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bala perdida

La ambición de C. Tangana

Igual es mucho arriesgar, pero el tío suena distinto, rico, majestuoso y popular. Único

Más canción y menos zorra (7/2/24)

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Ángel Antonio Herrera

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Naturalmente, no se sabe muy bien qué hace en sus canciones C. Tangana, pero ahí está, entre una indiferencia fiera y una ambición desmedida. Ansía el éxito como quien del éxito huye. Me gusta su chulería, que usa el violín del taco. Al principio, ... si lo escuchas, te desconcierta, pero enseguida te apuntas a su ardiente cofradía. Ahí estoy yo. Tiene C. Tangana una mala voz de revueltas deshoras, con calambre de terciopelo, donde la arrogancia se logra como un modo de la cadencia. Algo así. De manera que ha acuñado un estilo, en lo más alto de lo suyo, que pudiera ser lo latino releído desde lo urbano, o al revés. No es un reguetonero, aunque guste de incluir chavalas de apoteosis en sus videoclips, que son unas alhajas hipnóticas, por cierto, entre el tráiler de la lujuria y el autobombo de sastrería de macarra bien aseado. Cruza el bolero y la estríper. No es un músico, sino necesariamente un artista. O bien «un bohemio, un rarito», por emplear dos palabras de su ambición vital, y vivencial.

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