EN CLAVE DE TRON
El terror a la Unión Soviética
Desde la fragata Almirante Juan de Borbón se entiende perfectamente el concepto (y el miedo) de la guerra híbrida de Putin
No, no son más importantes
Deseando que venga la censura
La portada ABC de este sábado (una foto de Sergey Kozlov para EFE) pone la piel de gallina. Por lo que significan las lágrimas de esa anciana al llegar al centro de refugiados tras dejar atrás su vida entera en Járkov. Los rusos acechan sin ... contemplaciones los alrededores de la ciudad y las autoridades ucranianas han ordenado evacuar a los civiles. El llanto de esa mujer refleja sus recuerdos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y no quiere volver a pasar por eso el tiempo que le quede de vida.
Se van a cumplir 35 años de la caída del Muro de Berlín que dio paso a la ampliación de la Europa comunitaria. Al mismo tiempo, se cumplen 33 años de la dimisión del Gorbachov y, por lo tanto, de la desaparición de la Unión Soviética.
Dicho de otro modo: cualquier ciudadano de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), de Georgia o los «tanes», que tenga más de treinta y tantos, ha sido soviético.
Casi como cualquier ciudadano del Este de Europa (aquella República 'Democrática' Alemana, Polonia, Moldavia, Checoslovaquia, Yugoslavia...) que pase de los 40 años. Esa es la verdadera perspectiva del pequeño Zar, Vladímir Putin. Eso es lo que temen (y no me extraña) los letones, los polacos, los rumanos o los suecos, y qué decir de los finlandeses. Un tipo perpetuado desde hace un cuarto de siglo en el poder, como Putin, (con el paréntesis de cuatro años del títere Medvedev) sólo sueña con ser un nuevo Zar.
Quiero pensar que algo se está moviendo en clave diplomática mundial. Quizás confunda deseos con realidad pero el mismo Xi Jinping que estuvo con Macron la semana pasada en París, ha recibido a Putin aunque no se fíen un pelo el uno del otro.
La clave: Putin no puede ganar, ni invadir Ucrania, ni humillar a la OTAN, como tampoco soportaría, desde su mentalidad 'imperial', una derrota para la vergüenza. Y la batalla de Járkov puede ser la excusa. Y no se me va de la cabeza la cara de esa señora llorando cuando estoy a punto, junto a un equipo de 'La Linterna', de subir a bordo de la fragata Almirante Juan de Borbón en algún punto del Atlántico Norte. Nuestra Armada acoge este semestre el Estado Mayor de la OTAN en la misión de disuasión frente a Rusia, patrullando por el mar del Norte, el Báltico, el de Noruega, el golfo de Bosnia...
Y seguimos sin ser conscientes del significado del término «guerra híbrida». Del nuevo modelo de guerra que suma un infinito teatro de operaciones desde el campo de batalla convencional al ciberespacio, pasando por la guerra energética, el terrorismo global, el crimen organizado, la desestabilización (movimientos migratorios, 'procés', Brexit...) y la desinformación.
PD: ¿Y sabe qué? Desde esta fragata española se entiende perfectamente el concepto (y el miedo) de la guerra de Putin contra nuestro modo de vida.
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