LAPISABIEN
Madrid, el Crack y la americana
Fue lo de Garci y no estuve. Fue lo de Morante y tampoco. Mi sentido de la oportunidad histórica es proverbial
Andrés

Garci tiene un lugar, un lugar físico, en Madrid, el CondeDuque desde el miércoles. De Garci hay que escribir hasta aburrirse, porque solo Garci es Madrid, y es Gijón, y es esa enciclopedia que nos abrió de pequeños al mundo del blanco ... y negro, o de los centauros del desierto, o de la silla transportadora de Charles Laughton en 'Testigo de cargo'. Los de hoy, los macarras/popes de la moral, censuran los cigarrillos de Bogart que son/no son los mismos de Germán Areta.
Qué más da, que aquí sabemos que el cine hace sus hombres y la sociedad los destruye, o trata de destruirlos porque suelen, los mejores del oficio de la cámara y el sueño, ser íntegros, liberales, y buenos en el sentido machadiano de la palabra. Ajenos a subvenciones.
En un Madrid sahariano, esta semana se celebró el enésimo homenaje a José Luis, caballero del celuloide, de las letras, de las letras impresas y hasta de los combates que tanto me gustan y de los que no tuve tiempo a hablar con Manolo Alcántara. Ya dije que al protagonista de esta tronera es al que mejor le cae una americana, aun con estás calores. Y todo en él se mezcla, o se combina como un Dry Martini, que es el relicario del sacramento de la amistad.
Si Garci no fuera de por Narváez, habría que hacerle un DNI madrileño con osos y madroños gigantes, gorros de gángsteres, y un platillo volante aterrizando en la Plaza de España. Como Mingote merece estatua en el Retiro, parterre tropical y una avenida en Marbella.
Garci, en el fondo, es lo último que nos queda para entender qué fue un director de actores, qué un guion, qué un Pepe Bódalo y así.
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Fue lo de Garci y no estuve. Fue lo de Morante y tampoco. Mi sentido de la oportunidad histórica es proverbial. De aquí a la eternidad estaré en todos los Oscar a los que me inviten.
Donde haya una barbería reconvertida en tienda de móviles, allí me tendrán. Por España, y por Garci, y haciendo guerra cultural.
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