LAPISABIEN
Lienzo de frío
Qué placer la hierba blanqueada por la escarcha; el vapor cuando uno corre hacia el embalse
El viejo 'lejía'

Hace un frío como para destetar H.D.P, iba diciendo Camilo José Cela en la voz de uno de sus personajes. Hace un helor que nos trae los recuerdos del sabañón, de las navidades pasadas en la primera cuesta de enero. Un frío ... azul y un sol de la infancia, que es el consuelo de los pobres, los mediopensionistas, los bohemios y los solitarios de Madrid. De todos lleva algo el arriba firmante.
Recorro muy de mañana, en esos amaneceres en que la sierra parece estar al alcance de la mano, la Casa de Campo. Qué placer la hierba blanqueada por la escarcha; el vapor cuando uno corre hacia el embalse, craquelado por la noche polar. Se llega al alto de Garabitas y este es el invierno que, quitados los malos humores de la gripe, da la vida. Y el sabañón.
La casa, sin embargo, está helada. Mi compañero deja su chocolate extrafino que le ratoneo, y es como masticar un tablón dulce. Con el frío, José Antonio, enhiesto mendigo de Moncloa y alrededores, pide para un café caliente que ningún cristiano le puede negar.
Están cortadas las fuentes exquisitas del paseo de Rosales donde Machado (esta columna me está quedando machadiana) iba a ver a Guiomar acortando por los atochales desde la Estación del Norte. Los perros se revuelven cuando se desperezan con un golpazo como de Groenlandia, y en el césped quemado se desparasitan o hacen lo que les sea menester.
Este año no se me ha roto el calentador por no sé qué concesiones divinas de los volubles dioses. La ducha hirviendo también devuelve a la vida. Hay un deseo confeso de churros que durará lo que dure este regalo helado de los meteoros. Nunca seremos más jóvenes que a bajo cero. Lo demás es populismo.
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