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Perdigones de plata

Okupa inkluido

Vender piso con bicho dentro, otra de esas particularidades netamente española

El repelús

Bajo tierra

Ramón Palomar

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Para los que moramos plantificados en la orilla del Mediterráneo, el reclamo de «piso con vistas al mar» resulta invencible. Qué bonito, oh sí, me decía, levantarse y desayunar un aromático café con leche, acaso con unas gotitas de gentil coñac peleón, mientras el rumor ... de las olas te proporciona el necesario sosiego para encarar la jornada con sobrado donaire. Así pues, acudí hasta aquella vivienda. Resultó ser un pisucho infecto, asqueroso. Su escasa altura, era la primera planta, no permitía ver el gran azul por ningún lado. Se lo comenté muy suave al de la inmobiliaria, un personaje acorde con lo que intentaba vender. «Bueno, se ve el mar desde la azotea…», espetó con envidiable soltura. Trepamos hasta las alturas. Pero tampoco podíamos entonar el mítico «¡por allí resopla!». Muy cariñoso, se lo indiqué. Entonces me arrastró hacia una esquina. Allí, si sacabas medio cuerpo en plan Spiderman, intuías un atisbo azulón. «Mira mira, allí está el mar...». Exploté a lo F.F. Gómez: «Váyase usted a la mierda».

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