La precaria formación de los escoltas que hicieron de escudo contra ETA: un «cursillo exprés» de 60 horas y sin saber usar un arma
La urgencia por encontrar guardaespaldas privados provocó que se les escogiese «de mala manera, entre lo que había, sin hacer mucha selección»
ABC estrena este 18 de febrero el primer capítulo del documental sonoro 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA'. Cada martes, un nuevo episodio
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Los problemas generan necesidades. Por eso, en los peores años del terrorismo etarra surgió la urgencia de una defensa particular que iba más allá de la patrulla. De repente, había que proteger a muchas más personas que hasta ese momento y en cualquier situación. Cada posible objetivo de ETA debía ser defendido, algo inabarcable para los agentes de seguridad. España necesitaba escoltas.
ABC Pódcast estrena 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA', un relato construido a través de los testimonios de cinco escoltas privados, uno de la Ertzaintza, tres políticos protegidos y un periodista amenazado en los años más duros del terrorismo.
Pero, ¿por qué alguien querría arriesgar su vida de esta manera?
Dejarlo todo para proteger a un desconocido
«Algunos venían porque necesitaban dinero, o por el espíritu aventurero, sin conocer la realidad del País Vasco. Otros eran vigilantes de seguridad y les pareció una buena promoción profesional. Era un grupo muy variopinto», explican. «Se escogía a la gente de mala manera, entre lo que había, tampoco se hacía mucha selección», relatan. «Creían que venían a salvar España de los vascos. Se pensaban que venían a Kosovo, que iba la gente por la calle con metralletas y pistolas, que todo el que hablaba euskera era etarra».
«Creían que venían a salvar España de los vascos y se pensaban que todo el que hablaba euskera era etarra»
Uno de ellos, Orlando, que viajó hace 25 años desde Canarias a Bilbao, reconoce que en aquel momento no se paró a plantearse los pros y contras: «Vienes porque te gusta y te lanzas. Yo tenía mi vida garantizada, pero necesitaba esta adrenalina. Me aburría en Canarias, me sentía inútil, hacía algo que no servía para nada y que nadie apreciaba, y encima estaba mal mirado. Y de repente hago algo que me gusta, soy más importante y la gente lo agradece». Pero pronto descubrió el verdadero rostro del terror, de la incertidumbre que impregnaba cada jornada de trabajo: «Mis hermanos no sabían si iba a volver a casa», confiesa.
Pero no era sólo cosa de hombres. ABC también ha hablado con dos mujeres vascas que se sintieron llamadas por esta vocación. Rosa e Isabel, que ahora tienen 53 y 54 años, también lo dejaron todo para ser guardaespaldas privadas. Las dos fueron rechazadas por la Ertzaintza, la primera por la altura y la segunda, por no aprobar las oposiciones, y encontraron un hueco en esta nueva profesión.
Una formación precaria
La formación hubo que improvisarla. Se organizó un «cursillo exprés» de 60 horas. Algunas nociones básicas, un dossier teórico y un puñado de powerpoints. A esto le seguía unos días en los que se repasaban cuestiones como defensa personal, conducción o tiro. También pasaron una «semana táctica» encerrados en un convento abandonado que alquilaron para poder practicar. La competencia era nula.
«No estaba preparado para esto, pero nadie más lo hacía. Fuimos los únicos que cogimos el toro por los cuernos»
«Era policía local, ¿qué me acreditaba a mí? Nada. No estaba preparado para esto. Como casi ninguno de los escoltas, pero nadie más lo hacía. Cuatro más y yo fuimos los únicos que cogimos el toro por los cuernos», recuerda un agente.
Entre los nuevos escoltas, había muy pocos que hubieran tenido contacto con las armas de fuego, y menos aún con las que iban a utilizar. «Había tal necesidad que empezaron a sacarlos de donde no los había», explican. Uno de ellos cuenta que sentía especial lástima por algunos policías que no eligieron ese camino: «Te decían que les había tocado y ahí estaban».
Puedes escuchar aquí el primer episodio de 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA'.
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