Lula enviará a su embajadora en Caracas a la investidura del día 10 de enero
Esta es la primera aproximación de Brasil en medio de una relación tensa con Venezuela
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El nivel de tensión entre los Palacios del Planalto, en Brasilia, y de Miraflores, en Caracas, en los últimos meses puede haberse reducido con una salida diplomática. Presionado por los movimientos sociales brasileños que apoyan su Gobierno, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ... ha decidido mandar un representante diplomático, posiblemente su embajadora en Caracas, a la toma de posesión del mandatario venezolano Nicolás Maduro, que se celebrará el próximo 10 de enero.
No es el mejor momento de las relaciones entre los dos mandatarios que solían tratarse como amigos y aliados de un implícito eje progresista sudamericano. El Gobierno de Lula viene evitando hablar de fraude, pero hasta hoy no había reconocido la victoria de Maduro en las últimas elecciones venezolanas que han sido cuestionadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y las principales entidades internacionales de derechos humanos.
El periodista Jamil Chade, especialista en política internacional del portal brasileño 'UOL', informó que el Gobierno de Lula no enviará a ningún ministro ni representante de alto rango a la toma de posesión, pero estará representado por la embajadora brasileña en Caracas, Glivania de Oliveira. Según sus fuentes en la cancillería, Brasil aún trata de mantener una puerta abierta con el mandatario venezolano para tratar de mediar una posible salida política a la crisis.
Antes de decidir enviar una representante a la ceremonia de investidura, Brasil había insistido en su posición de no reconocer las elecciones hasta que Maduro presentase las actas con los resultados, lo que nunca ocurrió y terminó desatando la crisis diplomática entre Brasilia y Caracas.
El último enfrentamiento diplomático fue en octubre, cuando la diplomacia brasileña vetó la entrada de Venezuela en el grupo ampliado de los BRICs, el bloque que reúne países emergentes con mayor poder económico. La acción fue una respuesta de Brasil a los ataques de Maduro, que acusó a Lula, su viejo amigo, de comportarse como un agente de la CIA, la agencia de inteligencia de los Estados Unidos, por no reconocer su victoria electoral.
Antes de esos ataques, Lula y su diplomacia, habían tratado de ser, con el apoyo de los Gobiernos de Colombia y México, los principales mediadores y negociadores de una salida segura y sin mayores conflictos en Venezuela.
El brasileño, sin embargo, terminó perdiendo la paciencia con las agresiones de Maduro y sus funcionarios contra él y autoridades brasileñas, como su asesor de relaciones internacionales, el embajador Celso Amorim, que trabajó intensamente por un canal de diálogo. «¿A ti qué te importa? ¿Quién eres tú, Lula, para meterte en los asuntos internos de Venezuela?», llegó a decir en una entrevista el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, un importante aliado de Maduro.
Las presiones sobre Lula
La decisión de enviar una representante debe costarle desgaste interno a Lula, que trata de equilibrarse entre la presión de organizaciones de derechos humanos y de los movimientos sociales de izquierda que defienden el respeto a las decisiones internas de Venezuela. La resistencia de Lula de abandonar a Maduro, pese a las denuncias de fraude electoral y de violaciones de derechos humanos, le ha costado puntos en su popularidad.
La semana pasada organizaciones brasileñas e internacionales de defensa de los derechos humanos le enviaron una carta al canciller Mauro Vieira, al embajador Amorim, asesor especial de Lula y a otras autoridades del Gobierno. La carta firmada por organizaciones como Article 19, Conectas, Human Rights Watch y Transparencia Internacional le pide al Gobierno brasileño que «adopte medidas concretas para contribuir a garantizar una transición democrática y pacífica en Venezuela».
«Como país que se propone liderar una coalición internacional en defensa de la democracia, Brasil debe actuar con firmeza ante este escenario de grave crisis político-institucional y deterioro de la democracia, las libertades públicas y los derechos humanos en el país vecino», dice el documento. «A pesar de los fuertes indicios de fraude electoral identificados y documentados por observadores internacionales, el presidente Nicolás Maduro avanza para asumir su tercer mandato», advierten.
Las organizaciones relatan que el Comité de Derechos Humanos de la ONU anunció la apertura de un proceso formal para investigar el presunto fraude en las elecciones de julio pasado en Venezuela y refuerza que en Venezuela «hay violaciones generalizadas de los derechos humanos e irrespeto a la voluntad popular expresada en las urnas, situación que no puede ser normalizada ni aceptada por Brasil».
Al mismo tiempo, los movimientos sociales brasileños le han enviado una carta a Lula pidiéndole exactamente lo contrario. «Queremos destacar la importancia de mantener relaciones de buena vecindad entre nuestro país y la República Bolivariana de Venezuela, basadas en el respeto mutuo, la cooperación y la comprensión de las complejidades internas de cada nación», dice el documento firmado por organizaciones importantes en la base de apoyo de Lula como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), la Unión Brasileña de Mujeres, la Unión de Negros por la Igualdad y la Unión Nacional LGBT.
«En nuestra opinión, las relaciones diplomáticas, abiertas al diálogo, sinceras, empáticas y directas con el gobierno venezolano, especialmente en este momento crítico postelectoral, así como con otros países de nuestra región, es esencial para construir la Integración Regional de una manera más estructural, institucional y permanente», dicen las entidades que le piden al Lula que «reconozca la legitimidad de la reelección del presidente Nicolás Maduro, que tuvo lugar de acuerdo con los procesos internos de Venezuela».
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