CARTAS AL ALCALDE
Nostalgias del futuro
En Casa Patas inventaron las madrugadas los mejores del arte flamenco

Se nos va llenando la vida de nostalgia de futuro, porque no escampa en condiciones el coronavirus, y en esa nostalgia cabe mucha nostalgia propiamente dicha, o sea, nostalgias de lo que fue, con sus conciertos de pitillo, con sus cervezas de coro, con sus ... locales íntimos de apretura.
Tenemos nostalgia del futuro, en Madrid, alcalde, y ese futuro no va a incluir algunos de los locales donde alguna noche fuimos jóvenes, felices, e indocumentados. La postpandemia vendrá con otro Madrid. Acaba de echar el cierre Casa Patas, por ejemplo. Ahí, en Casa Patas, han inventado la madrugada los mejores del arte del flamenco, incluyendo a Paco de Lucía , o Camarón, hasta llegar a Niño de Elche. En Casa Patas debutó Rosalía, que ahora es algo así como una folclórica de Miami. Casa Patas ha sido la mejor gruta del flamenco de Madrid. Ahí presentó Joaquín Sabina sus letras satíricas, y ahí se citaba Umbral con las yanquis de leotardo de colores.
Por la zona, alrededor de Casa Patas , se desperezaban algunas de las cuevas de oro donde estallaba la bulería del alterne, y se animaba la zambra revuelta de las miradas. Villa Rosa, El Burladero, La boca del lobo. Todos han cerrado. Vendrá un Madrid sin franquicias históricas del flamenco, y acaso con otras nuevas, pero no será lo mismo. Es cierto que en estos locales ponían mucho carburante los guiris, o las guiris, que eran una clientela de fervor, pero no sólo de guiris ha venido viviendo el ramo, porque toda la cofradía del flamenqueo nacional, o internacional, desde profesionales hasta aficionados, o devotos, tenían un amparo, y un recreo, y una aventura en estos sitios, que hoy ya son reliquia de un pasado que siempre mereció mejor futuro.
Hablamos de un riel de bares donde los gitanos maqueados daban palmas para nadie, en una esquina, o se hablaban entre ellos al oído, susurradoramente, como pasándose un enigma o un propósito. Por entre las cortinas de música, iban y venían las gitanas guapas, apócrifas o no, con la mirada de carbón ardiente, y la larga melena color relámpago. El futuro que nuestro pasado añora no vendrá. Donde Camarón estaba sin estar abrirá sus grutas de jaleo el reguetón.
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