«Lo fácil es culpar al porno de las agresiones sexuales entre menores, pero falta educación»
VIOLACIONES ENTRE MENORES
La industria de contenidos 'X' aboga por implementar restricciones de acceso. Las escenas de violencia, igual que las de acción, obedecen al guion. Se trata de una ficción, «no es un producto para niños»
Tras la muerte de Franco, cuando Juani de Lucía abrió en Barcelona la sala Bagdad, las revistas pornográficas aún se escondían dentro de los diarios. «40 años después hemos pasado a un desenfreno total», apunta a ABC la dueña de uno de los locales de espectáculos eróticos más reconocidos de Europa. «No hay nadie que haya llegado alto en la industria que no haya pasado por aquí», presume, orgullosa, ante el neón azul que corona su entrada. Juan Lucho es uno de ellos. Lo 'descubrió' en el Salón Erótico de Valencia y ahora, que lleva más de una década como actor de cine para adultos, aún se refiere a Juani como «la jefa».
En la sala subterránea del Paralelo barcelonés también se 'estrenó' el archiconocido Nacho Vidal, pero el éxito del Bagdad comenzó mucho antes, cuando en la Transición algunos dejaron de viajar a Perpiñan para esquivar la censura en el cine y comenzaron a hacer cola para ver –y participar en– el 'show' en directo.

«Antes estaba todo prohibido y ahora cualquier menor tiene acceso a vídeos porno de contenido muy duro. No se debería permitir», apunta Juani en su despacho del Bagdad, mientras supervisa el espectáculo desde un ordenador.
Ninguno incluye violencia o humillación hacia los actores, pero el aumento de agresiones sexuales entre adolescentes ha puesto en el punto de mira este tipo de contenidos para adultos por su posible influencia en dichas conductas. «La pornografía no es la causa directa de la violencia sexual», sostiene De Lucía, que aboga, como gran parte del sector, por la restricción de contenidos. «Lo fácil es culpar al porno, pero falta educación sexual», apostilla Lucho, que, al otro lado de una pantalla, desde Praga, sí admite «que la industria tiene parte de responsabilidad», junto con la «educación en las escuelas, la comunicación entre padres e hijos y el papel de los medios».
«El porno está hecho y pensado para mayores de 18 años, no es un producto para niños»
Juan Lucho
«El porno está hecho y pensado para mayores de 18 años, no es un producto para niños», subraya el actor barcelonés, que recuerda que se trata de una ficción. «Es cine, y en el cine todo se exagera. Cuando se ve un cachetazo es algo pactado y se ha firmado un consentimiento antes del rodaje», detalla. Pone como ejemplo otro tipo de ficción: desde el cine de acción a las películas sobre asesinos en serie.
«¿Tú sabes perfectamente que Superman no vuela, no?», desliza Antonio Marcos, presidente de los productores de cine para adultos en España (Apeoga). Defiende que el contenido que ellos generan «no tiene nada que ver con la pornografía que hay ahora en internet», donde «ofrecen a los niños imágenes sexuales brutales, que generan gancho». «El verdadero negocio son los niños», advierte. Frente a las «fantasías para adultos» que filman los productores, Marcos critica que muchas plataformas online persiguen generar adicción y hacerse con los datos de los internautas. ¿La consecuencia? «Que las criaturas aprendan el modelo de sexualidad que ven en el porno y que no es real», apunta la sexóloga Eva Moreno.
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«Desde muy pequeños, los 6 o 7 años, tienen acceso a este tipo de contenido. De forma casual, bien porque cogen el móvil de sus padres y, de repente, aparece un vídeo, o más adelante, cuando los buscan. Si no han recibido ningún tipo de educación o formación sexoafectiva, convierten lo que ven en su referente», explica desde un rincón de su tienda de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona).
De Lucía, Lucho, Marcos y Moreno coinciden: la clave es la educación.
Violencia y cosificación
También Erika Lust, directora de cine para adultos, pionera en la creación de contenidos 'X' «feministas», critica que el sistema escolar, en España y otros muchos países, no brinda a los jóvenes educación sexual, en cambio, la mayoría tiene acceso a la tecnología. «La pornografía está en internet. Estos contenidos deberían estar restringidos, tras muros de pago, pensados para adultos, no para niños ni adolescentes», señala.

