«A la consulta llegan cada vez más familias que no saben manejar a sus hijos de 5 años»
El docente Fran Castaño publica el libro 'Tu mejor versión como padre'
«Los padres «entrenadores» han de educar al hijo que tienen, no al que les gustaría tener»

En manos de Fran Castaño, docente, escritor y cofundador de Aprender a educar, se ponen cada vez más familias con hijos muy pequeños. «A la consulta llegan padres que no pueden manejar a niños de 5 años. Menores que tienen rabietas fuera de lo normal, que no quieren vestirse, bañarse o hacer los deberes. Casas en las que todos los días hay fiesta. Cuando me llaman están desesperados».
A su juicio, es importante que «cuando un padre o una familia vea que su hijo se sale demasiado con la suya, que se está 'empoderando', entienda que ahí está ocurriendo algo. Mi recomendación es que no dejen crecer y madurar el problema. No es lo mismo atajar este tipo de situaciones cuando un niño tiene 5 años que cuando tiene 15».
Consciente de la situación general acaba de presentar el libro 'Tu mejor versión como padre». Comprende a tu hijo para educarlo mejor' (Plataforma Actual), donde ofrece consejos y herramientas para que haya paz en casa.
-En su libro apunta que una de las claves para educar es que hay que comprender al niño. ¿A qué se refiere exactamente?
-Lo que intento explicar es que es necesario comprender a los hijos. Muchas veces nosotros no nos damos cuenta o no nos acordamos cuando éramos pequeños. Hace poco me decía un amigo «¿tú te imaginas que pudieran ver en YouTube lo que hacíamos a su edad?». Mi juventud ha sido normal pero aún así es mejor que mis hijos adolescentes no la vean. Aunque la reflexión me tiene que servir para comprenderlos y no permitir que hagan ciertas cosas. Ahora tengo otro rol, que es el de padre, y esto es fundamental para educar a mis hijos.
Recordar esto tiene que ayudarme como adulto a entender que un chaval no quiera venir a las 9:00 a casa, o quiera comer verduras, darme el móvil por la noche o levantarse temprano. Comprenderlo como padre te ayuda a educar más sereno.
-De igual forma, es difícil no entrar en el círculo vicioso de 'te digo, no haces, me enfado, te enfadas y al final terminamos los dos a gritos»
-Uno de los mayores problemas que se generan de convivencia en los hogares es porque los hijos no cumplen con sus responsabilidades. Los padres tenemos que saber hacer que cumplan y no entrar en ese diálogo de «ven a cenar», «voy», «ven a cenar», «voy» donde al final uno acabo enfadado sin ser capaz de que venga a cenar. Esto lo tenemos que cortar y conseguir que nuestros hijos cumplan con las responsabilidades que tocan y esto a veces no se puede hacer razonando.
Tenemos que comprender su forma de actuar (que no quiera comer verduras o ducharse), y saber también que no lo vamos a convencer con un discurso. Porque lo que ocurre es que cuando lo conseguimos es que nos cabreamos, gritamos, les reñimos… Y así estamos todo el día.
-¿Entonces, cómo hacemos para no acabar siempre 'atacados'?
-Hay una cosa que recomiendo trabajar en casa. Consiste en seguir lo que llamo 'la regla de las 5 cosas'. Y es que desde muy pequeños enseñemos a los hijos a hacer cinco cosas que no nos gustan, tipo bajar la basura, recoger los platos, hacer la cama… No se puede estar siempre haciendo lo que a uno le gusta. Tenemos que tener esa estrategia y esto se consigue fijando normas y límites, que estén claros y concisos. También poniendo consecuencias, que no es lo mismo que castigos.
-¿Por dónde empezamos? ¿Qué es lo primero que deberíamos hacer?
-Primero por fijar unas normas. En las cosas que se han de realizar todos los días lo mejor es generar una rutina: te bañas a esta hora, cenamos a esta otra. Se puede poner un horario a la vista en la nevera. ¿Por qué? Porque eso ayuda a que se adapten al horario y no se generen problemas.
-¿Y si tenemos problema con una de las rutinas? Por por ejemplo, con que se lave los dientes.
