Patrimonio Nacional estudia abrir el Monte de El Pardo, el paraíso escondido de Madrid
El organismo busca la fórmula que haga compatible las visitas a esta finca, vinculada a la Corona desde el siglo XV, con la protección del medioambiente

A ocho kilómetros en línea recta desde las cuatro torres de la madrileña Plaza de Castilla, en dirección hacia el norte de España, se abre un remanso de paz y tranquilidad, libre de ruidos y de contaminación. Son las 15.823 hectáreas del Monte de ... El Pardo, un enclave privilegiado a diecinueve minutos en coche desde los principales edificios que conforman el skyline de Madrid.
Desde la época de los Trastámara, esta vasta extensión de terreno ha sido de uso privativo para la Familia Real, pero gracias a Patrimonio Nacional —el organismo encargado de gestionar el antiguo Patrimonio de la Corona— los madrileños disfrutan desde finales de la década de los setenta de algo más de 900 hectáreas.
A las otras casi 15.000 —que constituyen una importante y extraordinaria reserva ecológica y biológica, donde campan a sus anchas más de 10.000 animales, la mayoría de ellos ciervos, gamos y jabalíes— el público general no tiene acceso. Cercada por una valla de 100 kilómetros, hace unos días el diputado de Más País, Íñigo Errejón, anunció que su partido ha presentado una iniciativa en el Congreso de los Diputados para convertir esta zona del monte en Parque Nacional.

Las 15.823 hectáreas del monte de El Pardo
Zona abierta al público
Almaján
Complejo del Palacio
de la Zarzuela
Cuartel
de Velada
Cuartel de
San Jorge
Cuartel
del Águila
Arroyo de Manina
Cuartel
de Angorilla
Cuartel
del Hito
Cuartel de
Navachescas
Monte de El Pardo
Las Matas
Cuartel de
Valdelapeña
Cuartel de
Torrelaparada
Cuartel de
la Parada
Embalse de
El Pardo
El Pinar
Cuartel de
Valdepeñas
Río Manzanares
El Pardo
Cuartel de
Castrejón
Cuartel de
Querada
M-612
Cuartel de
Valpalomero
Arroyo de Trofa
La Zarzuela
M-605
Palacio de
La Zarzuela
A-6
TETUÁN
Aravaca
MADRID
Pozuelo
de Alarcón
Fuente: Elaboración propia y Patrimonio Nacional / ABC

Las 15.823 hectáreas
del monte de El Pardo
Zona abierta
al público
Complejo del Palacio
de la Zarzuela
Monte de El Pardo
Embalse de
El Pardo
Río Manzanares
El Pardo
M-612
M-605
La Zarzuela
A-6
Palacio de
La Zarzuela
MADRID
Fuente:
Elaboración propia y Patrimonio Nacional
ABC
Desde Patrimonio Nacional explican a ABC que El Pardo «no es un lugar de recreo para los Reyes». Desde 2014, los miembros de la Familia Real solo pisan esta zona reservada cuando acompañan a visitas institucionales. Las razones, sin embargo, por las que desde este organismo se muestran reacios a abrir completamente esta zona del monte tienen que ver con la protección del medioambiente y de las especies. Defienden además que desde finales de la década de los setenta unos 60 empleados -entre guardias forestales, celadores, ingenieros y otros expertos- se organizan en turnos de mañana, tarde y noche para realizar un trabajo que ha resultado ser muy eficiente. Por eso Patrimonio Nacional —que cumple con su función divulgativa, cultural y de dar uso social a los lugares que gestiona— estudia una fórmula para enseñar El Pardo, que sea lo más abierta posible y, a la vez, compatible con el medio ambiente.
Que se abra o se cierre El Pardo, además, es una decisión que atañe a Patrimonio Nacional y al Consejo de Ministros. Por lo que desde la Casa de S.M. el Rey respetarán cualquier decisión que tome el Gobierno en este sentido.
Coto de caza número 1
Alfonso XII declaró en 1930 el Monte de El Pardo como coto de caza número 1. Ahora, desde la transferencia de las competencias medioambientales, es el número 130 en la Comunidad de Madrid. Aún así, en él no se caza desde la época de Franco. «Aquí no se ha pegado un tiro desde 1975», afirma Ángel Muñoz, ingeniero de profesión y jefe del departamento de jardines y montes de Patrimonio Nacional. Charla con ABC desde el epicentro del monte, en la orilla norte de un embalse que ocupa una superficie de 500 hectáreas. Junto a él se encuentra Alfonso Huidobro, ingeniero técnico forestal de Patrimonio Nacional, quien explica que en El Pardo «la caza como herramienta de gestión para los animales de esta finca es perfectamente lícita», pero hace años que optaron «por hacer la extracción de animales en vivo, aunque supone un coste superior, sobre todo de personal y recursos».