«La violencia sexual hacia las mujeres siempre ha existido»
Erika Lust
Esta productora sueca, afincada en la capital catalana, sostiene que «la violencia sexual hacia las mujeres siempre ha existido», mientras que la proliferación de sexo explícito por internet se circunscribe a la última década. «Es una realidad machista, el sistema patriarcal en el que vivimos el que crea la violencia hacia las mujeres». Eso sí, admite que el porno «tiene impacto» sobre quienes lo consumen, «sobre todo en los jóvenes, que no tienen la capacidad para poder deconstruir el tipo de imágenes que están viendo y entender los mensajes».
«Si un niño de 10 o 12 años ve una escena de sexo violento, con golpes a la mujer, un vídeo de cinco minutos en una de esas plataformas de internet, y así, un día tras otro, acaba por asimilar que eso es normal», sostiene el presidente de Apeoga.
«Si un niño de 10 o 12 años ve una escena de sexo violento, un día tras otro, acaba por asimilar que eso es normal»
Antonio Marcos
Para tratar de evitarlo o, al menos, minimizarlo, los productores españoles de cine para adultos plantearon, hace ya cuatro años, restringir el acceso a mayores de 18 años, pero su reclamo cayó en saco roto. «Presentamos una plataforma a todos los partidos políticos en la que para acceder es necesario ingresar el DNI, para que los niños no pudiesen tener acceso, pero no nos hicieron caso», denuncia. Uno de los portales porno con más tráfico en todo el mundo, Pornhub, tuvo que eliminar millones de vídeos hace un par de años porque muchos de ellos eran violaciones de menores, imágenes grabadas sin consentimiento en duchas o lavabos, así como contenido racista y violento.
«La web sigue funcionando. ¿Qué me pasaría a mí, si hubiese tenido ese material en mi empresa? ¿Estaría en la cárcel? ¿Estaría cerrada mi plataforma?», reprocha Marcos, que tilda de falacia que sea imposible controlar ese tipo de contenidos. «Si cierran una web es cierto que pueden volver a abrir otra, pero, ¿entonces no hacemos nada?».
El presidente de Apeoga, «horrorizado» ante el incremento de agresiones sexuales entre menores , subraya que la única vía es la restricción de contenidos por edad. «Vendo películas para adultos», recalca, harto de que se estigmatice al sector. «Los culpables son los que no toman medidas para regular el acceso a las plataformas online», señala.
«Aquí todos tenemos una parte de responsabilidad. Sí que es verdad que internet lo ha cambiado todo. Antiguamente, para consumir pornografía tenías que tirar de VHS o DVD, pero internet entró en escena e, igual que es más fácil acceder a videojuegos violentos, a chats, a que haya 'bullying' en redes sociales...las autoridades tendrían que tratar de poner límites a según que tipo de contenido», secunda Juan Lucho.
Respecto a las escenas violentas, cree que «existen porque hay un consumidor que quiere ver este tipo de pornografía, igual que hay gente a la que le gustan las películas de asesinos en serie. Por eso se producen. Es ficción», zanja, aunque apunta que, en sus años de experiencia, «ha notado una progresión a cuidar más a la mujer, a que el porno sea menos vejatorio». Recuerda, además, que en su profesión cobran ellas más que los hombres.
«El gran educador»
«Se necesita mucha educación y hablar de sexo, para que los menores no tengan que recurrir a escenas pornográficas y quieran imitar su contenido», apunta De Lucía. «Falta educación sexual, tanto en el colegio, como en el seno de la familia».
«Tengo 34 años. Terminé los estudios a los 16 y la educación sexual es pésima», corrobora Lucho. «Parece que los que no estábamos educados somos los que tenemos 60 años, pero no se ha avanzado absolutamente nada», abunda Marcos.
«¿Se habla de sexo en las escuelas? ¿En casa? Quiero pensar que se habla más de lo que se hablaba antes, pero no es suficiente», opina Moreno, que recuerda que la curiosidad es una cualidad «innata», alimentada por la prohibición. «Si los niños preguntan y el silencio es la respuesta, el porno, desgraciadamente, se convierte en el gran educador».
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