-Si la rutina es llegar del parque, cenar, ver la TV y te das cuenta de que hace un mundo a la hora de lavarse los dientes, cambia el horario de la rutina. Esto es, «parque, cena, dientes y luego el ratito de la TV y a la cama». Y sin más explicaciones. Si no se lava los dientes, a lo mejor no puede ver la TV después. Gastamos demasiada energía en decir: «que te laves los dientes, que se te van a caer, vas a tener caries, etc.» y al final lo llevamos de los pelos.
Lo que intento explicar con esto es que no tenemos que tratar de convencerles de cosas que ellos no quieren entender, sino buscar una estrategia para que ellos cumplan lo que tienen que hacer. No te enfades porque no se quiere lavar los dientes, pero busca el modo de que lo haga. Lo importante es crear el hábito.
-¿Cuál es uno de los mayores errores que cometen los padres?
-Que muchos intentamos solucionar las cosas en el momento. No pasa nada. Hemos tenido hoy un problema con nuestro hijo, una bronca, nos hemos enfadado porque ha incumplido lo que sea… Ya lo arreglaré mañana porque si no se va a 'liar la troca', que decimos aquí en Cataluña. Es decir, vamos a tener un conflicto grande.
Ahora «no toca», ahora «sí toca»
-¿Dejamos que pasen las cosas como si nada?
-Cuando los 'elefantes' interiores estén calmados, retomas la conversación, si es que hay que retomarla. Hay una cosa muy curiosa que veo que le ocurre al 99 por ciento de los padres que acuden a consulta, y es que no entienden que tras tener una 'movida' con su hijo, tanto si este tiene problemas de comportamiento como si no, este vuelva al cabo de los cinco minutos a charlar con ellos como si no hubiera pasado nada. Entonces como están tan enfadados su reacción es: «ahora no toca».
Pero resulta que ahora «sí que toca». En el sentido de que si viene tu hijo a hablarte y ya ha pasado la movida, ha pasado. ¿Qué ocurre? Que el elefante interior del niño se ha desbocado en el camino y la parte del cerebro racional, que es el jinete, no ha sabido manejar la situación y ha faltado al respeto a la madre, ha contestado… Cuando el niño acude a ti de nuevo es que el elefante se ha calmado y el jinete ha conseguido volver al camino. Esto los padres no lo entendemos pero nuestra función es enseñarles a gestionar sus emociones.
«Si no hay baño, no hay TV pero sin discutir ni mostrar enfado»
Eso sí, si no se ha duchado, por ejemplo, y la consecuencia es la que sea que se aplique. El tener límites, normas y consecuencias y el saberlas con antelación les aporta seguridad. Un hijo al que no hemos sabido marcar límites es un niño inseguro, impulsivo y con la autoestima baja.
Si no hay baño, no hay TV, pero sin discutir ni mostrar enfado. Tienen que hacer las cosas que tienen que hacer pero tenemos que controlar nuestras emociones, no solo las de ellos, para no acabar como el rosario de la aurora. Si tú no te enfadas, él tampoco. Es decir, no dejar salir ni a nuestro elefante, ni al suyo. Los ingredientes básicos en la educación son la firmeza y el cariño.
-Llegan a su consulta muchas familias, de todas las edades y con problemas muy diferentes. ¿Todo se educa igual?
-Todo se educa, esa es mi máxima. Hasta un hijo con problemas de comportamiento o TDAH. Cuesta más pero se puede y a un hijo no hay que darlo por perdido, ni como padres tirar nunca la toalla.
-Pero indudablemente hay casos que son más difíciles y es normal que un padre se acabe por desesperar, ¿Cómo conseguir que no tiren la toalla estas familias?
-Muchas veces el problema es la falta de comprensión y la falta de recursos para poder actuar en estos casos donde hay problemas de comportamiento. Aparte de que todos somos humanos y también nos enfadamos si repetimos las cosas. La clave está en no repetir ninguna vez. Si tienes saque repetirlo 100 veces estás perdido y es normal que pierdas la paciencia pero esto te pasa con un TDAH o con el hijo más dócil del mundo. La clave está en no repetir.
