quién sabe? Esto es Hollywood», llegó a decir. Piii, error. Por mucho que el príncipe se vista de Robin Hood, terminan viviendo felices y comiendo perdices en una película carente de carga dramática y de extras.
En esta nueva versión no hay corazón dentro de un cofre, ni de la protagonista ni de un jabalí, sino una manzana porque, al parecer, el público infantil al que iba dirigida en su día podía tolerarlo pero para el espectador actual ver cómo la villana se lo come sería una escena demasiado macabra. Sin embargo, poner a gente con enanismo nombres como Mudito o Gruñón les pareció mala idea, por eso decidieron, tras algunos vaivenes, generarlos con ordenador, para evitar caer en la parodia viéndoles estornudar, tropezar o sonrojarse. Enanitos hechos con CGI en un remake de acción real. La ocurrencia sentó mal, sobre todo a Peter Dinklage, que no dudó en hablar de la incoherencia. «Me desconcertó que estuvieran tan orgullosos de haber elegido a una actriz latina para el papel de Blancanieves pero siguieran contando la historia de Blancanieves y los siete enanitos. Deberían dar un paso atrás y reflexionar sobre lo que están haciendo. Para mí no tiene sentido. Son progresistas en un aspecto, pero siguen haciendo esa historia retrógrada sobre siete enanitos viviendo juntos en una cueva», criticó el actor de 'Juego de tronos' en el podcast 'WTF' de Marc Maron.
Uno real y siete con CGI
Disney, ahí sí, intervino, alegando que habían tomado esa decisión para «evitar reforzar los estereotipos de la película animada original». Por si acaso, anticipándose al rechazo de los actores con enanismo por dejarles en paro, contrataron a un enano de verdad, al que vistieron con ropa roída, pusieron a escoltar al príncipe ladrón y le dejaron una ballesta y uno de los pocos chistes de toda la película. El otro corre a cargo de Mudito, que desvirtúa su buen nombre y al final habla. Resulta que solo tenía miedo.
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