Carlos Franganillo: «Lo bonito de Madrid es que es una ciudad de muchos espíritus»
COLONOS
Aprecia que en los barrios y los mercados haya un ambiente similar al de una capital de provincia
Figo: «Sentimentalmente, Lisboa es la capital del mundo. Madrid, la de Europa»

Carlos Franganillo, en la mañana del mercado de Chamartín, luce jovial, magro, con algo de torero y una planta que, sin el traje de los telediarios, da una evidente sensación de credibilidad. Aunque como periodista haya recorrido medio mundo, Madrid es su hogar, desde ... donde puede volar a contar la Historia presente, que es el mandamiento máximo del corresponsal. Tiene Franganillo una relación muy especial con Madrid que pasa por los mercados, que son micromundos donde la gente se mezcla, interacciona, y donde, en suma, pasa la vida.
En el año 98 llegó desde Oviedo, y hay que comprender al joven que arriba a una gran capital, con todas las oportunidades que ofrece. Las cuestiones familiares, no obstante, le imponen dejar el caos urbano y buscar la paz y el reposo en las afueras.
Persiste en que la verdadera identidad de Madrid reside en un compendio de muchas almas diversas que se entienden. Es más, el periodista, viajado por los cuatro puntos cardinales, valora que Madrid, en ciertos lugares, tenga algo de capital de provincias a la hora de vermut.
—Oviedo, Nueva York, Washington, Madrid...
— Me viene en el año 98 a un colegio mayor. Con gente que estaba en circunstancias similares a las mías, y desde entonces me sentí muy cómodo. Ya después compartí piso. Madrid, con esa edad, era un reto personal y académico. Pero estar en Madrid, también era como estar en un parque de atracciones por ser tan enorme y ofrecer tantas posibilidades.
— Digamos que desde el primer momento la ciudad le ganó. Y aquí está.
—Me siento bastante madrileño en ese sentido porque he pasado casi tantos años aquí como en Oviedo, y lo que me gusta de Madrid es precisamente esa mezcla que se da. Yo creo que es una de las capitales, si no la más divertida de Europa ahora mismo, estará entre las que le proporcionan una mayor felicidad al visitante. Cuando tienes 20, 30 años, se me ocurren pocos sitios más divertidos que Madrid.
—La felicidad debería ser el fin de toda urbe. Me ha hablado de sus atractivos. ¿Puede referirme algunos?
— Madrid tiene de todo, tiene entretenimiento, tiene cultura. Y esa mezcla que digo que es muy diferente a lo que ofrece Londres, lo que ofrece París, u otras grandes capitales.
—Nos ha citado en un mercado. Y me pica la curiosidad.
—Pues la verdad es que he venido mucho a este bar porque hace unos años mis hijos estudiaban en un colegio de la zona. Y aunque no vivo por aquí, venía mucho. Aprecio el ambiente del mercado, es un sitio con mucha vida. Además, los mercados de Madrid creo que se han reinventado de una manera muy eficaz y muy atractiva. Aparte de todas las connotaciones que tiene un mercado, lo han sabido sofisticar, tienes bares. Ahí mismo tienes muchos sitios gourmet, una oferta imbatible. Me gusta ese ambiente un poco de barrio también, donde se mezclan los vecinos, donde hay cierta confianza con los vendedores, con los que llevan la cafetería.
—Usted, que ha viajado por medio mundo, ¿qué consejos le daría a un corresponsal en Madrid? Y no sólo profesionales.
—Yo creo que la clave de un buen corresponsal es, primero, el tiempo. El tiempo necesario, unos dos años, para tener un poso y el conocimiento del lugar.. Al principio,, un corresponsal realmente no sabe todavía por dónde le sopla el viento, necesita asentarse, necesita sobre todo aparcar los prejuicios
—Ya que hablamos de prejuicios, ¿cuáles se cumplen y cuáles no sobre Madrid?
—A veces, a uno le decepciona mucho la visión que se tiene de las cosas en España por parte de malos periodistas, o de corresponsales que llevan poco tiempo, o de enviados especiales que acaban apoyándose en estereotipos, en clichés, sobre todo a la hora de juzgar la política. Evidentemente lo fácil es irse a la Historia y siempre suelen caer en los mismos temas. Que si en España somos muy temperamentales, muy gritones, muy enfrentados los unos a los otros, que si tenemos incluso un punto a veces autoritario. Pero cuando ya se conoce bien la ciudad, ésta resulta muy atractiva.
—Entonces, en esa carta supuesta a un supuesto corresponsal, ¿qué brújula madrileña le daríamos?
—En Madrid hay que entender varias cosas. Madrid es una gran concentración de muchos elementos de toda España, pero que a la vez tiene una parte perversa a la hora de entender el país en general. Es decir, Madrid es también una burbuja. Es una gran concentración de poder económico, político, de medios de comunicación, y eso hace que a veces no sirva para entender todo el país. Eso pasa siempre. Yo he estado en Washington, y hay que entender lo que pasa más allá de los pasillos del Congreso.
—No obstante, la burbuja tendrá su punto...
—Madrid, siendo una gran capital y una ciudad donde se mueven muchas cosas, incluso en el centro, tiene casi como pequeñas ciudades o pequeños pueblos y eso le da un ambiente muy relajante y mucho más agradable. Uno puede bajar al bar de la esquina y hay una cultura casi de barrio que no es muy distinta de una capital de provincia. Y no se ha perdido ese espíritu. Es casi como una especie de puzzle de muchas ciudades que se van superponiendo. Y eso es lo bonito de Madrid: no es una ciudad sin espíritu, sino que tiene muchos espíritus
—Apuesto que, para desconectar, tira a Asturias.
—Sí, Asturias, aunque no voy con mucha frecuencia. En Madrid hay sitios para desconectar que están muy cerca. El Pardo, la sierra... O incluso ese otro Retiro que es el parque de Fuente del Berro.
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