Patrulla Águila, cuarenta años de baile acrobático en el aire
Celebra su aniversario con un festival aéreo en junio en San Javier en el que despedirá al avión C-101, el mítico 'culo pollo', que será sustituido por la aeronave turbohélice Pilatus

Carrizosa, Márquez, Lorenzo, Ferrer, Uribarri y Villanueva. Estos seis hombres, capitanes del Ejército del Aire, fueron los que se pusieron hace cuarenta años a los mandos de los aviones C-101 que protagonizaron la primera exhibición de la Patrulla Águila, en Jerez de la ... Frontera. Entonces comenzaron cuatro décadas de las más atrevidas acrobacias aéreas que han surcado los cielos de todo el país y parte del extranjero, pintando en el aire los colores de la bandera española.
Este aniversario será conmemorado el próximo mes de junio en un festival aéreo que llevará a las costas de San Javier, en Murcia, a algunas de las patrullas acrobáticas más emblemáticas de Europa, como la Patrouille de France, los Frecce Tricolore italianos, la Patrouille Suisse y los Red Arrows británicos. También otras patrullas acrobáticas del Ejército del Aire -la Patrulla Aspa y la Patrulla Acrobática de Paracaidismo (PAPEA)-, aeronaves de la Guardia Civil y la Armada y medios de la Fuerza Aérea india. A la espera de otras «sorpresas» que se anuncian.
Pero además, servirá de despedida del C-101, conocido como 'culo pollo' en el mundo aeronáutico por la característica forma de su parte trasera. Esta aeronave, obra de la estatal CASA -hoy integrada en Airbus- será dada de baja definitivamente tras haber acompañado a la Patrulla Águila durante toda su trayectoria. También fue desde los años 80 el avión de entrenamiento de los futuros pilotos del Ejército del Aire, aunque para esta labor ya fue sustituido en el curso que comenzó en septiembre de 2022.
El elegido para el relevo en la Academia General del Aire fue el Pilatus C-21, un avión turbohélice concebido como un sistema integral de entrenamiento. Defensa adquirió un total de 24 de estas aeronaves a la empresa suiza por 205 millones de euros, incluidos un equipo de simuladores y sistemas de apoyo logístico.
Tras el último vuelo de los C-101 en San Javier, el Pilatus será también el avión de la Patrulla Águila, cuyos pilotos tendrán que iniciar un complejo proceso de entrenamiento para adaptar sus exhibiciones al nuevo aparato. Una adaptación que, desde dentro, ya avisan que tardará «años» en lograr un engranaje perfecto.
El paso de un reactor a un turbohélice genera controversia en el sector, aunque los expertos confían en que pueda mantenerse la espectacularidad de las acrobacias más allá del efecto visual y sonoro. Fuentes militares explican que las piruetas que exigen una rápida subida vertical serán las más complicadas para el Pilatus, pero no prevén problemas en el resto de maniobras.
Objetivo: 12 de octubre
Uno de los mayores desafíos será precisamente uno de los emblemas de la Patrulla Águila: la pasada aérea dejando una estela de humo con los colores de la bandera. Es el espectáculo que cosecha los mayores aplausos del público y el Ejército del Aire trabaja ya para adaptar los generadores de humo a la aeronave suiza, pero aún debe superar una completa fase de pruebas antes de exhibir esta capacidad en público. Un alto cargo de la Fuerza Aérea explica que la tarea no es tan sencilla como parece a primera vista y el proceso requiere de una compleja adaptación para garantizar que tanto la densidad como el color del humo sean los adecuados. No sería la primera vez que algún desajuste desvirtúa la vistosidad del rojo y el amarillo de la enseña nacional.

La primera cita importante marcada en rojo en el calendario es el desfile por el Día de la Fiesta Nacional que se celebra cada 12 de octubre en el centro de Madrid. El objetivo es que los pilotos estén ya listos en esa fecha para exhibirse ante los ciudadanos a los mandos del Pilatus. Antes, en el mes de mayo, tendrá lugar en Canarias el desfile por el Día de las Fuerzas Armadas, pero ahí aún estará operativo el C-101 para uno de sus últimos actos ante un público multitudinario.

El último será el festival Aire 25 de San Javier que incluirá una exposición fotográfica itinerante, una jornada de puertas abiertas en la Academia General del Aire (14 de junio) y el festival aéreo (15 de junio). La Patrulla Águila estará allí además acompañada por todos los modelos de aeronaves operativos en el Ejército del Aire y del Espacio.
La más espectacular de las patrullas de la Fuerza Aérea española llega a este cuarenta aniversario con una trayectoria que suma más de 500 exhibiciones, 170 de ellas en el extranjero, y 275.000 horas de vuelo. El número de misiones supera las 20.000. Entre ellas se encuentran algunas fechas marcadas en el calendario, como su participación en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, cuando pintó por primera vez en el cielo los colores de la bandera.
La Patrulla Águila la componen actualmente seis miembros, uno menos de los oficiales debido a la escasez de personal especializado que pueda asumir esta función. La llegada del Pilatus a la Academia provocó una necesidad de personal que obligó a reducir de siete a seis las aeronaves acrobáticas.
Pilotos especializados
Los pilotos de la Patrulla Águila son además profesores de la Academia del Aire y deben superar un estricto proceso de selección antes de entrar a formar parte de sus filas. Tres son los requisitos que el Ejército del Aire define para los miembros de la Patrulla: ser piloto de caza de la Fuerza Aérea española, tener experiencia pilotando la aeronave y completar un plan de instrucción específico de acrobacia. «Saber trabajar en equipo, tener disciplina y profesionalidad», añade como valores necesarios el actual jefe de la Patrulla Águila, el comandante José Javier Sánchez Martín.

Él es el encargado de que todo esté a punto para volar. Tras el entrenamiento en tierra llega el momento del despegue, todo un «baile» ensayado al milímetro para crear una «coreografía» perfecta. «No hay nada improvisado, es una exhibición perfectamente preparada», explica el comandante Sánchez.
El más joven del equipo es el teniente Óscar Sanz, de 28 años y Águila 2. Lleva solo un año siendo «patrullero», según relata orgulloso tras haber alcanzado uno de sus objetivos cuando, siendo un niño, ya soñaba con volar a los mandos de un avión del Ejército del Aire. Una vez que despegan, la concentración es total y no hay tiempo para el disfrute. El aparato no deja de ser un avión de combate, por lo que los pilotos sienten en su cuerpo los efectos de la fuerza g, la medida que determina la aceleración producida por la gravedad terrestre. Los pilotos de caza pueden soportar fuerzas de hasta 9G que les exige una fortalecida musculatura y que sin la preparación adecuada podría provocar problemas de visión o desvanecimientos. «No es un ambiente cómodo pero una vez que te acostumbras estás como en el suelo», sostiene el teniente Sanz.
En este momento vital para el devenir de la Patrulla Águila, sus pilotos se aferran a su lema -'Juntos pero no revueltos'- para seguir deleitando al público.
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