LAPISABIÉN
Carmen y cierra España
Solo nos queda el romance de naderías del hijo de la Pantoja
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Españolear fue un verbo con recorrido, desde Mondoñedo hasta Pulpí, provincia de Almería, con interesante geoda, lindas calas y un paisanaje amable y conversador. Españoleaba Luis Lucena con su copla tierna y patriotera, y españoleaba Carmen Sevilla, que fue una folclórica guapa, con más ... trasfondo que tópico, que también lo tuvo.
Sucede que cuando se nos van las folclóricas a las regiones celestes, va quedando un solar en lo más inconfesable. Un recuerdo de aquella España tierna, con castañuelas, que fue la más nuestra, con sus cosas, y vista con esa distancia que todo lo mejora. Llorar a una folclórica, bella en su juventud y en lo sucesivo, deja el lacrimal y el hipotálamo pensando en lo que fuimos, que no fue tan oscuro.
Y piensa uno en la bella Carmen cuando anduvo en sazón, en Technicolor, en alguna revista taurina y en el destape en esa época trémula y hoy denostada que fue la Transición. Carmen Sevilla tuvo sus cosas, y había que despedirla con solemnidad y memoria porque el resto de sus compañeras andan a otros menesteres; unas se intelectualizan demasiado (Pasión Vega), las otras arrastran pufos, parejas medio gagá y muertos en el armario. He soñado con Carmen Sevilla, nuestra Sofía Loren a lunares, con estos calores que derriten el Orfidal. Ovejitas, cine de barrio, Cantinflas y toda una vida que ella, digna como todas las de su gremio, se dedicó a españolear, que ya decimos que es verbo, el de españolear, que quiere decir mucho y que a muchos no les dice nada. Por desgracia. Entre, quizá, el amor de los suyos se fue Carmen Sevilla, y al arriba firmante se le van cayendo esos mitos de aquella España tierna, festiva, con el sol de Andalucía y el resabio de los 'souvenirs' de Fuengirola con la gitana y el torero. Esa España subdesarrollada que hizo posible, por ejemplo, que la nieta de Lola Flores se nos vaya vendiendo como La Pasionaria más calé.
Murió Carmen Sevilla y solo nos resiste la Pantoja y la leyenda de su niño, romance de naderías. Qué solos se quedan los muertos y qué país se le va quedando a Yolanda Díaz.
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