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El año que viene

Mañana será igual que hoy. Pero échenle casta y sean felices

Félix Machuca

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No hay nada que nos confirme que el año que viene va a ser distinto a este. Mañana seguirá siendo hoy. Y en el horizonte de este mundo que gira y gira sin que nadie pueda bajarse de su enloquecida calesita, los caballos no son ... de cartón. Sino bronces equestres de guerreros. Mañana, como ayer, seguirán anunciándonos los profetas de la psiquiatría que la soledad será la próxima pandemia, algo que no dudo en absoluto, porque ya me lo cantó, a su manera Sting y sus policías, con aquel So lonely donde confesaba «que nadie ha llamado a mi puerta/durante mil años o más». Hay puertas, como la de Morrison, que también chirriaban de miedo a la soledad y que solo las golpeaba el viento del final apocalíptico: «Matar, matar, matar, matar/este es el fin mi hermosa amiga». Esa canción la musitan, bajo la espesa negrura del miedo, los niños desamparados por los misiles en Israel, en Siria y en Ucrania. Este es el fin, mi hermosa amiga. Pero en el fondo de la botella hay un gusano de optimismo y uno se queda agarrado a aquella estrofa de Fito Cabrales: «menos mal que los rifles/no matan las palabras.»

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