Del lendakari al barrendero o el ama de casa: cuando ETA abrió el abanico de blancos
ABC Pódcast
Gregorio Ordóñez, asesinado en 1995, rechazó llevar escoltas: «Nunca la he querido. Voy solo y seguiré yendo solo»
ABC estrena este 18 de febrero el primer capítulo del documental sonoro 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA'. Cada martes, un nuevo episodio
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El cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997 marcó un antes y un después. Las víctimas de ETA ya no eran personalidades políticas de primera fila, sino concejales de pueblo, maestros, pastores, autobuseros o camioneros. Cualquiera. ETA mataba a personas anónimas y, por lo tanto, había que proteger a todo posible objetivo.
De repente, era urgente ponerle un guardaespaldas a cientos y cientos de personas. Las 24 horas. En un paseo, en una cena familiar, en su jornada laboral. En 1999 había sólo 500 escoltas en País Vasco; cuatro años después, eran 1.300. En 2001, el Gobierno vasco tenía presupuestados 827.000 euros en este tipo de seguridad, y acabó gastando 27 millones.
ABC Pódcast estrena 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA', un relato construido a través de los testimonios de cinco escoltas privados, uno de la Ertzaintza, tres políticos protegidos y un periodista amenazado en los años más duros del terrorismo.
Gregorio Ordóñez y el periodista de ABC que renunciaron a llevar escoltas
ETA colocó en el punto de mira desde al lendakari hasta a un barrendero o un ama de casa. Era lo que ellos bautizaron como la 'socialización del sufrimiento', es decir, abrir el abanico de posibles víctimas. Que la tensión fuera permanente.
Los asesinatos de Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco representaron un punto de inflexión: «Nadie suponía que iban a ir a por un concejal de pueblo que era un chaval, que se iba a subir a ese nivel de violencia», reconoce uno de los entrevistados del pódcast. «A partir de ahí, viene todo el follón. Hace falta proteger a todos y cada uno del PP o del PSOE», explica. «Eso implica que, en muy poco tiempo, hay que hacer un implemento de la seguridad personal brutal».
«Nunca he querido escoltas, no es bueno aumentar el número de blancos. Voy solo y seguiré yendo solo»
Gregorio Ordóñez en 1993
Gregorio Ordóñez, asesinado dos años antes que el joven concejal de Ermua, rechazó llevar escolta. «Era mi amigo y me afectó mucho. A la hora de comer me llamó un policía amigo y me dijo: '¿Te has enterado? Han matado a...'. No hizo falta que me dijera el nombre, sabía que había sido Gregorio», cuenta uno de los protagonistas del primer episodio del pódcast 'Escoltas'. «Me temblaban las piernas, me tuve que agarrar a un mueble. Tres días antes había estado cenando con él», recuerda.
Ordóñez renunció a llevar escolta, a pesar de las numerosas amenazas. En una entrevista ABC, en agosto de 1993, año y medio antes del crimen, explicó: «Nunca la he querido, no es bueno aumentar el número de blancos. Si llevo dos policías conmigo, en vez de matar a uno, pueden matar a tres. Voy solo y seguiré yendo solo». Hasta ese momento, la escolta se reservaba para máximos dirigentes políticos, algún diputado y autoridades como el gobernador civil o el delegado del Gobierno.
El periodista de ABC Javier Pagola, referente en la información sobre ETA durante los peores años del terrorismo, también rechazó tener guardaespaldas privados. «Era incompatible la profesión de redactor con llevar escolta. Si yo estoy en casa y hay una noticia de última hora y tengo que salir, ¿qué hago, llamo a mi escolta para que venga a buscarme? Pues no», explica en el pódcast.
Puedes escuchar aquí el primer episodio de 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA'.
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