Según Trump, el 13 de julio del año pasado Dios le arreó una colleja, o deslumbró con un fogonazo solar al francotirador Crooks (como hacía Jude Law con Ed Harris en 'Enemy at the Gates', de Jean Jacques Arnaud, de 2001), para desviar la cabeza ... o el disparo y permitir así que, en el futuro, la víctima del atentado engrandeciera de nuevo a la América profunda.
Bueno, es su opinión. Lo malo es que él no la considera una opinión, sino un dogma de fe que nos va a hacer tragar a todos, empezando por los europeos. Por eso va a construir en Gaza, entre el Sinaí y Sión, un gran ídolo de él mismo en oro macizo, y a vender a los millones de turistas y peregrinos devotos miles de millones de figuritas sedentes, también de él mismo, como caganer chapado en oro de ley (y defecando dólares). No me invento nada, lo ha sacado el propio Trump, tal como lo cuento, en el vídeo que el mundo entero conoció el miércoles.
Un vídeo para el que ha contado con la colaboración entusiasta del amigo Musk. Trump y Musk, Musk y Trump: los gemelos atómicos, como Schwarzenegger y De Vito en 'Twins' (1988) o los Hernández y Fernández (Dupont y Dupond) de Tintín. Los gemelos energúmenos se llevan estupendamente entre sí en la comedia y en el cómic. En la vida real suelen tener problemas y, lo que es en el mito, terminan asesinándose, como Caín y Abel o Rómulo y Remo (que se salven los dos –Esaú y Jacob– es bastante raro). Esto pasa a causa de lo que se llama rivalidad mimética o mímesis conflictiva. Lo explico: entre los gemelos, la envidia tiene el campo abonado. Cada uno desea lo que el otro tiene. Al final, se olvidan del objeto envidiado y queda la mutua tirria inextinguible.
En 2024 se estrenó una película profética, 'Gladiator II', de Ridley Scott. El guion es mucho más flojo que el de 'Gladiator I', pero hay rinocerontes y naumaquias. Lo mejor, sin embargo, son los dos césares gemelos que comparten el poder en Roma, Geta y Caracalla (hubo un Geta y un Caracalla, pero ni eran gemelos ni compartieron cosa alguna). En la peli, Caracalla, que es el más bajito, envidia la estatura de Geta. Este, a su vez, envidia la mascota de Caracalla, un mono de nombre Dundus (interpretado por una mona navarra llamada Sherry, probablemente de Bildu). Como era de temer, Caracalla mata a Geta y nombra cónsul a Dundus.
El lazo más fuerte entre Trump y Musk reside en el poder omnímodo del primero y la pasta gansa del segundo, que se admiran mutuamente. A Musk le gustaría ser el tipo más poderoso del planeta, y a Trump le enloquece la prisa por convertirse en el más rico. Los dos se intercambian modelos, espejos o ideales respectivos, pero ninguno de ellos logra ser el otro. El deseo mimético –un vínculo trágico– los lleva hacia un inevitable 'Gladiator III' en el que el Jeta morirá a manos del Caracallo o a la inversa. Al tiempo.
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