Puigdemont quiere acabar con las reuniones en Suiza y que Junts «vaya por libre»

En La Moncloa lo tienen decidido, y además creen que ha llegado el momento de poner punto final a las amenazas de Junts. Creen que a Puigdemont no le queda otra salida que tragar, porque no hay alternativa. Enfrente, Carles Puigdemont estudia todas las posibilidades. Su posición pública es clara: si impiden la tramitación de la iniciativa tendrán que atenerse a las consecuencias, aunque el secretario general, Jordi Turull, no ha querido concretar qué efectos tendría la decisión.

En este contexto, según ha podido saber ABC en diversas fuentes del entorno de Puigdemont, el líder prófugo de la justicia española tiene en mente romper las negociaciones que periódicamente celebra en Suiza con el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y en ocasiones con el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. «Este mecanismo lo ideó para liderarlo él mismo, pero la ejecución de los pactos ha sido un fracaso. Esto se lo van a cagar», explican a este periódico desde Junts. Este movimiento busca «resetear» las relaciones entre ambos partidos, de manera que Junts vaya «por libre» a partir de ahora.

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«La decisión está tomada, pero esto no quiere decir que lo vaya a anunciar el viernes», asegura otra fuente, ante la reunión que ha convocado Puigdemont en Bruselas (Bélgica) con los miembros de la cúpula de Junts para abordar los escenarios después de la decisión de la Mesa del Congreso. Eso sí, está previsto que Puigdemont comparezca ante los medios de comunicación a las 11.30 de la mañana. La cuestión es establecer una nueva relación con el PSOE desde el punto de partida de que Junts ya no se siente socio de Pedro Sánchez. El deterioro de la relación viene de lejos, y se debe al descontento del prófugo ante la falta de cumplimiento de los compromisos adquiridos con los socialistas, muchos de ellos en Suiza.

El deshielo entre Sánchez y Puigdemont comenzó el 17 de agosto de 2024, menos de un mes después de las elecciones generales del 23 de julio. El acercamiento fraguó por primera vez el 17 de agosto, cuando Junts votó a favor de que el PSOE controlara con Sumar la Mesa del Congreso, la misma que esta mañana tiene que pronunciarse sobre la PNL de Junts. Transcurridos otros dos meses -en los que Feijóo fracasó en su intento de investidura-, la portavoz socialista en el Parlamento Europeo, Iratxe García, y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, se reunieron con Puigdemont y Turull en Bruselas bajo una gran foto de 1 de octubre. Ya en noviembre llegó el acuerdo entre ambos partidos que ponía sobre la mesa la amnistía y que hablaba de lawfare, entre otras cosas. Aquel acuerdo provocó un contundente rechazo de varias decenas de colectivos jurídicos, diplomáticos y mediáticos, así como varias multitudinarias manifestaciones convocadas por el Partido Popular. A partir de entonces comenzaron las reuniones en Suiza, en un principio con el mediador salvadoreño y después con la incorporación del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Su presencia contribuyó decisivamente a desbloquear las negociaciones cuando había problemas con la amnistía, pero no ha permitido -al menos de momento- relanzarlas cuando lo que está en juego son los Presupuestos Generales del Estado. Tanto es así que el año ha comenzado y las posiciones siguen muy distantes.

Por eso, como informó ABC, a finales de año Pedro Sánchez ofreció a Puigdemont la posibilidad de celebrar un encuentro entre ambos en el Parlamento Europeo y que éste se inmortalizara con una fotografía. Sin embargo, el expresidente de la Generalitat lo rechazó con el argumento de que «esto no va de fotos, esto va de cumplir acuerdos». El argumento de Puigdemont es que a él le interesaba una fotografía con Sánchez cuando éste era presidente de turno de la UE, durante el segundo semestre del año pasado, pero ahora considera que «a quien beneficia la foto es a Sánchez». «Es como si una persona que está en números rojos va a pedir una hipoteca. La respuesta del banco es que, antes de pedir nada, debe saldar su deuda», explican a ABC metafóricamente esas mismas fuentes para explicar que el líder de Junts sólo se sentará si se cumple lo que él considera acordado previamente. Como es sabido, Puigdemont se siente engañado por Sánchez porque entiende que no ha correspondido el apoyo de los siete diputados de Junts a su investidura, en noviembre de 2023.

Este ofrecimiento se produjo cuando en La Moncloa se percataron de que la negativa de Junts a negociar los Presupuestos Generales no es un farol. Las condiciones que pone sobre la mesa Puigdemont antes de abrir esa negociación tienen que ver, como adelantó ABC, con compromisos que a su entender han sido previamente adquiridos por el Gobierno. Entre otras cuestiones, se trata de conseguir que el catalán sea considerado lengua oficial en las instituciones europeas; que la Generalitat de Cataluña asuma la gestión íntegra de las políticas de inmigración, desde el control de fronteras (puertos y aeropuertos), a la expedición del Número de Identificación de Extranjeros (NIE); que se reconozca a Puigdemont la condición de expresidente de la Generalitat y, consecuentemente, se sufrague su seguridad con dinero público; que el Estado abone a Cataluña los millones de euros previstos como inversiones en los Presupuestos Generales del Estado de este mismo año que no hayan llegado a ejecutarse. A estas cuatro cuestiones se suma ahora la tramitación de la cuestión de confianza, punto clave de la reunión de esta mañana en el Congreso.

«Puigdemont está emocionalmente agotado», señalan los suyos. No obstante, los críticos de Junts, que están muy callados pero existen, advierten de que el líder del partido está arriesgando mucho: «Tiene tendencia a ponerse una soga al cuello». Y con eso es con lo que juegan el PSOE y el Gobierno, que no están dispuestos a ceder pero que tampoco quieren que se rompan las negociaciones. «Siempre que estén abiertas hay posibilidades de acuerdo», explican. «Y seguimos con ello», concluyen.