«En El Pardo no se ha pegado un tiro desde 1975»
Ángel Muñoz
Jefe del departamento de jardines y montes de Patrimonio Nacional
Con este método capturan ciervos, gamos y jabalíes, que no tienen predadores naturales. Después los sacan de la finca para soltarlos —contratos de licitación pública, mediante— en otras de carácter cinegético o en centros de transformación. «Hemos preferido este sistema porque pensamos que es mucho más acorde con los tiempos y porque nos permite un control sanitario sobre las especies porque podemos sacar sangre a los animales y obtener muestras», apunta Huidobro.
Cambio del «uso social»
La gestión que realiza Patrimonio Nacional sobre estos terrenos, está regulada por el Plan de Protección Medioambiental del Monte de El Pardo. Datado en 1997, este plan (que se puede consultar en el BOE) «se encuentra en fase de revisión y está a punto de darse a conocer», según explica Huidobro, integrante del equipo que trabaja en su actualización.
Señala que la pandemia y los estragos de Filomena —todavía visibles en muchas zonas de El Pardo— llevaron a Patrimonio Nacional a retrasar su publicación: «Tenemos que adaptarlo a los nuevos usos y afluencia de público que se produjo tras el confinamiento y también al cambio en la masa forestal». Con esta actualización se producirá «un cambio significativo», sobre todo «en el uso social que se podrá hacer del monte» debido a esas nuevas afluencias.
Si no fuera por los edificios de Plaza de Castilla —que recuerdan que Madrid tiene 6.825.005 habitantes— la sensación desde cualquier punto del monte es de que las copas de los árboles de El Pardo no acaban nunca.
«Madrid tiene, aproximadamente, unos cuatro millones de árboles. De todos ellos, El Pardo aporta un millón cien mil, de los cuales 900.000 son encinas. En menor escala también tenemos quejigos, enebros, chopos y alcornoques. Y estamos recuperando el bosque en galería», explica con orgullo Ángel Muñoz.
En cuanto a la fauna, según lo que tienen testado e inventariado, hay «más de cien especies distintas». Para ejemplificar «el valor y la importancia del monte a nivel nacional», explica Muñoz que de las 32 especies rapaces que hay en la Península Ibérica «28 han sido listadas aquí y 23 nidifican». Hay además catorce parejas de águilas imperiales, lo que convierte este monte en uno de sus principales exportadores en la Comunidad de Madrid y Extremadura.
Repoblar el lince ibérico
A estos valores añadidos se suma una «inagotable cantidad de micromamíferos», además de «grandes herbívoros» —como el ciervo, el jabalí o el gamo—, además de jineta o gato montés. Ahora estudian también una propuesta para repoblar el lince ibérico.
Esta «biodiversidad maravillosa», destaca Muñoz, convierte El Pardo «en uno de los mejores ecosistemas de bosque mediterráneo de la Comunidad de Madrid, indudablemente, y probablemente de Europa».

«La extracción de los ciervos, gamos y jabalíes se hace en vivo»
Alfonso Huidobro
Ingeniero forestal de Patrimonio Nacional
Mientras recorremos en un todoterreno gran parte de los 900 kilómetros de caminos y carreteras que hay dentro del monte, Huidobro afirma con rotundidad que abrir al público El Pardo supondría «un antes y un después». «Los valores ecosistémicos, la fauna y todo lo que tenemos ahora aquí no se podría dar debido a la presión de visitantes», explica. «Hay especies muy sensibles —como la cigüeña negra o el águila imperial, las grandes rapaces— que solo crían si se encuentran en una superficie que les da tranquilidad», añade.
Tranquilidad para los animales
Conduce el vehículo Jesús Rojo, que vive en El Pardo desde que era pequeño y trabaja aquí desde hace 36 años. Tiene 57 años y es guarda forestal, como lo fue su padre. «Los animales conocen nuestros coches y no se asustan cuando pasamos», asegura. A nuestra derecha, seis ciervos descansan bajo una encina. Parece como si nos siguieran con la mirada. A la izquierda, un jabalí. A unos pocos metros, un buitre y un halcón sobrevuelan las copas de dos encinas. «Si este monte se abre al público, la primera que se iría sería la rapaz, que es un ave que necesita mucha tranquilidad. De hecho, cuando nidifican perimetramos la zona y no accede ni el personal de guardería», cuenta.
A Rojo le afecta todo lo que ocurre en El Pardo. «Lo siento como mío», dice. «Me gustaría que el monte se quedara como está porque es la única forma de conservar estas condiciones, sobre todo porque ya he visto la evolución que ha tenido la zona pública desde que se abrió», apostilla. Y concluye: «Hemos tenido que luchar mucho contra la gente que lavaba el coche en el río, con la que tiraba aceite al suelo, con basuras de todo tipo y con botellones». Y es que, tal y como dice Alfonso Huidobro, «una hectárea de la zona libre» le da «mil problemas más que las 16.000 que hay aquí».
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