-¿Cuál es su método?
-Educar es enseñar a tomar decisiones. Si tu a tu hijo le pones una norma y la consecuencia de no cumplir cada norma , siempre aclarando que la consecuencia no es un castigo, él al final decide. Tú le puedes decir: «Si no me das el móvil a la hora de cenar para irte a la cama mañana no lo vas a tener». Que me lo devuelva si quiere. Si no me lo da, al día siguiente no lo tiene, pero no me enfado. El primer día lío, el segundo, medio lío , el tercer día, o te lo deja o no lo tiene, no hay lío.
En mi consulta no trabajo con los chavales, doy herramientas a los padres. Mi método consiste en ver primero veo lo que está ocurriendo. Si la familia es permisiva, demasiado autoritaria, da muchas explicaciones o no dan ninguna. Les hago una formación en comunicación y normas y les enseño cómo cumplirlas, además de diseñar una rutina de casa.
«Tengas el hijo que tengas, lo tienes que educar. Y lo que se necesitan son recursos»
Cuando pongo la rutina -y hablo para familias que tienen problemas-, la clave está en lo que se propone para que los chavales acepten que tienen esas normas. También que vean que hay una tercera persona ayudando a los padres. Pero el fin no es que cumplan normas, sino que las normas son el medio para conseguir que en casa haya buen ambiente.
Tengas el hijo que tengas, lo tienes que educar. Y lo que se necesitan son recursos. Lo que no puedes hacer es rendirte porque la responsabilidad más importante que tienes es educar a tus hijos.
-También señalas en tu obra que el lenguaje que se utiliza es fundamental.
-Es una de las cosas en las que más insisto: El peso del lenguaje en la comunicación puede ser potenciador o muy dañino. Cuando vas al parque hay una diferencia enorme entre advertirle a tu hijo que «si te portas mal volvemos a casa», a decirle «hoy lo vamos a pasar de maravilla porque yo sé que lo vas a hacer muy bien», hay una d, esto por un lado.
Por otro lado están las etiquetas, que como comento siempre, están para la ropa. En lugar de decirle a tu hijo que «es vago» y que «si no haces los deberes no serás capaz de hacer los nada en la vida» le dices «hoy no has hecho los deberes, mañana los harás» cambia mucho la cosa. No se puede cambiar como soy, pero sí puedo cambiar lo que hago.
-Recomienda el refuerzo positivo.
-En efecto. Valorar lo que hacen, el proceso, el esfuerzo… y no el resultado de lo que han hecho. Es lo que la psicóloga norteamericana Carol Dweck, llama »generar mentalidad de crecimiento». Así tu hijo aprende que para tener resultados hay que esforzarse. Y que cuanto más esfuerzo, mejores resultados.
-¿Podrías recordar las diferencias entre las normas o consecuencias y los castigos?
-Una consecuencia ha de estar relacionada con la norma. Se ha de saber a la vez que se fija la norma y no tiene el objetivo de fastidiar al hijo, el objetivo de la consecuencia es hacer que cumpla la norma.
Esto es clave porque cuando pones una consecuencia estando enfadado es: «ahora te vas a enterar». En realidad lo que consigues con la consecuencia es que si se salta la norma ocurre eso. En cambio con el castigo lo único que hace el menor es coger rabia.
Lo que suele ocurrir es que los castigos suelen ser puestos bajo una emoción, suelen ser desmesurados y cuando ya se nos ha pasado el enfado a los padres, los levantamos. Pero es importante que si no se cumple una norma seamos firmes con las consecuencias.
-Cuesta ser firmes.
-Pero a la hora de educar se necesitan dos cosas fundamentales: firmeza, y cariño. Hay un problema con el ambiente educativo actual, y es que existe una especie de creencia de que si eres firme no se puede dar cariño a los hijos. O que si les das cariño no eres firme, pero se confunde firmeza con autoritarismo.
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-Se pueden seguir dando besos y abrazos.
-Es lo que yo llamo la economía de las caricias. La mirada, la atención, la aprobación, el reconocimiento… Tu hijo te necesita siempre.
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