En primera persona: «Yo vine a la marcha por la libertad de Venezuela»

El chavismo, en la profunda división que ha sembrado en el país, también separó los espacios geográficos; el centro de la ciudad, donde se concentran las sedes de los poderes públicos, estuvo tomado por ellos, y desde 2014, cuando la policía abrió fuego contra la multitud y mató a un estudiante, allí no entra la oposición.

Ese es territorio rojo, donde el gobierno suele hacer sus actos, mientras que la oposición se ha concentrado tradicionalmente en el este, en especial en el municipio Chacao, donde se manifestaron ambos bandos. La diferencia es que uno está conformado por voluntarios que salen bajo el riesgo de ser reprimidos y el otro por empleados públicos, incluyendo a personas que han sido traídas de fuera de la capital, y acompañados por las fuerzas de seguridad.

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María Corina Machado convocó a los venezolanos a salir a la calle vestidos con un color de la bandera nacional. «Somos un país que tiene tres colores, y que quiere sus tres colores unidos. Por eso, aquellos de ustedes a quienes mañana obligan a salir con una franela (camiseta) roja, salgan y vengan con nosotros», dijo María Corina Machado horas antes de la manifestación. «Venezuela ya no dará lástima a gente de otros países, dará orgullo a los venezolanos. Ahora toca concretar la tarea». Pero la población no tiene claro cómo «concretar la tarea», pues la estrategia opositora en estos tiempos represivos e inciertos es una incógnita.

Este jueves, el escepticismo se mezcló con la esperanza. La razón dicta que todo seguirá tal como ha venido sucediendo los últimos 25 años, pero el deseo mantiene la puerta de un cambio abierta. Yo no tengo certezas y hoy, al preguntar en la calle, tampoco nadie las tenía, pero la mayoría confiábamos en que la diligencia opositora tenga un plan oculto que permita la transición hacia la democracia.

La cita de la oposición era a las diez de la mañana. «Me gustaría asistir, pero estoy paniqueada (aterrada)», comentaba una joven vecina de Chacao. El miedo que sentimos es real. «La última vez que salí a una protesta fue el 30 de julio –dos días después de la elección presidencial y último acto público de Edmundo González en Caracas–. Cuando nos volvíamos a casa, la Guardia Nacional comenzó a reprimir de forma muy agresiva y nos tuvimos que esconder en la entrada de un estacionamiento. Estábamos acorralados contra la reja, y sólo porque había un gran grupo de señoras que pidió que nos dejasen ir, pudimos escapar corriendo, pero seguían llegando las motos y tanquetas. Y después de esa experiencia y de escuchar todos los cuentos de lo que ha pasado, no estoy dispuesta a salir». Son muchos los que piensan como ella, pero también muchos otros los que nos atrevemos a salir.

A lo largo de la mañana el tránsito comenzó a disminuir. En algunas zonas de la ciudad, como Las Mercedes o Bello Monte, parecía un domingo por la mañana. En los alrededores de la concentración se desplazaban contingentes antimotines en motos. Los cuatro puntos de concentración opositora en Caracas estaban rodeados por fuerzas de seguridad, pero eso para los opositores no es sinónimo de seguridad sino todo lo contrario. En el resto del país, los usuarios en redes sociales denunciaban las mismas condiciones.

La calle Elice comenzó tímidamente a llenarse entre las 10.30 y 11.00 horas de gente que vestía los colores de la bandera, que tomó la calle y paralizó el tráfico. Sonaron pitos y vuvuzelas. Los buhoneros vendían de gorras y banderas. Los negocios que están en la vía permanecían abiertos. A una manzana de distancia sonó la música en una de las tarimas del oficialismo, en la que se concentraban pocas decenas de personas, vestidas con uniformes y banderas de Maduro.

Como es costumbre, antes de salir a la calle, muchos borraron sus 'chats' de Whatsapp. No fueron pocos los relatos de conocidos que han sido abordados por la policía para revisarles los móviles y llevarlos detenidos –o extorsionarlos– si encuentran algún comentario o meme en contra del Gobierno.

Unos motoristas chavistas se pasearon con banderas y se acercaron a la manifestación opositora para provocar. Minutos más tarde, tres policías municipales, no estatales, custodiaron el acceso por el que llegaron.

«Yo vine por la libertad de Venezuela», respondió una treintañera que salió con sus hermanas y su madre, a quienes tuvo que convencer para asistir. «Nuestro objetivo aquí es que liberen a todos los presos políticos», comentó desde Chacao Diego Casanova, familiar de uno de los detenidos en el contexto poselectoral. Casanova afirmaba con frustración que a las familias de las casi 2.000 personas que aún siguen tras las rejas les prometieron excarcelaciones antes de Nochevieja, pero aún siguen esperando. Ahora las autoridades les dicen que esperen hasta el 15 de enero, cuando, supuestamente, se producirán las prometidas excarcelaciones.

«Edmundo presidente, aquí está tu gente», coreaban algunos manifestantes resguardados bajo la sombra de un árbol. El sol quemaba con fuerza y el sonido de los silbatos no cesaba. Mientras algunos se iban de la manifestación, otros llegaban a las convocatoria poco después de que María Corina publicara en su cuenta de X una nueva arenga para sus seguidores: «Serenidad y firmeza. Manténgase concentrados. Nos vemos ahora».