UNA RAYA EN EL AGUA
El comodín de la oposición
La derecha no tiene la responsabilidad de rescatar a Sánchez cada vez que le fallen sus compañeros de viaje
Feminismo cuántico
La derecha incompatible
Para entender la posición de Pedro Sánchez en el debate sobre gasto en Defensa es menester partir de la base de que va a enfocar la cuestión a través del prisma de su exclusiva conveniencia. Es decir, en términos de política interna y, sobre todo, ... de expectativas electorales, que son las únicas que le interesan. Lo que haga o deje de hacer al respecto será bajo la prioridad de mejorar siquiera unas décimas su intención de voto en las encuestas, y para ello es preciso que al mismo tiempo logre rebajar la ventaja de la derecha. Si puede dejar al margen al PP lo hará; de hecho ésa es su intención primera. Y si los socios de referencia le dan calabazas, Feijóo deberá prepararse para una encerrona so pretexto de cumplir con la prescripción europea, que va a exigir un acuerdo de Estado para liberar los límites de deuda.
Romper el muro que él mismo ha levantado no será para el presidente un plato de buen gusto, más tratándose de la inversión militar, un asunto que tampoco goza de buena aceptación entre los suyos. Se lo planteará sólo como último recurso si el bloque de investidura se pone duro, supuesto nada improbable dada la proclividad filorrusa de esos grupos. Y llegado el caso de tener que apelar a los populares resulta verosímil que intente envolverlos en alguna clase de chantaje; sabe que como alternativa de poder están obligados a compartir ciertas responsabilidades, pero también que cualquier clase de acercamiento al Gobierno les causa desgaste entre muchos de sus votantes.
Por ahora estamos en la fase de creación del relato. En la hipótesis de que Feijóo se niegue a colaborar –y tendrá que hacerlo si sus condiciones no son aceptadas–, Moncloa usará su potente aparato de propaganda para estigmatizarlo junto a Vox como quintacolumnistas putinianos. En ese sentido, y siempre desde la perspectiva partidista, el sanchismo podría estar más interesado en el rechazo que en el pacto. Pero tanto el jefe del Ejecutivo como el de la oposición han de manejarse con cuidado porque estas crisis de fondo las carga el diablo y porque Europa no va a soltar fácilmente bonos mancomunados si aprecia en el país receptor serios problemas de liderazgo.
El resumen es que a Sánchez le está estallando en las manos la realidad: su mandato es un artefacto político inviable, sostenido mal que bien por una pléyade de aliados desleales, incapaces de comprometerse en situación de dificultades; unos porque no creen en la nación española o directamente la combaten, y otros por una cerrazón ideológica inhabilitante para asumir deberes institucionales. Y no siempre va a tener a su alcance el comodín de la derecha responsable, cuyo electorado está harto de deslealtades, engaños o ultrajes. Alguna vez tiene que llegar la hora de que encuentre cerradas las salidas de escape cuando le fallen sus compañeros de viaje y lo dejen tirado en un trance clave.
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